Por Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF y Fundació Umbele (LA VANGUARDIA, 17/03/08):
Sabían ustedes que África ha mantenido tasas de crecimiento positivas durante doce años consecutivos? ¿Sabían que eso no pasaba desde… ¡nunca!? El crecimiento ha sido tan importante y tan beneficioso, que los niveles de pobreza extrema (el porcentaje de la gente que vive con menos de un dólar al día) han caído desde el 46% de 1995 al 37% del 2007.
¿A qué se debe este repentino éxito económico? Hay quien busca la causa en las subidas de precios de las materias primas que muchos países africanos producen. Claramente, los países exportadores de petróleo (Nigeria, Camerún, Gabón, Angola o Guinea, entre otros) se han beneficiado del desmesurado aumento del precio del crudo. Pero no hay que olvidar que el resto de África es importadora de petróleo, por lo que la subida de los precios de las materias que exportan se ha visto perjudicado por el encarecimiento del crudo que deben comprar. Puestos en la balanza todos los precios, el efecto neto para ellos ha sido negativo o nulo.
Si no son los precios, ¿qué explica el crecimiento sostenido de África durante doce años? Yo diría que hay al menos cinco factores importantes. Primero, por primera vez en la historia, la mayoría de los países africanos son democráticos. Cuando cayó el muro de Berlín, en África había solamente tres democracias. Hoy hay 23. Aunque las democracias no son inmunes a problemas de corrupción, inestabilidad, imperio de la ley, exceso de regulación o inefectividad del sector público (y, de hecho, la mayoría de países africanos todavía tienen que mejorar mucho en este sentido), sí que es verdad que las dictaduras tienden a ser peores en cada una de estas áreas. Las democracias africanas son jóvenes y delicadas…, pero poco a poco se van consolidando.
Segundo, después de las tan criticadas reformas del consenso de Washington de los noventa, la situación macroeconómica africana tiene una salud razonablemente buena: la inflación está por debajo del 10%, los déficits fiscales extravagantes han sido eliminados y las balanzas comerciales están más equilibradas.
Tercero, la deuda que se contrajo en los años setenta finalmente ha sido eliminada. Como era de esperar, las condonaciones masivas de los últimos años no han liberado los recursos económicos que habían prometido los profetas de la condonación, pero sí han conseguido que los políticos africanos ya no se quejen todo el día de la deuda y ya no tengan excusas para no hacer los deberes.
Cuarto, las nuevas tecnologías están penetrando rápidamente por todo el territorio. La telefonía móvil, por ejemplo, está permitiendo que la gente más emprendedora aumente los rendimientos de sus negocios de forma creativa: los agricultores pueden enviar SMS a diversos mercados para averiguar los precios antes de emprender un largo viaje con sus carros, lo que les permite dirigirse al sitio que les es más favorable y ganar más dinero; los trabajadores autónomos - fontaneros, pintores, carpinteros, etcétera- no tienen que estar todo el día delante de las tiendas esperando que alguien los contrate sino que cuelgan anuncios por las calles con el número de su teléfono móvil; los pescadores que no tienen refrigeración mantienen los peces vivos en jaulas dentro del mar hasta que reciben el SMS de los clientes demandando producto. Los móviles se están utilizando como bancos para realizar transferencias monetarias (tú vas al vendedor de tarjetas de móvil, le das 100 shillings y él te da un código secreto que tu envías a través del móvil a algún amigo tuyo en otra ciudad; este se dirige a otro vendedor de tarjetas de la misma cadena, le entrega el código y, a cambio, recibe los 100 shillings. Es un método de transferir dinero utilizado por la compañía Safari-Com en Kenia, muy efectivo en países con pocos cajeros automáticos y menos sucursales bancarias.
Las nuevas tecnologías están permitiendo a los africanos saltarse algunos estadios de desarrollo ya que están pasando de la nada a la telefonía móvil sin pasar por la telefonía fija, lo que les ahorra costosas inversiones en infraestructura que no se pueden permitir. Este salto los acerca a los países ricos.
Finalmente, un factor que ha contribuido al crecimiento africano ha sido la aparición de China. El impresionante crecimiento del gigante asiático ha afectado a África de muchas maneras, unas positivas y otras negativas: China es un enorme cliente con 1.300 millones de compradores, China es un competidor con empresas que producen mucho y barato, China es un inversor (el ahorro generado por sus ciudadanos está sirviendo para financiar proyectos empresariales en África), China concede créditos con menos condiciones que el Banco Mundial o el FMI, y, quizá lo más importante, China es un modelo que seguir: en 1975, a la muerte de Mao, China era más pobre que África y su gran éxito económico no sólo demuestra que se puede conseguir, sino que da pistas sobre cómo se puede hacer.
África reúne las condiciones para salir del pozo de la miseria. No será fácil ni automático, porque estas condiciones pueden quebrarse en cualquier momento: las democracias africanas son frágiles (y lo ocurrido en Kenia después de las elecciones es un trágico recordatorio), la inflación de los países ricos se puede contagiar, los políticos se pueden volver a endeudar y la crisis financiera de EE. UU. puede acabar afectando a China y, por ende, a los países africanos. No será fácil, pero lo que sí que es verdad es que, por primera vez en décadas, en África soplan vientos de esperanza.
Sabían ustedes que África ha mantenido tasas de crecimiento positivas durante doce años consecutivos? ¿Sabían que eso no pasaba desde… ¡nunca!? El crecimiento ha sido tan importante y tan beneficioso, que los niveles de pobreza extrema (el porcentaje de la gente que vive con menos de un dólar al día) han caído desde el 46% de 1995 al 37% del 2007.
¿A qué se debe este repentino éxito económico? Hay quien busca la causa en las subidas de precios de las materias primas que muchos países africanos producen. Claramente, los países exportadores de petróleo (Nigeria, Camerún, Gabón, Angola o Guinea, entre otros) se han beneficiado del desmesurado aumento del precio del crudo. Pero no hay que olvidar que el resto de África es importadora de petróleo, por lo que la subida de los precios de las materias que exportan se ha visto perjudicado por el encarecimiento del crudo que deben comprar. Puestos en la balanza todos los precios, el efecto neto para ellos ha sido negativo o nulo.
Si no son los precios, ¿qué explica el crecimiento sostenido de África durante doce años? Yo diría que hay al menos cinco factores importantes. Primero, por primera vez en la historia, la mayoría de los países africanos son democráticos. Cuando cayó el muro de Berlín, en África había solamente tres democracias. Hoy hay 23. Aunque las democracias no son inmunes a problemas de corrupción, inestabilidad, imperio de la ley, exceso de regulación o inefectividad del sector público (y, de hecho, la mayoría de países africanos todavía tienen que mejorar mucho en este sentido), sí que es verdad que las dictaduras tienden a ser peores en cada una de estas áreas. Las democracias africanas son jóvenes y delicadas…, pero poco a poco se van consolidando.
Segundo, después de las tan criticadas reformas del consenso de Washington de los noventa, la situación macroeconómica africana tiene una salud razonablemente buena: la inflación está por debajo del 10%, los déficits fiscales extravagantes han sido eliminados y las balanzas comerciales están más equilibradas.
Tercero, la deuda que se contrajo en los años setenta finalmente ha sido eliminada. Como era de esperar, las condonaciones masivas de los últimos años no han liberado los recursos económicos que habían prometido los profetas de la condonación, pero sí han conseguido que los políticos africanos ya no se quejen todo el día de la deuda y ya no tengan excusas para no hacer los deberes.
Cuarto, las nuevas tecnologías están penetrando rápidamente por todo el territorio. La telefonía móvil, por ejemplo, está permitiendo que la gente más emprendedora aumente los rendimientos de sus negocios de forma creativa: los agricultores pueden enviar SMS a diversos mercados para averiguar los precios antes de emprender un largo viaje con sus carros, lo que les permite dirigirse al sitio que les es más favorable y ganar más dinero; los trabajadores autónomos - fontaneros, pintores, carpinteros, etcétera- no tienen que estar todo el día delante de las tiendas esperando que alguien los contrate sino que cuelgan anuncios por las calles con el número de su teléfono móvil; los pescadores que no tienen refrigeración mantienen los peces vivos en jaulas dentro del mar hasta que reciben el SMS de los clientes demandando producto. Los móviles se están utilizando como bancos para realizar transferencias monetarias (tú vas al vendedor de tarjetas de móvil, le das 100 shillings y él te da un código secreto que tu envías a través del móvil a algún amigo tuyo en otra ciudad; este se dirige a otro vendedor de tarjetas de la misma cadena, le entrega el código y, a cambio, recibe los 100 shillings. Es un método de transferir dinero utilizado por la compañía Safari-Com en Kenia, muy efectivo en países con pocos cajeros automáticos y menos sucursales bancarias.
Las nuevas tecnologías están permitiendo a los africanos saltarse algunos estadios de desarrollo ya que están pasando de la nada a la telefonía móvil sin pasar por la telefonía fija, lo que les ahorra costosas inversiones en infraestructura que no se pueden permitir. Este salto los acerca a los países ricos.
Finalmente, un factor que ha contribuido al crecimiento africano ha sido la aparición de China. El impresionante crecimiento del gigante asiático ha afectado a África de muchas maneras, unas positivas y otras negativas: China es un enorme cliente con 1.300 millones de compradores, China es un competidor con empresas que producen mucho y barato, China es un inversor (el ahorro generado por sus ciudadanos está sirviendo para financiar proyectos empresariales en África), China concede créditos con menos condiciones que el Banco Mundial o el FMI, y, quizá lo más importante, China es un modelo que seguir: en 1975, a la muerte de Mao, China era más pobre que África y su gran éxito económico no sólo demuestra que se puede conseguir, sino que da pistas sobre cómo se puede hacer.
África reúne las condiciones para salir del pozo de la miseria. No será fácil ni automático, porque estas condiciones pueden quebrarse en cualquier momento: las democracias africanas son frágiles (y lo ocurrido en Kenia después de las elecciones es un trágico recordatorio), la inflación de los países ricos se puede contagiar, los políticos se pueden volver a endeudar y la crisis financiera de EE. UU. puede acabar afectando a China y, por ende, a los países africanos. No será fácil, pero lo que sí que es verdad es que, por primera vez en décadas, en África soplan vientos de esperanza.
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