Por MIGUEL MORA Roma (ElPais.com, 24/03/2009)
Habla claro y sin retórica. Comienza a soltar verdades entre sonrisas, con la voz suave y el índice levantado. Enseguida, en la platea se deshacen los corrillos y surge el entusiasmo. Su cara redonda de niña, coleta y flequillo, engaña.
Tiene 38 años, es abogada, se llama Debora Serracchiani, es secretaria del Partido Democrático (PD) en Udine (noreste de Italia). Y en apenas dos días se ha convertido en la nueva esperanza de una oposición que busca desesperadamente una voz nueva y unitaria.
Algunos optimistas dicen que será la Obama del centro izquierda italiano. Como hizo en 2004 el actual presidente de Estados Unidos en la convención demócrata, ella ha saltado a la fama con un discurso impactante y conmovedor. Duró sólo 13 minutos, pero fue el más aplaudido en la Asamblea Nacional de los Círculos del PD, reunión de las bases y dirigentes locales.
El vídeo ha sido descargado miles de veces en Internet y en la web del PD (Youdem.it) es el más buscado del mes. Los comentarios son pura felicidad. "¡Grande!". "Finalmente una voz nueva". "¿Eres de verdad o un espejismo?".
Serracchiani se presentó diciendo "soy de Udine, la ciudad que acogió a Eluana Englaro", y luego pasó revista una a una a las torpezas e indecisiones que afligen a su partido, deprimido y dividido, que ha perdido el encanto y la estela que tomó en las primarias fundacionales de octubre de 2007.
Debora Serracchiani, dirigente italiana de 38 años, dirige su discurso durante la Asamblea Nacional de los Círculos del Partido Democrático- PD
"En estos meses se ha visto que el sentimiento de pertenencia al partido ha sido mucho más sentido por las bases que por los dirigentes", dijo, resumiendo el estado de ánimo de miles de militantes. "La culpa no es de Veltroni, sino de la falta de un liderazgo que realice una síntesis de la línea política", continuó, fresca y simpática. "La diversidad del partido es su riqueza, pero hay que aprender a hablar con una sola voz, a respetar a las mayorías, y si es necesario, a dejar a alguno en casa", proclamó entre ovaciones.
Según avanzaba, cada frase era aclamada con aplausos y gritos de "brava". "Tenemos que superar protagonismos y personalismos, inventar una línea política nueva, dar paso a una nueva generación, no solo de edad sino de mentalidad".
Criticó la división mostrada ante el debate sobre el testamento biológico, la búsqueda desenfrenada de visibilidad mediática, la lejanía de los dirigentes respecto a los problemas de los ciudadanos. Y mirando al secretario nacional, Dario Franceschini, le espetó: "No lo tienes fácil porque no eres una cara nueva. Pero tienes que dar una nueva credibilidad, y lo estás haciendo".
Para acabar, dejó su idea de país: "No nos reconocemos en un país que deja la seguridad en manos de sheriffs despolitizados; que piensa que los inmigrantes son criminales; que no invierte en la escuela, universidad e investigación, que cree que la crisis se arregla por tomarla más alegremente, que invita a los médicos a denunciar a sus pacientes, que no tasa a los más ricos porque son pocos".
Habla claro y sin retórica. Comienza a soltar verdades entre sonrisas, con la voz suave y el índice levantado. Enseguida, en la platea se deshacen los corrillos y surge el entusiasmo. Su cara redonda de niña, coleta y flequillo, engaña.
Tiene 38 años, es abogada, se llama Debora Serracchiani, es secretaria del Partido Democrático (PD) en Udine (noreste de Italia). Y en apenas dos días se ha convertido en la nueva esperanza de una oposición que busca desesperadamente una voz nueva y unitaria.
Algunos optimistas dicen que será la Obama del centro izquierda italiano. Como hizo en 2004 el actual presidente de Estados Unidos en la convención demócrata, ella ha saltado a la fama con un discurso impactante y conmovedor. Duró sólo 13 minutos, pero fue el más aplaudido en la Asamblea Nacional de los Círculos del PD, reunión de las bases y dirigentes locales.
El vídeo ha sido descargado miles de veces en Internet y en la web del PD (Youdem.it) es el más buscado del mes. Los comentarios son pura felicidad. "¡Grande!". "Finalmente una voz nueva". "¿Eres de verdad o un espejismo?".
Serracchiani se presentó diciendo "soy de Udine, la ciudad que acogió a Eluana Englaro", y luego pasó revista una a una a las torpezas e indecisiones que afligen a su partido, deprimido y dividido, que ha perdido el encanto y la estela que tomó en las primarias fundacionales de octubre de 2007.
Debora Serracchiani, dirigente italiana de 38 años, dirige su discurso durante la Asamblea Nacional de los Círculos del Partido Democrático- PD
"En estos meses se ha visto que el sentimiento de pertenencia al partido ha sido mucho más sentido por las bases que por los dirigentes", dijo, resumiendo el estado de ánimo de miles de militantes. "La culpa no es de Veltroni, sino de la falta de un liderazgo que realice una síntesis de la línea política", continuó, fresca y simpática. "La diversidad del partido es su riqueza, pero hay que aprender a hablar con una sola voz, a respetar a las mayorías, y si es necesario, a dejar a alguno en casa", proclamó entre ovaciones.
Según avanzaba, cada frase era aclamada con aplausos y gritos de "brava". "Tenemos que superar protagonismos y personalismos, inventar una línea política nueva, dar paso a una nueva generación, no solo de edad sino de mentalidad".
Criticó la división mostrada ante el debate sobre el testamento biológico, la búsqueda desenfrenada de visibilidad mediática, la lejanía de los dirigentes respecto a los problemas de los ciudadanos. Y mirando al secretario nacional, Dario Franceschini, le espetó: "No lo tienes fácil porque no eres una cara nueva. Pero tienes que dar una nueva credibilidad, y lo estás haciendo".
Para acabar, dejó su idea de país: "No nos reconocemos en un país que deja la seguridad en manos de sheriffs despolitizados; que piensa que los inmigrantes son criminales; que no invierte en la escuela, universidad e investigación, que cree que la crisis se arregla por tomarla más alegremente, que invita a los médicos a denunciar a sus pacientes, que no tasa a los más ricos porque son pocos".
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