Por Enrique Barón Crespo, eurodiputado y ex presidente del Parlamento Europeo (EL MUNDO, 18/03/09):
Estamos tan ocupados en contemplar lo que va a hacer la Administración Obama que nos olvidamos de nuestras propias tareas. En la Unión Europea, el Gobierno de la República Checa, que ostenta la Presidencia semestral de los Veintisiete, ha vuelto a aplazar la ratificación parlamentaria del Tratado de Lisboa.
Inicialmente, el motivo explícito era que la coalición de extraños compañeros de cama ODS (derecha eurofóbica-verdes-comunistas) subordina esta cuestión esencial para la UE a la votación previa del escudo antimisiles propuesto por el ya ex presidente George Bush en suelo checo y polaco. Sin embargo, el Gobierno checo ahora busca otros pretextos para dicho aplazamiento, a la vista del giro político en EEUU y de la crisis geopolítica del gas con Rusia, país al que pretende dejar fuera de su propuesta de ampliación de la UE hacia el Este.
El proyecto de instalación de un sistema antimisiles de la OTAN en la frontera Este de la Unión Europea es una decisión grave desde el punto de vista estratégico. El argumento avanzado es que se pretende evitar un posible ataque nuclear iraní. Pero esta explicación no es susceptible de convencer ni al más fanático neocon americano ni al menos imperialista ruso. Además, ¿dónde irían a caer esos hipotéticos misiles nucleares tras atravesar toda Rusia, entre otros países?
Una decisión de tal alcance no debería haberse planteado como una cuestión bilateral entre dos estados de la UE -la República Checa y Polonia- y EEUU, ya que afecta a todos los países aliados en ambas organizaciones. Así se comprende mejor que no se quiera ratificar el Tratado de Lisboa, ya que éste amplía la Política Exterior y de Seguridad de los Veintisiete a la Defensa, y establece mecanismos para su refuerzo.
Además, supone una ruptura total con la política que ha permitido estabilizar Europa y superar la Guerra Fría desde Helsinki en la década de los 70, uno de cuyos elementos fundamentales es un mundo libre de la amenaza nuclear. El arma más poderosa que transformó un continente dividido fue la cooperación y el diálogo pacífico, con firmeza. El Muro de Berlín, el telón de acero, no fueron derribados hace 20 años por divisiones de tanques sino por la fuerza de los valores. Un paciente y perseverante trabajo por la estabilidad con el método comunitario que, al reemplazar enfrentamientos nacionalistas y militaristas por valores compartidos de democracia y buena vecindad, nos ha permitido cambiar la faz de Europa. Su resultado está ahí: en la reunificación alemana, en el final del Pacto de Varsovia y en la ampliación de la Unión Europea hacia el Centro y Este del continente, precisamente su zona de mayor inestabilidad.
El ejemplo más visible de este éxito de cooperación es precisamente que Chequia, otrora sometido al yugo soviético, preside ahora la Unión Europea, mal que le pese al presidente Vaclav Klaus, que compara ambos bloques. Es irresponsable poner este activo en peligro; hoy no existe ni amenaza territorial soviética ni riesgo de guerra de las galaxias en el corazón de Europa. Por lo tanto, nuestros desafíos son frenar los descabellados proyectos bélicos nucleares de Corea del Norte o Irán, o contener la peligrosa diseminación a partir de Pakistán enfrentada a una India nuclear
Por ello, el llamamiento formulado en Estados Unidos en 2007 conjuntamente por los ex secretarios de Defensa Kissinger, Schulz, Perry y el ex presidente del Comité de Defensa del Senado Sam Nunn, merece consideración y apoyo. Recientemente, ha tenido una respuesta positiva en Alemania con un llamamiento suscrito por el ex presidente Von Weizsäcker, el ex canciller Schmidt y el ex ministro de Asuntos Exteriores Genscher. Alemania comparte con España la renuncia al uso de armas nucleares, biológicas y químicas, y tendría sentido que nuestro país elevara de modo claro su voz en un tema de un amplio consenso.
En esencia, el planteamiento consiste en una actualización de la visión formulada por los entonces presidentes de Estados Unidos y la URSS, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, de un mundo libre de la amenaza nuclear. Y ello requiere una ambiciosa agenda de negociaciones para reducir el arsenal existente de cabezas nucleares, el refuerzo del Tratado de no Proliferación (TPN), la ratificación por EEUU del Tratado de prohibición de Ensayos nucleares, la destrucción de todas las armas nucleares de corto alcance, la renovación del Tratado de reducción de armas Estratégicas (START) y la restauración del Tratado ABN, sobre la base de que el espacio debe ser utilizado para fines pacíficos.
Para la Unión Europea, la cuestión es decidir si queremos ser protagonistas en esta noble tarea. Para la Presidencia checa del Consejo, en particular, el desafío es ser consecuente con su lema una Europa sin barreras, al que ha añadido un oportuno subtítulo una Europa con reglas. Las reglas actuales son que la Presidencia del Consejo Europeo tiene una función moderadora y de impulso, como en una comunidad de vecinos, que es lo que somos, no en una Monarquía Absoluta temporal.
La actualización de estas reglas es lo que supone el Tratado de Lisboa, firmado por todos y ratificado ya por 25 estados miembros, y con una voluntad expresa de reconsideración por parte de Irlanda.Más aún cuando al mantenerse al margen del euro -mientras que su vecina Eslovaquia ha entrado el 1º de enero en la Moneda Unica-, la República checa se ha amputado de una función de dirección y liderzazo esencial frente a la crisis.
Por ello, no se comprende que el Gobierno de un país tan celoso de su soberanía como Chequia pueda decir que subordina su criterio a lo que haga otro estado como Irlanda, cuando éste se ha comprometido a volver a plantear el referéndum de ratificación del Tratado, con un cambio sustancial a favor de la opinión pública, después de ver lo que le ha ocurrido a su vecina Islandia. Ni se comprende que el presidente Klaus diga que, aunque el Parlamento checo ratifique el Tratado, él lo firmará cuando quiera.
En esta crítica no hay ningún tipo de animadversión. Tengo el orgullo de haberme dirigido como presidente del Parlamento Europeo en 1991 al entonces jefe de Estado checoslovaco para pedirle que se uniera a nuestra aventura, y tuve el honor de trabajar con el gran presidente checo Vaclav Havel para lograrlo. Como antecedente histórico que tanto les gusta citar a nuestros amigos checos, cabe recordar que, durante siglos, compartimos la empresa familiar europea de los Austrias.
De momento, los mensajes del vicepresidente de EEUU Joe Biden en Múnich y de la secretaria Estado, Hillary Clinton, en el Parlamento Europeo en Bruselas han sido claros en una línea de diálogo y negociación con Rusia. Es de esperar que los europeos de la UE no nos limitemos a ser espectadores pasivos y decidamos trabajar juntos con Obama en una política de cooperación y desarme, y no de confrontación y rearme.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
Estamos tan ocupados en contemplar lo que va a hacer la Administración Obama que nos olvidamos de nuestras propias tareas. En la Unión Europea, el Gobierno de la República Checa, que ostenta la Presidencia semestral de los Veintisiete, ha vuelto a aplazar la ratificación parlamentaria del Tratado de Lisboa.
Inicialmente, el motivo explícito era que la coalición de extraños compañeros de cama ODS (derecha eurofóbica-verdes-comunistas) subordina esta cuestión esencial para la UE a la votación previa del escudo antimisiles propuesto por el ya ex presidente George Bush en suelo checo y polaco. Sin embargo, el Gobierno checo ahora busca otros pretextos para dicho aplazamiento, a la vista del giro político en EEUU y de la crisis geopolítica del gas con Rusia, país al que pretende dejar fuera de su propuesta de ampliación de la UE hacia el Este.
El proyecto de instalación de un sistema antimisiles de la OTAN en la frontera Este de la Unión Europea es una decisión grave desde el punto de vista estratégico. El argumento avanzado es que se pretende evitar un posible ataque nuclear iraní. Pero esta explicación no es susceptible de convencer ni al más fanático neocon americano ni al menos imperialista ruso. Además, ¿dónde irían a caer esos hipotéticos misiles nucleares tras atravesar toda Rusia, entre otros países?
Una decisión de tal alcance no debería haberse planteado como una cuestión bilateral entre dos estados de la UE -la República Checa y Polonia- y EEUU, ya que afecta a todos los países aliados en ambas organizaciones. Así se comprende mejor que no se quiera ratificar el Tratado de Lisboa, ya que éste amplía la Política Exterior y de Seguridad de los Veintisiete a la Defensa, y establece mecanismos para su refuerzo.
Además, supone una ruptura total con la política que ha permitido estabilizar Europa y superar la Guerra Fría desde Helsinki en la década de los 70, uno de cuyos elementos fundamentales es un mundo libre de la amenaza nuclear. El arma más poderosa que transformó un continente dividido fue la cooperación y el diálogo pacífico, con firmeza. El Muro de Berlín, el telón de acero, no fueron derribados hace 20 años por divisiones de tanques sino por la fuerza de los valores. Un paciente y perseverante trabajo por la estabilidad con el método comunitario que, al reemplazar enfrentamientos nacionalistas y militaristas por valores compartidos de democracia y buena vecindad, nos ha permitido cambiar la faz de Europa. Su resultado está ahí: en la reunificación alemana, en el final del Pacto de Varsovia y en la ampliación de la Unión Europea hacia el Centro y Este del continente, precisamente su zona de mayor inestabilidad.
El ejemplo más visible de este éxito de cooperación es precisamente que Chequia, otrora sometido al yugo soviético, preside ahora la Unión Europea, mal que le pese al presidente Vaclav Klaus, que compara ambos bloques. Es irresponsable poner este activo en peligro; hoy no existe ni amenaza territorial soviética ni riesgo de guerra de las galaxias en el corazón de Europa. Por lo tanto, nuestros desafíos son frenar los descabellados proyectos bélicos nucleares de Corea del Norte o Irán, o contener la peligrosa diseminación a partir de Pakistán enfrentada a una India nuclear
Por ello, el llamamiento formulado en Estados Unidos en 2007 conjuntamente por los ex secretarios de Defensa Kissinger, Schulz, Perry y el ex presidente del Comité de Defensa del Senado Sam Nunn, merece consideración y apoyo. Recientemente, ha tenido una respuesta positiva en Alemania con un llamamiento suscrito por el ex presidente Von Weizsäcker, el ex canciller Schmidt y el ex ministro de Asuntos Exteriores Genscher. Alemania comparte con España la renuncia al uso de armas nucleares, biológicas y químicas, y tendría sentido que nuestro país elevara de modo claro su voz en un tema de un amplio consenso.
En esencia, el planteamiento consiste en una actualización de la visión formulada por los entonces presidentes de Estados Unidos y la URSS, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, de un mundo libre de la amenaza nuclear. Y ello requiere una ambiciosa agenda de negociaciones para reducir el arsenal existente de cabezas nucleares, el refuerzo del Tratado de no Proliferación (TPN), la ratificación por EEUU del Tratado de prohibición de Ensayos nucleares, la destrucción de todas las armas nucleares de corto alcance, la renovación del Tratado de reducción de armas Estratégicas (START) y la restauración del Tratado ABN, sobre la base de que el espacio debe ser utilizado para fines pacíficos.
Para la Unión Europea, la cuestión es decidir si queremos ser protagonistas en esta noble tarea. Para la Presidencia checa del Consejo, en particular, el desafío es ser consecuente con su lema una Europa sin barreras, al que ha añadido un oportuno subtítulo una Europa con reglas. Las reglas actuales son que la Presidencia del Consejo Europeo tiene una función moderadora y de impulso, como en una comunidad de vecinos, que es lo que somos, no en una Monarquía Absoluta temporal.
La actualización de estas reglas es lo que supone el Tratado de Lisboa, firmado por todos y ratificado ya por 25 estados miembros, y con una voluntad expresa de reconsideración por parte de Irlanda.Más aún cuando al mantenerse al margen del euro -mientras que su vecina Eslovaquia ha entrado el 1º de enero en la Moneda Unica-, la República checa se ha amputado de una función de dirección y liderzazo esencial frente a la crisis.
Por ello, no se comprende que el Gobierno de un país tan celoso de su soberanía como Chequia pueda decir que subordina su criterio a lo que haga otro estado como Irlanda, cuando éste se ha comprometido a volver a plantear el referéndum de ratificación del Tratado, con un cambio sustancial a favor de la opinión pública, después de ver lo que le ha ocurrido a su vecina Islandia. Ni se comprende que el presidente Klaus diga que, aunque el Parlamento checo ratifique el Tratado, él lo firmará cuando quiera.
En esta crítica no hay ningún tipo de animadversión. Tengo el orgullo de haberme dirigido como presidente del Parlamento Europeo en 1991 al entonces jefe de Estado checoslovaco para pedirle que se uniera a nuestra aventura, y tuve el honor de trabajar con el gran presidente checo Vaclav Havel para lograrlo. Como antecedente histórico que tanto les gusta citar a nuestros amigos checos, cabe recordar que, durante siglos, compartimos la empresa familiar europea de los Austrias.
De momento, los mensajes del vicepresidente de EEUU Joe Biden en Múnich y de la secretaria Estado, Hillary Clinton, en el Parlamento Europeo en Bruselas han sido claros en una línea de diálogo y negociación con Rusia. Es de esperar que los europeos de la UE no nos limitemos a ser espectadores pasivos y decidamos trabajar juntos con Obama en una política de cooperación y desarme, y no de confrontación y rearme.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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