sábado, marzo 21, 2009

Mercados matrimoniales

Por Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF y Fundació Umbele (LA VANGUARDIA, 17/03/09):

¿Sabían que los hombres altos tienen más hijos que los bajos? Aunque a muchos de ustedes les sorprenda, algunos economistas intentamos explicar por qué. En 1973, el premio Nobel Gary Becker empezó a estudiar fenómenos sociológicos con las herramientas que los economistas utilizamos para analizar decisiones individuales. Entre las decisiones importantes que uno toma está la de con quién casarse y tener hijos. Según Becker, si todos tuviéramos la capacidad de decidir pareja, veríamos que los machos más atractivos se hacen con las hembras más atractivas (o al revés).

La pregunta clave, pues, es: ¿qué hace atractivos a hombres y mujeres? El cliché nos dice que los hombres valoran belleza y juventud y las mujeres valoran dinero y poder. También nos dice que la gente de una etnia y religión determinadas encuentra atractiva a la gente de la misma etnia y religión.

Algunos de estos clichés tienen fundamentos en la psicología evolutiva. Recuerden que a Darwin se le ocurrió una de las claves de su teoría de la evolución cuando se preguntó por qué el pavo real tenía esas plumas tan incómodas que le perjudicaban a la hora de buscar alimento o escapar de los depredadores. Su respuesta: la especie que sobrevive no es ni la que más come ni la que mejor se escapa, sino la que… ¡mejor se reproduce! Et voilà:las plumas del pavo tenían que resultar atractivas a las pavas (me refiero a las hembras del pavo). Es decir, a pesar de que perjudicaban a la hora de conseguir comida… permitían lograr pareja, y eso le daba ventaja en la competencia por la reproducción y la supervivencia de la especie.

Del mismo modo, nosotros somos los descendientes de los homínidos que resultaron más atractivos en la competencia por su reproducción. Los psicólogos evolutivos nos dicen que, seguramente, las madres que tuvieron éxito reproductivo son las que buscaron hombres poderosos y honestos (con recursos, capacidad y ganas de mantener a sus descendientes). Nuestros padres, por otro lado, debían buscar la belleza física, ya que, en psicología evolutiva, se asocia la belleza con la salud y la capacidad de tener hijos.

Y si los ancestros con ese tipo de gustos son los que se reprodujeron, nosotros deberíamos haber heredado esos gustos. La pregunta es: ¿es verdad? Para responder podríamos mirar con quién se casa cada uno. El problema es que las decisiones finales son el resultado tanto de las preferencias como de las oportunidades. Los negros tienen una mayor propensión a casarse con las negras por cuatro posibles razones: (1) porque ellas son racistas (con ello quiero decir que prefieren gente de su mismo color), (2) porque ellos son racistas, (3) porque ambos son racistas, y (4) porque nadie es racista, pero resulta que los negros raramente conocen a blancos, ya que viven en barrios separados.

Para separar lo que son las preferencias de las oportunidades, un equipo de la Universidad de Columbia (liderado por el profesor Ray Fisman) condujo un experimento en el que se ofrecía un “servicio de citas”. Una vez a la semana se reunía a un grupo de personas en un bar de Nueva York. Se aparejaba a cada hombre con cada mujer durante unos minutos. Acabada la cita, cada uno de ellos evaluaba el atractivo físico, simpatía, ambición, inteligencia e intereses comunes de la otra persona y decía si querría volver a citarse con ella. Al final de la noche, cada chico había conocido a cada chica y los investigadores tenían una visión precisa de lo que habían escogido. Después de dos años de citas, Fisman y sus colegas publicaron un artículo con los siguientes resultados:

Primero, se confirma el cliché y la teoría evolutiva de que los hombres valoran principalmente el aspecto físico y la belleza de la mujer.

Segundo, también se confirma el tópico de que las mujeres valoran la inteligencia y la ambición del hombre.

Tercero, lo que no quiere decir que los hombres no valoren la inteligencia. ¡No! No nos gustan las chicas tontas…, pero ¡nos dan miedo las demasiado listas! En el estudio, los varones rechazaron sistemáticamente a las mujeres que eran percibidas como más inteligentes o ambiciosas que ellos. Parece que los hombres somos seres de ego frágil y de fácil intimidación.

Cuarto, como predicen los psicólogos evolutivos, las mujeres valoran más la honestidad masculina que los hombres la femenina. Quinto, las mujeres son mucho más racistas: mientras los hombres aceptaron repetir citas con mujeres de todas las etnias, las mujeres denotaron una preferencia muy fuerte por la suya propia. Una excepción: las chicas orientales aceptaron a asiáticos y a blancos (aunque no a negros o latinos). El tópico de que a los hombres blancos nos gustan las orientales se derrumba: es verdad que en Estados Unidos las parejas interraciales más comunes son de hombre blanco y chica asiática, pero eso no es porque a los blancos nos gusten las orientales especialmente (de hecho, nos gustan todas), sino que son las asiáticas las que prefieren a los blancos.

Y finalmente, la belleza masculina. ¡Sí! Los hombres las preferimos guapas. Pero antes de que nos acusen de frivolidad, hay que decir que el estudio demuestra que… ¡el físico masculino es valorado por las chicas en igual magnitud! Lo que nos devuelve a los hombres altos y corpulentos: las mujeres se sienten atraídas por esas características, y por eso tienen mayor éxito a la hora de casarse en segundas nupcias con chicas jóvenes en edad reproductiva. Eso les permite tener más hijos que los bajitos. Son las peculiaridades de los mercados matrimoniales.

Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona

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