Por Roger Jiménez, periodista (EL PERIÓDICO, 03/03/09):
Se li conosci li eviti (Si los conoce, evítelos) es el título de otra novedad editorial italiana a cargo de Chiarelettere con la firma de los periodistas Peter Gomez y Marco Travaglio, debeladores infatigables de tantas prácticas en lo que llaman un país de compadres, donde una mano lava la otra, donde se ayudan y protegen los del mismo grado y nivel, donde el ya precario confín entre el desparpajo y la ilegalidad permanece encerrado en una tupida praxis cotidiana de favores, conveniencias, incentivos, regalos suntuosos y viajes sin restricciones. La figura predilecta es, obviamente, la del primer ministro, Silvio Berlusconi. Por las casi 600 páginas del libro, que los autores califican de pronto socorro, desfilan en comitiva las familias políticas y los actuales parlamentarios, de los que se salvan unas pocas individualidades, i buoni (los buenos), según el riguroso y documentado catálogo de recomendados, reciclados, condenados, imputados, ignorantes, chaqueteros, tránsfugas y holgazanes que ocupan los escaños de Montecitorio.
EL EX ALCALDE de Roma Walter Veltroni, quien ha presentado su renuncia como líder del Partido Demócrata (PD) tras la humillante derrota sufrida en Cerdeña frente al Pueblo de la Libertad que lidera Il Cavaliere, tampoco sale bien librado, pese al reconocimiento de su encomiable tarea en el Campidoglio. Veltroni, que había prometido no presentar a ningún condenado, ni siquiera en primer grado, en las listas al Parlamento, acabó por enrolar a sentenciados en primer y segundo grado y a diversos imputados e indagados por la justicia. “Berlusconi, a su manera, mantuvo la palabra dada: se había comprometido a no presentar ’supuestos autores de delitos’ y, de hecho, llevó a las listas decenas de culpables, no supuestos, sino seguros”, comentan con causticidad. Además, ponen en evidencia las contradicciones de Veltroni, quien declaró en 1995 que nunca había sido comunista después de figurar 21 años inscrito en el viejo Partido Comunista Italiano (PCI) y haber dirigido su órgano de expresión L’Unità.
La salida de este hombre de la escena política después de 14 meses al frente del Partido Demócrata supone el reconocimiento tácito de un fracaso sin atenuantes. Su propuesta de colaboración con Berlusconi para lanzar un paquete de reformas “por el interés nacional” recibió el olímpico desdén del primer ministro. Fue el antiguo juez de Manos Limpias, Antonio Di Pietro, líder de un minúsculo partido, quien demostró tener más fibra y tirón en busca de los flancos débiles de Berlusconi.
Veltroni (53 años), sin ningún título universitario y diplomado como operador de cine, soñaba con refundar un gran partido –”la casa de los progresistas italianos”– más cerca de los demócratas estadounidenses que de la socialdemocracia europea, contando con el apoyo del exprimer ministro Romano Prodi y del líder de la Margarita, Francesco Rutelli. Pero se ha visto siempre socavado por Massimo D’Alema, un barón del viejo partido poscomunista y antiguo primer ministro, de brillante oratoria y con derechos adquiridos, cuyo rechazo a ocupar un simple escaño en la nueva legislatura debilitó considerablemente al centroizquierda. El mal endémico de la oposición está en sus particularismos y fragmentación, que han evitado la presencia de un líder único y programas con fuerza y verdadero gancho entre el electorado. El propio Rutelli ha sido taxativo al enjuiciar el absurdo desgaste de los anteriores gobiernos: “La izquierda en el poder (se refiere al periodo de D’Alema) debió resolver el conflicto de intereses y elaborar una ley sobre la información y la reglamentación de la televisión pública RAI. De haberlo hecho, hoy no estaríamos discutiendo sobre la manera de limitar esta superposición del poder privado de Berlusconi con el posible control de la televisión pública. Y si se hubiera hecho una reforma, aunque modesta, de la ley electoral, hoy tendríamos un contexto más sereno y tranquilo”.
LA PRINCIPAL formación de la oposición queda ahora a la intemperie y con un serio litigio interno para ver quién será el nuevo líder, que deberá esperar a las primarias del próximo otoño. Ya se ha movido alguna ficha en torno a la figura de Renato Soru, paradójicamente el gran perdedor en las recientes elecciones regionales de Cerdeña. Soru, de 51 años, expresidente del Gobierno de la isla, es fundador de la compañía de servicios de internet Tiscali, con base en Cagliari, y propietario del diario L’Unità. La revista Forbes lo presenta como uno de los hombres más ricos del mundo y valora su red en unos 4.000 millones de euros.
Quienes apoyan a Soru creen que un político-empresario será más eficaz para combatir a Berlusconi en las elecciones del 2011 que un profesional de la política. La presente situación, en cualquier caso, beneficia en grado máximo los intereses de Berlusconi, abrumado por la dura recesión económica del país y asediado de nuevo por los jueces de Milán con la acusación de haber sobornado al abogado británico David Mills para que prestara falso testimonio a su favor en el caso de una empresa instrumental en paraísos fiscales. Al menos, el desbarajuste en las filas de la oposición desvía la atención de la opinión pública, ya que el primer ministro se ha blindado con una ley inmunitaria mientras conserve el cargo.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
Se li conosci li eviti (Si los conoce, evítelos) es el título de otra novedad editorial italiana a cargo de Chiarelettere con la firma de los periodistas Peter Gomez y Marco Travaglio, debeladores infatigables de tantas prácticas en lo que llaman un país de compadres, donde una mano lava la otra, donde se ayudan y protegen los del mismo grado y nivel, donde el ya precario confín entre el desparpajo y la ilegalidad permanece encerrado en una tupida praxis cotidiana de favores, conveniencias, incentivos, regalos suntuosos y viajes sin restricciones. La figura predilecta es, obviamente, la del primer ministro, Silvio Berlusconi. Por las casi 600 páginas del libro, que los autores califican de pronto socorro, desfilan en comitiva las familias políticas y los actuales parlamentarios, de los que se salvan unas pocas individualidades, i buoni (los buenos), según el riguroso y documentado catálogo de recomendados, reciclados, condenados, imputados, ignorantes, chaqueteros, tránsfugas y holgazanes que ocupan los escaños de Montecitorio.
EL EX ALCALDE de Roma Walter Veltroni, quien ha presentado su renuncia como líder del Partido Demócrata (PD) tras la humillante derrota sufrida en Cerdeña frente al Pueblo de la Libertad que lidera Il Cavaliere, tampoco sale bien librado, pese al reconocimiento de su encomiable tarea en el Campidoglio. Veltroni, que había prometido no presentar a ningún condenado, ni siquiera en primer grado, en las listas al Parlamento, acabó por enrolar a sentenciados en primer y segundo grado y a diversos imputados e indagados por la justicia. “Berlusconi, a su manera, mantuvo la palabra dada: se había comprometido a no presentar ’supuestos autores de delitos’ y, de hecho, llevó a las listas decenas de culpables, no supuestos, sino seguros”, comentan con causticidad. Además, ponen en evidencia las contradicciones de Veltroni, quien declaró en 1995 que nunca había sido comunista después de figurar 21 años inscrito en el viejo Partido Comunista Italiano (PCI) y haber dirigido su órgano de expresión L’Unità.
La salida de este hombre de la escena política después de 14 meses al frente del Partido Demócrata supone el reconocimiento tácito de un fracaso sin atenuantes. Su propuesta de colaboración con Berlusconi para lanzar un paquete de reformas “por el interés nacional” recibió el olímpico desdén del primer ministro. Fue el antiguo juez de Manos Limpias, Antonio Di Pietro, líder de un minúsculo partido, quien demostró tener más fibra y tirón en busca de los flancos débiles de Berlusconi.
Veltroni (53 años), sin ningún título universitario y diplomado como operador de cine, soñaba con refundar un gran partido –”la casa de los progresistas italianos”– más cerca de los demócratas estadounidenses que de la socialdemocracia europea, contando con el apoyo del exprimer ministro Romano Prodi y del líder de la Margarita, Francesco Rutelli. Pero se ha visto siempre socavado por Massimo D’Alema, un barón del viejo partido poscomunista y antiguo primer ministro, de brillante oratoria y con derechos adquiridos, cuyo rechazo a ocupar un simple escaño en la nueva legislatura debilitó considerablemente al centroizquierda. El mal endémico de la oposición está en sus particularismos y fragmentación, que han evitado la presencia de un líder único y programas con fuerza y verdadero gancho entre el electorado. El propio Rutelli ha sido taxativo al enjuiciar el absurdo desgaste de los anteriores gobiernos: “La izquierda en el poder (se refiere al periodo de D’Alema) debió resolver el conflicto de intereses y elaborar una ley sobre la información y la reglamentación de la televisión pública RAI. De haberlo hecho, hoy no estaríamos discutiendo sobre la manera de limitar esta superposición del poder privado de Berlusconi con el posible control de la televisión pública. Y si se hubiera hecho una reforma, aunque modesta, de la ley electoral, hoy tendríamos un contexto más sereno y tranquilo”.
LA PRINCIPAL formación de la oposición queda ahora a la intemperie y con un serio litigio interno para ver quién será el nuevo líder, que deberá esperar a las primarias del próximo otoño. Ya se ha movido alguna ficha en torno a la figura de Renato Soru, paradójicamente el gran perdedor en las recientes elecciones regionales de Cerdeña. Soru, de 51 años, expresidente del Gobierno de la isla, es fundador de la compañía de servicios de internet Tiscali, con base en Cagliari, y propietario del diario L’Unità. La revista Forbes lo presenta como uno de los hombres más ricos del mundo y valora su red en unos 4.000 millones de euros.
Quienes apoyan a Soru creen que un político-empresario será más eficaz para combatir a Berlusconi en las elecciones del 2011 que un profesional de la política. La presente situación, en cualquier caso, beneficia en grado máximo los intereses de Berlusconi, abrumado por la dura recesión económica del país y asediado de nuevo por los jueces de Milán con la acusación de haber sobornado al abogado británico David Mills para que prestara falso testimonio a su favor en el caso de una empresa instrumental en paraísos fiscales. Al menos, el desbarajuste en las filas de la oposición desvía la atención de la opinión pública, ya que el primer ministro se ha blindado con una ley inmunitaria mientras conserve el cargo.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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