Por Walter Laqueur, director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington (LA VANGUARDIA, 28/04/09):
En los pasillos del poder en Washington se comenta que los dos próximos meses en Pakistán serán cruciales y que esta será la próxima gran crisis mundial. Como de costumbre, tales comentarios se deben recibir con cautela; resulta altamente probable que se trate de la próxima crisis importante, pero ¿por qué dos meses? Habitualmente tales crisis se incuban y manifiestan a lo largo de un periodo de tiempo más dilatado - es menester reconocerlo-,pero en ocasiones pueden sobrevenir con mayor celeridad. La crisis de Pakistán se refiere a unas cuestiones meridianas: los talibanes quieren apoderarse de Pakistán, el Gobierno es débil, las fuerzas armadas pakistaníes no quieren (o no pueden) combatir contra los talibanes y Pakistán posee el arma nuclear. En comparación, la guerra en Afganistán constituye un episodio local carente de gran relieve. Cada vez más gente pregunta por qué la OTAN debería estar presente en Afganistán, cuestión de más fácil respuesta hace tan sólo unos años: si los talibanes se hacían con el poder, tal factor representaría una victoria de la barbarie… Y, en segundo lugar, Al Qaeda en Afganistán preparaba y prepara ataques terroristas en diversos lugares del planeta.
La naturaleza de los talibanes no ha variado, pero ¿es responsabilidad de la OTAN y sólo de ella llevar la democracia y los derechos humanos a todos los rincones del mundo? ¿Está dispuesta a cerrar la frontera entre Pakistán y Afganistán?
Mientras en Estados Unidos se aprecia cierto respaldo a tal iniciativa, en Europa casi brilla por su ausencia. Cuando el presidente Obama solicitó refuerzos en la reciente reunión en Estrasburgo, obtuvo la promesa de los socios europeos de la OTAN de que enviarían tres mil soldados, la mayoría para tareas de seguridad y no de combate. Y aun tal gesto se hizo con notable renuencia.
¿A qué obedece tal desgana? Se juzga (equivocadamente) que Afganistán es un cementerio de imperios porque los británicos fueron derrotados allí en el siglo XIX y porque los rusos debieron retirarse durante el mandato de Gorbachov. El imperio soviético no cayó a causa de Afganistán. Los talibanes han sufrido el castigo de las incursiones de las aeronaves no tripuladas estadounidenses durante los últimos meses, pero los gobiernos pakistaní y afgano han sido incapaces de darles la puntilla. Los talibanes pueden ser derrotados, pero nadie quiere enviar unos centenares de miles de soldados que serían menester para tal operación. También es verdad que los campos de entrenamiento de terroristas en Afganistán y los laboratorios de armas para preparar ataques a gran escala - con los que han amenazado líderes de Al Qaeda en las últimas semanas-podrían trasladarse a otros países como Somalia, Sudán y otros (el 11-S se preparó en Hamburgo, no en Kabul). En cualquier caso, si los talibanes fueran derrotados en Afganistán, podrían trasladar sus actividades a Pakistán, donde la OTAN no puede actuar. Afganistán seguiría representando una amenaza importante para la paz mundial y Pakistán todavía más. Pero también sería una amenaza parecida (o aún mayor) para países vecinos como India, China, Rusia (con sus intereses en Asia Central) e incluso Irán. Afganistán es actualmente y con diferencia el mayor exportador de droga, y ni siquiera los mulás en Irán han logrado impedir una peligrosa adicción a las drogas en su país. Estos países vecinos se verán obligados, aunque no les agrade, a adoptar un papel destacado a fin de restablecer el orden y la estabilidad, puesto que constituyen un objetivo mucho más cercano de los talibanes y Al Qaeda que Occidente, mucho más lejano. Pero no lo harán mientras la OTAN se halle involucrada tan profundamente en los problemas de la zona.
¿Por qué un Pakistán fallido y acabado es tan peligroso? Porque crearía un irredentismo, un conflicto constante con India. India podría derrotar a Pakistán con facilidad, como ha hecho varias veces en el pasado. Pero lo último que desearía es ocupar el país, sumando así otros 165 millones de musulmanes a su minoría actual de 150 millones. Un país dominado por los talibanes intentaría derribar los gobiernos de las repúblicas musulmanas de Asia Central antes pertenecientes a la Unión Soviética como Uzbekistán, Tayikistán, etcétera, como han tratado de hacer en los últimos años.
Ampliaría, además, su influencia sobre la minoría musulmana de China occidental, los uigures, que han mostrado aspiraciones secesionistas durante largo tiempo. Los talibanes suníes representarían una auténtica molestia para los chiíes iraníes. En otras palabras, todo el mundo desconfía de los talibanes, que provocan indignación, pero nadie se siente deseoso de verse involucrado en Pakistán y Afganistán.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que, si la OTAN dejara Afganistán y se desintegrara el Gobierno pakistaní, hayan de hacerlo quieran o no. Y, sobre todo, consta el factor alarmante de que Pakistán es una potencia nuclear, de modo que si el poder central se desmorona no habrá control sobre el destinatario o beneficiario de tales armas… Se trata de una pesadilla de tal naturaleza que el mundo no ha visto cosa igual.
Washington ha enviado a Richard Holbrooke, uno de sus diplomáticos más eficaces y valiosos, a abordar la situación de emergencia de AFG/ PAK (como ahora se denomina). Holbrooke logró propiciar un acuerdo de paz en los Balcanes en 1995 (los acuerdos de Dayton) que ha durado hasta la actualidad. Dadas las pasiones y odios desatados en la guerra de los Balcanes, pocos juzgaron posible tal logro en aquel momento. Sin embargo, en aquella guerra no había armamento nuclear y Holbrooke dijo recientemente que el problema de entonces era un juego de niños comparado con la pesadilla que se alza ante sus ojos en la actualidad.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
En los pasillos del poder en Washington se comenta que los dos próximos meses en Pakistán serán cruciales y que esta será la próxima gran crisis mundial. Como de costumbre, tales comentarios se deben recibir con cautela; resulta altamente probable que se trate de la próxima crisis importante, pero ¿por qué dos meses? Habitualmente tales crisis se incuban y manifiestan a lo largo de un periodo de tiempo más dilatado - es menester reconocerlo-,pero en ocasiones pueden sobrevenir con mayor celeridad. La crisis de Pakistán se refiere a unas cuestiones meridianas: los talibanes quieren apoderarse de Pakistán, el Gobierno es débil, las fuerzas armadas pakistaníes no quieren (o no pueden) combatir contra los talibanes y Pakistán posee el arma nuclear. En comparación, la guerra en Afganistán constituye un episodio local carente de gran relieve. Cada vez más gente pregunta por qué la OTAN debería estar presente en Afganistán, cuestión de más fácil respuesta hace tan sólo unos años: si los talibanes se hacían con el poder, tal factor representaría una victoria de la barbarie… Y, en segundo lugar, Al Qaeda en Afganistán preparaba y prepara ataques terroristas en diversos lugares del planeta.
La naturaleza de los talibanes no ha variado, pero ¿es responsabilidad de la OTAN y sólo de ella llevar la democracia y los derechos humanos a todos los rincones del mundo? ¿Está dispuesta a cerrar la frontera entre Pakistán y Afganistán?
Mientras en Estados Unidos se aprecia cierto respaldo a tal iniciativa, en Europa casi brilla por su ausencia. Cuando el presidente Obama solicitó refuerzos en la reciente reunión en Estrasburgo, obtuvo la promesa de los socios europeos de la OTAN de que enviarían tres mil soldados, la mayoría para tareas de seguridad y no de combate. Y aun tal gesto se hizo con notable renuencia.
¿A qué obedece tal desgana? Se juzga (equivocadamente) que Afganistán es un cementerio de imperios porque los británicos fueron derrotados allí en el siglo XIX y porque los rusos debieron retirarse durante el mandato de Gorbachov. El imperio soviético no cayó a causa de Afganistán. Los talibanes han sufrido el castigo de las incursiones de las aeronaves no tripuladas estadounidenses durante los últimos meses, pero los gobiernos pakistaní y afgano han sido incapaces de darles la puntilla. Los talibanes pueden ser derrotados, pero nadie quiere enviar unos centenares de miles de soldados que serían menester para tal operación. También es verdad que los campos de entrenamiento de terroristas en Afganistán y los laboratorios de armas para preparar ataques a gran escala - con los que han amenazado líderes de Al Qaeda en las últimas semanas-podrían trasladarse a otros países como Somalia, Sudán y otros (el 11-S se preparó en Hamburgo, no en Kabul). En cualquier caso, si los talibanes fueran derrotados en Afganistán, podrían trasladar sus actividades a Pakistán, donde la OTAN no puede actuar. Afganistán seguiría representando una amenaza importante para la paz mundial y Pakistán todavía más. Pero también sería una amenaza parecida (o aún mayor) para países vecinos como India, China, Rusia (con sus intereses en Asia Central) e incluso Irán. Afganistán es actualmente y con diferencia el mayor exportador de droga, y ni siquiera los mulás en Irán han logrado impedir una peligrosa adicción a las drogas en su país. Estos países vecinos se verán obligados, aunque no les agrade, a adoptar un papel destacado a fin de restablecer el orden y la estabilidad, puesto que constituyen un objetivo mucho más cercano de los talibanes y Al Qaeda que Occidente, mucho más lejano. Pero no lo harán mientras la OTAN se halle involucrada tan profundamente en los problemas de la zona.
¿Por qué un Pakistán fallido y acabado es tan peligroso? Porque crearía un irredentismo, un conflicto constante con India. India podría derrotar a Pakistán con facilidad, como ha hecho varias veces en el pasado. Pero lo último que desearía es ocupar el país, sumando así otros 165 millones de musulmanes a su minoría actual de 150 millones. Un país dominado por los talibanes intentaría derribar los gobiernos de las repúblicas musulmanas de Asia Central antes pertenecientes a la Unión Soviética como Uzbekistán, Tayikistán, etcétera, como han tratado de hacer en los últimos años.
Ampliaría, además, su influencia sobre la minoría musulmana de China occidental, los uigures, que han mostrado aspiraciones secesionistas durante largo tiempo. Los talibanes suníes representarían una auténtica molestia para los chiíes iraníes. En otras palabras, todo el mundo desconfía de los talibanes, que provocan indignación, pero nadie se siente deseoso de verse involucrado en Pakistán y Afganistán.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que, si la OTAN dejara Afganistán y se desintegrara el Gobierno pakistaní, hayan de hacerlo quieran o no. Y, sobre todo, consta el factor alarmante de que Pakistán es una potencia nuclear, de modo que si el poder central se desmorona no habrá control sobre el destinatario o beneficiario de tales armas… Se trata de una pesadilla de tal naturaleza que el mundo no ha visto cosa igual.
Washington ha enviado a Richard Holbrooke, uno de sus diplomáticos más eficaces y valiosos, a abordar la situación de emergencia de AFG/ PAK (como ahora se denomina). Holbrooke logró propiciar un acuerdo de paz en los Balcanes en 1995 (los acuerdos de Dayton) que ha durado hasta la actualidad. Dadas las pasiones y odios desatados en la guerra de los Balcanes, pocos juzgaron posible tal logro en aquel momento. Sin embargo, en aquella guerra no había armamento nuclear y Holbrooke dijo recientemente que el problema de entonces era un juego de niños comparado con la pesadilla que se alza ante sus ojos en la actualidad.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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