Por RICARDO M. DE RITUERTO Bruselas (ElPais.com, 24/03/2009)
Mirek Topolanek, presidente de turno de la Unión Europea (UE), ha sucumbido hoy a una moción de censura de la izquierda en Praga y ha anunciado su dimisión como primer ministro de la República Checa. Topolanek podría seguir meses como primer ministro en funciones y concluir en junio su mandato como presidente de los Veintisiete, como desea la oposición que le ha derribado, pero su abrupta caída agrava la incertidumbre institucional en que se consume la Unión. Pendiente de que Irlanda apruebe en referéndum el Tratado de Lisboa, Topolanek ya había advertido que si él caía el Senado checo, donde su partido tiene casi la mitad de los votos, no ratificará el tratado que ha aprobado la Cámara baja.
El inestable equilibrio político checo, con un Parlamento partido por la mitad desde las elecciones de 2007, se ha estrellado hoy en una votación de censura contra Topolanek por sus intentos de impedir que una televisión emitiera un programa crítico sobre un diputado, formalmente independiente pero necesario para sostener la precaria mayoría del tripartito de centroderecha de Topolanek. Fue la gota que colmó el vaso de la izquierda, que había criticado acerbamente la política económica del Gobierno y su liberalismo.
Más allá de la mecánica interna, que puede permitir a Topolanek seguir durante meses en funciones, incluido el absurdo constitucional de que podría incluso llegar a concluir su mandato en 2011, el absurdo alcanza otra dimensión visto desde la óptica comunitaria. Ya hubo relevos de Gobierno cuando ejercían la presidencia de la Unión Dinamarca (1993) e Italia (1997), por elecciones previstas, pero el actual, además de traumático, se produce en medio de una profunda crisis económica que necesita de un liderazgo institucional creíble.
"Para Europa será una bofetada", comentaba hace unos días unos politóloga checa, en franco contraste con la opinión de un Topolanek que la semana pasada aseguraba en Bruselas que su derrota parlamentaria no tendría consecuencias para la presidencia comunitaria, en lo que también decía anoche confiar la Comisión Europea. Pero Topolanek anunció que si caía no habrá ratificación checa del Tratado de Lisboa -porque su partido, con sólidas opiniones en contra, ahora liberadas sin la responsabilidad del Gobierno, no lo aceptará en el Senado praguense- lo que introduce más nerviosismo institucional en una UE pendiente aún de los que decidan los irlandeses en nuevo referéndum. El espectáculo de la UE ante Washington también está servido. Topolanek será el anfitrión de Barack Obama en la cumbre entre la Unión y Estados Unidos a principios de abril.
Mirek Topolanek, presidente de turno de la Unión Europea (UE), ha sucumbido hoy a una moción de censura de la izquierda en Praga y ha anunciado su dimisión como primer ministro de la República Checa. Topolanek podría seguir meses como primer ministro en funciones y concluir en junio su mandato como presidente de los Veintisiete, como desea la oposición que le ha derribado, pero su abrupta caída agrava la incertidumbre institucional en que se consume la Unión. Pendiente de que Irlanda apruebe en referéndum el Tratado de Lisboa, Topolanek ya había advertido que si él caía el Senado checo, donde su partido tiene casi la mitad de los votos, no ratificará el tratado que ha aprobado la Cámara baja.
El inestable equilibrio político checo, con un Parlamento partido por la mitad desde las elecciones de 2007, se ha estrellado hoy en una votación de censura contra Topolanek por sus intentos de impedir que una televisión emitiera un programa crítico sobre un diputado, formalmente independiente pero necesario para sostener la precaria mayoría del tripartito de centroderecha de Topolanek. Fue la gota que colmó el vaso de la izquierda, que había criticado acerbamente la política económica del Gobierno y su liberalismo.
Más allá de la mecánica interna, que puede permitir a Topolanek seguir durante meses en funciones, incluido el absurdo constitucional de que podría incluso llegar a concluir su mandato en 2011, el absurdo alcanza otra dimensión visto desde la óptica comunitaria. Ya hubo relevos de Gobierno cuando ejercían la presidencia de la Unión Dinamarca (1993) e Italia (1997), por elecciones previstas, pero el actual, además de traumático, se produce en medio de una profunda crisis económica que necesita de un liderazgo institucional creíble.
"Para Europa será una bofetada", comentaba hace unos días unos politóloga checa, en franco contraste con la opinión de un Topolanek que la semana pasada aseguraba en Bruselas que su derrota parlamentaria no tendría consecuencias para la presidencia comunitaria, en lo que también decía anoche confiar la Comisión Europea. Pero Topolanek anunció que si caía no habrá ratificación checa del Tratado de Lisboa -porque su partido, con sólidas opiniones en contra, ahora liberadas sin la responsabilidad del Gobierno, no lo aceptará en el Senado praguense- lo que introduce más nerviosismo institucional en una UE pendiente aún de los que decidan los irlandeses en nuevo referéndum. El espectáculo de la UE ante Washington también está servido. Topolanek será el anfitrión de Barack Obama en la cumbre entre la Unión y Estados Unidos a principios de abril.
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