Hoy en día son muchas las técnicas que podemos encontrar para perder peso. Desde el siempre saludable ejercicio, hasta estudios punteros aplicados en medicamentos específicos para quemar grasas, pasando por las miles de dietas que se pueden encontrar por Internet.
Pero si ahora leyéramos que escribiendo podemos perder hasta el doble de peso, ¿qué pensaríamos?
Pues eso es lo que publican científicos de distintos centros de investigación clínica en un artículo del American Journal of Preventive Medicine del mes de agosto. Han encontrado resultados que afirman que gente que escribió un diario de lo que comía mientras seguía una dieta perdieron hasta el doble de peso que la gente que no lo hizo.
Entendamos porqué.
El estudio se realizó en cerca de 1.700 adultos (hombres y mujeres) con sobrepeso u obesos mayores de 25 años. Todos los participantes fueron animados a seguir alguna estrategia para perder peso como es la restricción de calorías, sesiones grupales semanales y moderada realización de ejercicio. Algunos de ellos, además rellenaron un diario de lo que iban comiendo a diario.
Tras seis meses de estudio, se comprobó que los participantes que habían escrito dicho diario habían perdido una media de 8 Kg., en comparación con los 4 Kg. de media que perdieron los que no hicieron su diario.
No nos engañemos, escribir no está considerado como deporte intenso, y no podemos pensar que se pierda peso porque el tiempo dedicado a escribir no se usa en comer. ¿Porqué los participantes perdieron entonces el doble de kilos?
El motivo está en su cabeza. Al escribir qué comían cada día, fueron capaces de identificar aquellos hábitos que había que modificar. Está claro que mucha gente es capaz de recordar lo que come, pero realmente sólo nos guardamos una idea general, y solemos tener memoria selectiva para olvidarnos de aquello que no era especialmente bueno para nuestro cuerpo.
En cambio, con el diario, se puede ver cual es la fuente de todas esas calorías que sobran, y lo lógico será eliminarla.
Y si además de escribir este diario se lo enseñamos a alguien al final del día, mucho mejor. Porque como dicen los investigadores, se trata de un acto de responsabilidad. Podremos pensar en comernos una galletita de más, pero no nos hará ninguna gracia tener que registrarlo para que alguien lo lea por la noche.
Mens sana in corpore sano, o eso dicen.
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