Por Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica Catalana (EL PERIÓDICO, 06/10/08):
Un movimiento islámico implantado en Catalunya es la Yama’at at-Tabligh ad-Dawa (Congregación para la Predicación y el Llamamiento). Fue fundado en 1927 en Nueva Delhi por Maulana Ilyas como movimiento de reforma religiosa, con el objetivo de volver a la espiritualidad de los piadosos antepasados (salaf), reforzar la identidad de los musulmanes en un contexto no musulmán y contrarrestar la influencia de Occidente. La idea básica es la reforma de uno mismo como base de la reforma de la sociedad, con el mandato del aprendizaje constante, la devoción y la reislamización de la vida cotidiana. En esto no se diferencia mucho de otros movimientos islamistas, pero sí en su apoliticismo manifiesto.
Hoy es uno de los mayores movimientos islámicos del mundo. Cada año organiza una congregación mundial, el Bishwa Ijtema, en Bangladés. Consiste en tres días de plegarias y discursos piadosos y es, junto con el peregrinaje a La Meca, la congregación anual de musulmanes más multitudinaria. En el 2007, afirman, reunieron a tres millones de personas.
El Tabligh fue propagado en Catalunya principalmente desde Marruecos, donde está presente desde los años 70 del pasado siglo. Actualmente controla varias mezquitas importantes, especialmente la mezquita Tariq Ben Ziyad, en Barcelona. Sin ser ni mucho menos mayoritario, tiene un papel muy destacado, pues el presidente del Consejo Islámico Cultural de Catalunya (CICC), Hasán Lahcen Saaou, es el líder del Tabligh en Catalunya, y en el núcleo duro del CICC hay otros imanes del movimiento. Sin olvidar que hablamos de la entidad islámica privilegiada (política y económicamente) por la Generalitat.
Distintos informes de los últimos años han acusado a este movimiento de ser un foco de radicalismo, y en algunos países occidentales está prohibido. Llegados a este punto, hay que decir que la acusación de connivencia con el terrorismo es infundada. La Yama’at at-Tabligh es un movimiento declaradamente apolítico, concentrado en la devoción y la mejora de la conducta. Pese a esto, algunas personas que formaron parte de él han sido inculpados en delitos de terrorismo, como los detenidos en el Raval a comienzos de este año. El problema básico es que se trata de un movimiento abierto, sin un registro de sus miembros. No se puede culpar al Tabligh de lo que hagan determinadas personas que en un momento determinado han participado en sus actividades, aunque es obvio que estas no se hubieran sentido atraídas por él si no existiera un cierto aire de familia.
PARA SER objetivos, el Tabligh debe ser juzgado por su propio ideario y actividades. Algo que se hace necesario desde el momento en que su líder es invitado al Parlament como representante de los musulmanes, sin que estos lo hayan elegido. Y es aquí donde se impone la pregunta: ¿su doctrina es positiva para la integración de los musulmanes? La respuesta no puede ser más que negativa en la medida en que se trata de un movimiento que llama a los musulmanes a mantener una identidad islámica diferenciada respecto de la sociedad de acogida.
La entrada en este movimiento lleva muchas veces a separarse de la vida anterior, y a menudo se le acusa de romper familias. Organiza retiros de aprendizaje en la India, Pakistán y Bangladés. Se produce una intensa aculturación y adoctrinamiento en un islam idealizado, pero de hecho muy contaminado por la cultura del subcontinente indio. Una de las cinco obligaciones esenciales del Tabligh es el servicio (jidmat), según el cual todos los miembros de la congregación son iguales y servidores unos de otros. En su forma ideal, las funciones son rotatorias, y el que un día es maestro al siguiente tiene asignada la cocina o la limpieza. Modestia, buenos modales, abnegación… son los valores que trata de fomentar. Las mujeres quedan segregadas, pero pueden formar sus propias yama’at (congregaciones).
Una vez adoctrinados, los iniciados se convierten en captadores de nuevos adeptos. La idea es que todo musulmán puede llamar a los demás a regresar al buen camino. Es lo que podemos llamar “apoderamiento de los ignorantes”, y solo los iniciados se convierten en predicadores (esto es lo que significa tabligh). Un buen musulmán no necesita teologías. El mejor tabligh es el más hábil a la hora de ganar adeptos. Se enseñan trucos y métodos para conmover a los hermanos descarriados, hacerles temer el infierno y desear el paraíso.
CON ESTE método de captación, se comprende que su nivel intelectual sea, en general, muy pobre. Se supone que cualquier movimiento tiene sus intelectuales, pero en el Tabligh son difíciles de encontrar. La literatura generada en ocho décadas de proselitismo se reduce a plegarias y llamadas a ser un buen musulmán. El Tabligh es un movimiento piadoso. El análisis de la realidad política o social es inexistente. Pensamiento plano: un buen tabligh es alérgico a lo intelectual. Para él, un hombre de conocimiento es alguien que se comporta respetablemente, que ha memorizado el Corán y que repite “Al-hamdulilâh” (alabado sea Dios) al final de cada frase. Religiosidad en estado puro: ¿por qué complicarse la vida, si con rogar, predicar y ser humildes nos ganamos el paraíso? No tengáis la menor duda: los tabligh son gente honrada.
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