Por JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - (ElPais.com, 21/04/2009)
La Conferencia contra el Racismo auspiciada por Naciones Unidas en su sede de Ginebra, apodada Durban II, nacía coja por el boicoteo anunciado por Israel, Estados Unidos y varios países occidentales, entre ellos Alemania e Italia. Nulas eran las probabilidades de que se pudiera celebrar sin sobresaltos. El guión estaba escrito y ninguno de los actores eludió su papel.
Como estaba previsto, fue el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, el único jefe de Estado de un país importante que participa en la cumbre, quien lanzó desde la tribuna una virulenta diatriba contra Israel, Estados Unidos y Europa. No dejó títere con cabeza.
"Después de la II Guerra Mundial, recurrieron a la agresión militar para convertir en desposeídos a una nación entera con el pretexto del sufrimiento de los judíos... Y enviaron a emigrantes desde Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo para establecer un Gobierno totalmente racista en la Palestina ocupada. Y, de hecho, en compensación por las espantosas consecuencias del racismo en Europa, ayudaron a otorgar poder al régimen más cruel, represivo y racista en Palestina", dijo el presidente Ahmadineyad.
Los delegados de 30 países occidentales, incluidos los españoles, se levantaron como un resorte y abandonaron la sala.
La cumbre contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia -iniciada la misma fecha en que Israel comienza a conmemorar el Día del Recuerdo del Holocausto, y que coincide este año en el calendario judío con el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler- deja patente la brecha entre Occidente y el resto del mundo. Pero no hay duda de que el discurso del presidente iraní en nada contribuyó a atemperar los ánimos.
Ahmadineyad fue tachado de "racista" por activistas que se colocaron pelucas de colores, narices de payaso y lanzaron algún objeto contra el mandatario. Los gritos de los partidarios de Israel, en el exterior de la sala, se escuchaban mezclados con los aplausos que parte de los delegados dedicaban al presidente iraní.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que se esforzó en sus llamamientos para impedir el boicoteo occidental y que aseguró antes de la conferencia que el borrador que se someterá a votación es "equilibrado", también arremetió contra la carencia de tacto de Ahmadineyad. Sus palabras, explicó Ban, "pretenden acusar, dividir e incitar... Su discurso hace significativamente más difícil encontrar soluciones constructivas para el problema del racismo".
"Es completamente inapropiado en una conferencia destinada a cultivar la diversidad y la tolerancia", añadió Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
Las negociaciones llevadas a cabo durante meses para pactar un texto que colmara las aspiraciones de unos y otros desembocaron en la omisión de referencias explícitas a Israel y al conflicto árabe-israelí, después de que en Durban (Suráfrica), en 2001, el documento aprobado equiparara el sionismo con el racismo. Sí menciona la necesidad de recordar el Holocausto, a la vez que excluye el concepto de "difamación de religiones", que los países musulmanes pretendían incluir y que Occidente rechazó porque puede limitar la libertad de expresión.
El Gobierno israelí no ha ahorrado esfuerzos para promover el boicoteo de los países europeos y EE UU. Y ayer mismo mostró su indignación al llamar a consultas a su embajador en Suiza, Ilan Elgar, después de que el presidente helvético, Hans Rudolf Merz, se entrevistara con Ahmadineyad. El delegado israelí ante el foro suizo de la ONU, Ronnie Lashno-Yaar, dirigía una campaña para desacreditar al régimen iraní centrada en las violaciones de derechos humanos y las ejecuciones públicas.
No faltan, sin embargo, las voces en Israel que critican a su Gobierno por el boicoteo a la cumbre. Consideran que es necesario que se escuche su voz y que su ausencia sólo contribuye a que líderes como Ahmadineyad lleven la iniciativa.
Los representantes europeos aseguraban que regresarían a las sesiones de la conferencia tras el ataque frontal del presidente persa al Estado sionista. En todo caso, la cumbre difícilmente concluirá en éxito.
La Conferencia contra el Racismo auspiciada por Naciones Unidas en su sede de Ginebra, apodada Durban II, nacía coja por el boicoteo anunciado por Israel, Estados Unidos y varios países occidentales, entre ellos Alemania e Italia. Nulas eran las probabilidades de que se pudiera celebrar sin sobresaltos. El guión estaba escrito y ninguno de los actores eludió su papel.
Como estaba previsto, fue el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, el único jefe de Estado de un país importante que participa en la cumbre, quien lanzó desde la tribuna una virulenta diatriba contra Israel, Estados Unidos y Europa. No dejó títere con cabeza.
"Después de la II Guerra Mundial, recurrieron a la agresión militar para convertir en desposeídos a una nación entera con el pretexto del sufrimiento de los judíos... Y enviaron a emigrantes desde Europa, Estados Unidos y otras partes del mundo para establecer un Gobierno totalmente racista en la Palestina ocupada. Y, de hecho, en compensación por las espantosas consecuencias del racismo en Europa, ayudaron a otorgar poder al régimen más cruel, represivo y racista en Palestina", dijo el presidente Ahmadineyad.
Los delegados de 30 países occidentales, incluidos los españoles, se levantaron como un resorte y abandonaron la sala.
La cumbre contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia -iniciada la misma fecha en que Israel comienza a conmemorar el Día del Recuerdo del Holocausto, y que coincide este año en el calendario judío con el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler- deja patente la brecha entre Occidente y el resto del mundo. Pero no hay duda de que el discurso del presidente iraní en nada contribuyó a atemperar los ánimos.
Ahmadineyad fue tachado de "racista" por activistas que se colocaron pelucas de colores, narices de payaso y lanzaron algún objeto contra el mandatario. Los gritos de los partidarios de Israel, en el exterior de la sala, se escuchaban mezclados con los aplausos que parte de los delegados dedicaban al presidente iraní.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que se esforzó en sus llamamientos para impedir el boicoteo occidental y que aseguró antes de la conferencia que el borrador que se someterá a votación es "equilibrado", también arremetió contra la carencia de tacto de Ahmadineyad. Sus palabras, explicó Ban, "pretenden acusar, dividir e incitar... Su discurso hace significativamente más difícil encontrar soluciones constructivas para el problema del racismo".
"Es completamente inapropiado en una conferencia destinada a cultivar la diversidad y la tolerancia", añadió Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
Las negociaciones llevadas a cabo durante meses para pactar un texto que colmara las aspiraciones de unos y otros desembocaron en la omisión de referencias explícitas a Israel y al conflicto árabe-israelí, después de que en Durban (Suráfrica), en 2001, el documento aprobado equiparara el sionismo con el racismo. Sí menciona la necesidad de recordar el Holocausto, a la vez que excluye el concepto de "difamación de religiones", que los países musulmanes pretendían incluir y que Occidente rechazó porque puede limitar la libertad de expresión.
El Gobierno israelí no ha ahorrado esfuerzos para promover el boicoteo de los países europeos y EE UU. Y ayer mismo mostró su indignación al llamar a consultas a su embajador en Suiza, Ilan Elgar, después de que el presidente helvético, Hans Rudolf Merz, se entrevistara con Ahmadineyad. El delegado israelí ante el foro suizo de la ONU, Ronnie Lashno-Yaar, dirigía una campaña para desacreditar al régimen iraní centrada en las violaciones de derechos humanos y las ejecuciones públicas.
No faltan, sin embargo, las voces en Israel que critican a su Gobierno por el boicoteo a la cumbre. Consideran que es necesario que se escuche su voz y que su ausencia sólo contribuye a que líderes como Ahmadineyad lleven la iniciativa.
Los representantes europeos aseguraban que regresarían a las sesiones de la conferencia tras el ataque frontal del presidente persa al Estado sionista. En todo caso, la cumbre difícilmente concluirá en éxito.
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