Por Kenneth Weisbrode, miembro del Consejo Atlántico de Estados Unidos (LA VANGUARDIA, 28/03/09):
A principios del próximo mes de abril, la OTAN celebra su sexagésimo aniversario. La organización ha durado más de lo que mucha gente creía. Se ha señalado con frecuencia su declive, no sólo desde el término de la guerra fría hace dos decenios, sino, en realidad, desde sus inicios. Desde los años cincuenta se ha planteado repetidas veces la misma pregunta: “¿Se marchita la OTAN?”. Sin embargo, la Alianza persevera.
¿Cómo es eso? El texto de los borradores de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte en 1948-49 ya daba a entender que la longevidad de la Alianza respondería de hecho a la ambigüedad inherente a la propia Alianza. Se trata de una alianza defensiva, desde luego - el artículo V declara que un ataque contra un miembro de la organización es un ataque contra todos-,pero la forma en que cada miembro ayuda al/ a los otro/ s se deja abierta a la interpretación.
En realidad, la OTAN siempre ha tenido un matiz más político que militar. Durante la guerra fría cobró asimismo una cierta dimensión cultural como realidad que encarnaba a “Occidente” y su unidad contra la amenaza soviética en Europa.
Desde entonces, la organización ha evolucionado hacia algo parecido a una organización colectiva de seguridad, comprometida en operaciones en el extranjero o en misiones de paz muy lejos de sus fronteras, además de promover la seguridad interna.
Después de 1992, muchos atlantistas confiaron en que la Unión Europea asumiría el liderazgo mediante la integración de los países del antiguo bloque de la Unión Soviética mientras la OTAN reflexionaba sobre su papel posterior a la guerra fría. Indudablemente, habría sido menos provocador (o incluso menos ofensivo) para los derrotados rusos. Pero fue al revés, y la OTAN dejó atrás ampliamente a la UE. En la actualidad, ambas instituciones pueden constatar cómo su territorio llega casi a las fronteras de Rusia. Sin embargo, Europa sigue siendo una realidad no enteramente “completa y democrática”, debido en buena parte a la ambigüedad presente en la misma esencia de la larga vida de la OTAN.
Actualmente, la ambigüedad se ha desviado para extraviarse en los dominios de la ambivalencia. A la mayoría de los países de la OTAN les costaría trabajo decir qué propósitos atiende en realidad la Alianza. ¿Contra quién defiende? Mucha gente dirá en Europa central y del este que defiende contra una Rusia potencialmente hostil. Sin embargo, la propia OTAN nunca puede decir tal cosa, sobre todo porque ha tratado en principio de convertirse en socio permanente de Rusia al promover la seguridad común a través del territorio de Eurasia.
Otros dirán que la OTAN defiende a sus miembros contra cualquier tipo de amenazas indeterminadas que guardan relación con el terrorismo. Pero ¿cómo? ¿Enviando tropas para erradicar los campos de opio y coser a balazos aldeas en Afganistán?
Entre tanto, la Unión Europea - aunque a trompicones-parece cultivar ciertas aspiraciones en materia de seguridad, aunque dar cumplimiento a esta tarea requerirá tiempo y cabe también la incertidumbre sobre el grado de vigor que en definitiva alcanzará. Desde luego no estamos hablando de una alianza militar hecha y derecha como la de la OTAN en nuestra época.
Aun en el caso de que la OTAN fuera reemplazada en último término por una organización de defensa genuinamente europea, la UE afrontaría cuestiones todavía más arduas. Esto es:
¿cómo puede defenderse Europa a sí misma mientras un poderoso ejército como el turco y un país dotado con un inmenso arsenal nuclear como Rusia se hallan en sus mismas fronteras al sur y el este, excluidas por cierto en calidad de socios de pleno derecho de las principales instituciones europeas?
El primer secretario general de la OTAN, lord Ismay, dijo en una famosa declaración que el propósito de la Alianza era “mantener a Estados Unidos dentro, a Rusia fuera y a Alemania debajo”. Mantener a Estados Unidos en su seno - es decir, comprometido activamente en la defensa de Europa-sigue constituyendo un importante desafío y no se debería dar por supuesto. Los otros dos objetivos han vencido. Pero la OTAN parece seguir existiendo para mantener a Estados Unidos y Turquía en su seno, a Rusia debajo y a la UE fuera del tema de la defensa. Es imposible predecir si esta fórmula podrá durar otros 60 años.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
A principios del próximo mes de abril, la OTAN celebra su sexagésimo aniversario. La organización ha durado más de lo que mucha gente creía. Se ha señalado con frecuencia su declive, no sólo desde el término de la guerra fría hace dos decenios, sino, en realidad, desde sus inicios. Desde los años cincuenta se ha planteado repetidas veces la misma pregunta: “¿Se marchita la OTAN?”. Sin embargo, la Alianza persevera.
¿Cómo es eso? El texto de los borradores de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte en 1948-49 ya daba a entender que la longevidad de la Alianza respondería de hecho a la ambigüedad inherente a la propia Alianza. Se trata de una alianza defensiva, desde luego - el artículo V declara que un ataque contra un miembro de la organización es un ataque contra todos-,pero la forma en que cada miembro ayuda al/ a los otro/ s se deja abierta a la interpretación.
En realidad, la OTAN siempre ha tenido un matiz más político que militar. Durante la guerra fría cobró asimismo una cierta dimensión cultural como realidad que encarnaba a “Occidente” y su unidad contra la amenaza soviética en Europa.
Desde entonces, la organización ha evolucionado hacia algo parecido a una organización colectiva de seguridad, comprometida en operaciones en el extranjero o en misiones de paz muy lejos de sus fronteras, además de promover la seguridad interna.
Después de 1992, muchos atlantistas confiaron en que la Unión Europea asumiría el liderazgo mediante la integración de los países del antiguo bloque de la Unión Soviética mientras la OTAN reflexionaba sobre su papel posterior a la guerra fría. Indudablemente, habría sido menos provocador (o incluso menos ofensivo) para los derrotados rusos. Pero fue al revés, y la OTAN dejó atrás ampliamente a la UE. En la actualidad, ambas instituciones pueden constatar cómo su territorio llega casi a las fronteras de Rusia. Sin embargo, Europa sigue siendo una realidad no enteramente “completa y democrática”, debido en buena parte a la ambigüedad presente en la misma esencia de la larga vida de la OTAN.
Actualmente, la ambigüedad se ha desviado para extraviarse en los dominios de la ambivalencia. A la mayoría de los países de la OTAN les costaría trabajo decir qué propósitos atiende en realidad la Alianza. ¿Contra quién defiende? Mucha gente dirá en Europa central y del este que defiende contra una Rusia potencialmente hostil. Sin embargo, la propia OTAN nunca puede decir tal cosa, sobre todo porque ha tratado en principio de convertirse en socio permanente de Rusia al promover la seguridad común a través del territorio de Eurasia.
Otros dirán que la OTAN defiende a sus miembros contra cualquier tipo de amenazas indeterminadas que guardan relación con el terrorismo. Pero ¿cómo? ¿Enviando tropas para erradicar los campos de opio y coser a balazos aldeas en Afganistán?
Entre tanto, la Unión Europea - aunque a trompicones-parece cultivar ciertas aspiraciones en materia de seguridad, aunque dar cumplimiento a esta tarea requerirá tiempo y cabe también la incertidumbre sobre el grado de vigor que en definitiva alcanzará. Desde luego no estamos hablando de una alianza militar hecha y derecha como la de la OTAN en nuestra época.
Aun en el caso de que la OTAN fuera reemplazada en último término por una organización de defensa genuinamente europea, la UE afrontaría cuestiones todavía más arduas. Esto es:
¿cómo puede defenderse Europa a sí misma mientras un poderoso ejército como el turco y un país dotado con un inmenso arsenal nuclear como Rusia se hallan en sus mismas fronteras al sur y el este, excluidas por cierto en calidad de socios de pleno derecho de las principales instituciones europeas?
El primer secretario general de la OTAN, lord Ismay, dijo en una famosa declaración que el propósito de la Alianza era “mantener a Estados Unidos dentro, a Rusia fuera y a Alemania debajo”. Mantener a Estados Unidos en su seno - es decir, comprometido activamente en la defensa de Europa-sigue constituyendo un importante desafío y no se debería dar por supuesto. Los otros dos objetivos han vencido. Pero la OTAN parece seguir existiendo para mantener a Estados Unidos y Turquía en su seno, a Rusia debajo y a la UE fuera del tema de la defensa. Es imposible predecir si esta fórmula podrá durar otros 60 años.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario