Por Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España (EL PAÍS, 03/04/09):
La escasa mención a Europa en los principales discursos de Obama y sus colaboradores ha llevado a muchos analistas a afirmar que Estados Unidos va a centrar sus esfuerzos diplomáticos en el área del Pacífico, en detrimento de la relación con sus tradicionales socios europeos.
Sin embargo, esta afirmación debe matizarse a la vista de las prioridades internacionales de la nueva Administración: la crisis económica, Afganistán, Pakistán, Oriente Próximo, Irán, Al Qaeda, la seguridad energética y el cambio climático, el desafío de una Rusia con renovadas ambiciones y la competencia comercial de China e India.
Ni en uno solo de estos graves retos Europa es un problema, y sí puede ser parte de la solución. No hay que olvidar que, pese a la debilidad que le otorga su poco ágil sistema institucional, la UE sigue siendo el primer mercado, el segundo presupuesto militar y el primer contribuyente de ayuda al desarrollo.
En Irán, Afganistán y Pakistán habrá también una mayor colaboración. Obama no es un pacifista y va a mantener el papel de potencia militar de Estados Unidos. Su opción es obtener de Europa una mayor vinculación en las soluciones, pero no sólo intelectualmente hablando, sino también con dinero y tropas. Ésta será la principal demanda de Obama a sus socios europeos durante los actos conmemorativos del 60º aniversario de la OTAN.
En la cuestión energética se va a colaborar vivamente. Ambos bloques comparten idénticas situaciones de dependencia y consumo. Por ello se va a ver una enorme colaboración en el tema energético, que puede llevar a la creación de una Agencia Mundial para las Energías Renovables que vamos a trabajar para que tenga su sede en España.
Por otro lado, el nuevo orden económico internacional tiene que llevarse a cabo con la anuencia de Europa. Lo que ha pasado en estos meses de intenso caos económico pone de manifiesto que las teorías del decoupling no funcionan, y que Europa y Estados Unidos tienen las economías muy entrelazadas. Para salir de esta tremenda crisis sistémica ambos bloques van a tener que colaborar estrechamente en lo que va a ser una reformulación ética del sistema capitalista.
El foro del G-20 que acaba de reunirse en Londres, y del que afortunadamente España ha formado parte, y seguirá formando, va a seguir reuniéndose por un tiempo. A medida que la crisis económica se acreciente, la pulsión proteccionista aumentará. Vamos a ver un hondo sentimiento de europeos y estadounidenses contra la deslocalización de procesos productivos, especialmente contra aquellos países que de alguna forma hacen dumping social o medioambiental o toleran la piratería de la propiedad intelectual. Las presiones que van a tener los gobernantes serán enormes, y la solución a este creciente sentimiento de los electorados va a requerir coordinación entre los dos principales importadores a nivel mundial (EE UU y la UE), lo que debería incluir el desbloqueo de la Ronda de Doha, si no se quiere ahogar el comercio internacional por décadas.
En este contexto, el plan Merkel de crear un Mercado Único Transatlántico puede tomar forma. Merkel relanzó durante su presidencia de la UE en 2007 el plan de crear un Mercado Único Regulatorio y Supervisor entre Europa y EE UU para establecer el principio de reconocimiento mutuo, armonización y coordinación de normativas y órganos regulatorios en materia de competencia, propiedad intelectual, mercados financieros, contabilidad, estándares industriales y de consumo y normativa medioambiental, con el objeto de aumentar la competitividad y reducir ineficiencias en lo que es el mayor mercado mundial, el mercado transatlántico.
Debe recordarse que la economía transatlántica genera el 58% del PIB mundial. El comercio y la inversión entre la Unión Europea y Estados Unidos suponen más de 3,75 billones de dólares y dan trabajo a 14 millones de los mejores empleos, siendo el fundamento, la piedra angular, de la economía mundial.
En cuanto a nuestro país, España puede ambicionar una relación especial con Estados Unidos, un trato de relación privilegiada dentro de Europa continental, y ése es un reto que, en la medida que el liderazgo de EE UU va para largo, puede permitir a España una mayor influencia en la gobernanza mundial.
Este reto puede tener su momentum en la futura presidencia española de la Unión Europea. A ese fin, nuestro país debe preparar una ambiciosa agenda transatlántica para la cumbre Estados Unidos-Unión Europea que se celebrará en Madrid durante el primer semestre de 2010 y que puede significar mucho para la consolidación de una nueva imagen de España en el mundo.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
La escasa mención a Europa en los principales discursos de Obama y sus colaboradores ha llevado a muchos analistas a afirmar que Estados Unidos va a centrar sus esfuerzos diplomáticos en el área del Pacífico, en detrimento de la relación con sus tradicionales socios europeos.
Sin embargo, esta afirmación debe matizarse a la vista de las prioridades internacionales de la nueva Administración: la crisis económica, Afganistán, Pakistán, Oriente Próximo, Irán, Al Qaeda, la seguridad energética y el cambio climático, el desafío de una Rusia con renovadas ambiciones y la competencia comercial de China e India.
Ni en uno solo de estos graves retos Europa es un problema, y sí puede ser parte de la solución. No hay que olvidar que, pese a la debilidad que le otorga su poco ágil sistema institucional, la UE sigue siendo el primer mercado, el segundo presupuesto militar y el primer contribuyente de ayuda al desarrollo.
En Irán, Afganistán y Pakistán habrá también una mayor colaboración. Obama no es un pacifista y va a mantener el papel de potencia militar de Estados Unidos. Su opción es obtener de Europa una mayor vinculación en las soluciones, pero no sólo intelectualmente hablando, sino también con dinero y tropas. Ésta será la principal demanda de Obama a sus socios europeos durante los actos conmemorativos del 60º aniversario de la OTAN.
En la cuestión energética se va a colaborar vivamente. Ambos bloques comparten idénticas situaciones de dependencia y consumo. Por ello se va a ver una enorme colaboración en el tema energético, que puede llevar a la creación de una Agencia Mundial para las Energías Renovables que vamos a trabajar para que tenga su sede en España.
Por otro lado, el nuevo orden económico internacional tiene que llevarse a cabo con la anuencia de Europa. Lo que ha pasado en estos meses de intenso caos económico pone de manifiesto que las teorías del decoupling no funcionan, y que Europa y Estados Unidos tienen las economías muy entrelazadas. Para salir de esta tremenda crisis sistémica ambos bloques van a tener que colaborar estrechamente en lo que va a ser una reformulación ética del sistema capitalista.
El foro del G-20 que acaba de reunirse en Londres, y del que afortunadamente España ha formado parte, y seguirá formando, va a seguir reuniéndose por un tiempo. A medida que la crisis económica se acreciente, la pulsión proteccionista aumentará. Vamos a ver un hondo sentimiento de europeos y estadounidenses contra la deslocalización de procesos productivos, especialmente contra aquellos países que de alguna forma hacen dumping social o medioambiental o toleran la piratería de la propiedad intelectual. Las presiones que van a tener los gobernantes serán enormes, y la solución a este creciente sentimiento de los electorados va a requerir coordinación entre los dos principales importadores a nivel mundial (EE UU y la UE), lo que debería incluir el desbloqueo de la Ronda de Doha, si no se quiere ahogar el comercio internacional por décadas.
En este contexto, el plan Merkel de crear un Mercado Único Transatlántico puede tomar forma. Merkel relanzó durante su presidencia de la UE en 2007 el plan de crear un Mercado Único Regulatorio y Supervisor entre Europa y EE UU para establecer el principio de reconocimiento mutuo, armonización y coordinación de normativas y órganos regulatorios en materia de competencia, propiedad intelectual, mercados financieros, contabilidad, estándares industriales y de consumo y normativa medioambiental, con el objeto de aumentar la competitividad y reducir ineficiencias en lo que es el mayor mercado mundial, el mercado transatlántico.
Debe recordarse que la economía transatlántica genera el 58% del PIB mundial. El comercio y la inversión entre la Unión Europea y Estados Unidos suponen más de 3,75 billones de dólares y dan trabajo a 14 millones de los mejores empleos, siendo el fundamento, la piedra angular, de la economía mundial.
En cuanto a nuestro país, España puede ambicionar una relación especial con Estados Unidos, un trato de relación privilegiada dentro de Europa continental, y ése es un reto que, en la medida que el liderazgo de EE UU va para largo, puede permitir a España una mayor influencia en la gobernanza mundial.
Este reto puede tener su momentum en la futura presidencia española de la Unión Europea. A ese fin, nuestro país debe preparar una ambiciosa agenda transatlántica para la cumbre Estados Unidos-Unión Europea que se celebrará en Madrid durante el primer semestre de 2010 y que puede significar mucho para la consolidación de una nueva imagen de España en el mundo.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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