Por Miguel Angel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación (EL MUNDO, 03/04/09):
Mañana, 4 de abril, conmemoramos el 60 aniversario de la firma del Tratado de Washington, por el que se creó la Alianza Atlántica, y lo hacemos celebrando una cumbre de los jefes de Estado o de Gobierno de la OTAN en las ciudades de Estrasburgo y Kehl. Su organización conjunta por Francia y Alemania, en una región tan ligada a las dos guerras mundiales que asolaron a Europa en la primera mitad del siglo XX, tiene un gran simbolismo.
El simbolismo es aún mayor si consideramos la decisión adoptada por Francia en vísperas de la cumbre de reincorporarse plenamente a la estructura militar de mando aliada. España saluda esa normalización de la presencia francesa, que reforzará no sólo a la OTAN, sino también la dimensión europea de defensa y el papel de Europa en el seno de la Alianza.
Al mismo tiempo, la cumbre ofrecerá una oportunidad única, con la participación por primera vez del presidente de EEUU, Barack Obama, para repasar los cambios ocurridos en la última década en nuestro contexto estratégico y comenzar a definir la Alianza Atlántica renovada y reforzada que queremos para el siglo XXI.
En la Declaración sobre la Seguridad Aliada que se apruebe en la cumbre se busca reafirmar nuestra voluntad de continuar asegurando que la OTAN pueda cumplir eficazmente sus funciones básicas de seguridad, en particular, garantizar nuestra defensa colectiva, promover la paz y la estabilidad en distintas regiones en conflicto de conformidad con las Naciones Unidas, promover los valores democráticos en la región euroatlántica y servir de foro esencial para las consultas transatlánticas de seguridad.
Al analizar el nuevo contexto de seguridad, debemos prestar una atención preferente a las nuevas amenazas, más asimétricas y menos predecibles que antaño. Debemos afrontar riesgos crecientes, como el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales o los estados fallidos en los que anidan grupos terroristas o la piratería. Una cosa está clara: para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos ya no es suficiente proteger únicamente nuestras fronteras.
Por otra parte, nuestra experiencia en los Balcanes y en Afganistán nos demuestra que los medios militares de la OTAN por sí solos no son suficientes para construir la paz. Es necesario desarrollar un enfoque global que incorpore una combinación de medios políticos y militares y un fuerte compromiso para la reconstrucción de las sociedades locales, en una manera plenamente coordinada con los actores locales y con las demás organizaciones internacionales.Se trata de una condición indispensable para asegurar un éxito alcanzable en el menor tiempo posible y sostenible.
El compromiso de la OTAN en Afganistán es de crucial importancia.No podemos permitirnos un fracaso que deje a este país de nuevo a merced de la red terrorista Al Qaeda. La celebración de elecciones en agosto será una prueba destacada de la estabilidad y seguridad alcanzadas. Pero debemos también proyectar nuestro análisis más allá de esa fecha y no exclusivamente en términos de refuerzo militar, poniendo mayor énfasis en el enfoque global que asegure el fortalecimiento y la sostenibilidad del Gobierno afgano.
Debemos reafirmar, asimismo, la validez y vigencia de los principios y valores sobre los que se fundó la OTAN y el compromiso solemnizado en la Declaración de Washington de 1999 de contribuir a construir una comunidad euro-atlántica de democracias más amplia y más fuerte. Por ello, vamos a dar la bienvenida, coincidiendo con esta cumbre, a la integración en la OTAN de Croacia y Albania.España sigue defendiendo una perspectiva de integración euroatlántica para los países de los Balcanes. Y respaldamos la política de puertas abiertas de la OTAN para todas las democracias europeas dispuestas y capaces de asumir las responsabilidades que implica la adhesión, y cuya incorporación contribuya a la seguridad común.
Las relaciones entre la OTAN y la UE en el ámbito de la defensa ya no se caracterizan por la desconfianza y los malentendidos del pasado. Desde la Alianza se ha acogido favorablemente a una Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) con cada vez mayores capacidades y mayor voluntad de jugar el papel que le corresponde a la UE en el mundo, tomando como base la sinergia y complementariedad entre ambas organizaciones. Es necesario, sin embargo, profundizar en los procedimientos concretos de coordinación para asegurar un rápido despliegue y ejecución de las operaciones. El Tratado de Lisboa, que España espera que entre en vigor lo antes posible, facilitará el desarrollo de la PESD.
El partenariado de la OTAN con Rusia tiene un carácter estratégico que debemos preservar para construir ese espacio común de seguridad y estabilidad en el que se desarrollen los valores democráticos europeos y para hacer frente conjuntamente a las amenazas que se nos presentan más allá de la región euroatlántica. Sólo una discusión abierta y constructiva sobre las respectivas preocupaciones de seguridad, desde el respeto a los principios fundamentales que rigen las relaciones entre los estados en Europa desde el Acta de Helsinki de 1975, y contando con el acervo que aportan las organizaciones de la arquitectura de seguridad europea, nos permitirá construir un futuro de cooperación y seguridad para las futuras generaciones.
España continuará impulsando el Diálogo Mediterráneo de la OTAN, cuyo establecimiento propuso en 1994. En la actualidad, tiene las características de un verdadero partenariado, con una doble faceta de diálogo político y de cooperación efectiva para la búsqueda de mayor estabilidad y seguridad en la región del Mediterráneo.Debemos constatar que sigue siendo imprescindible promover instrumentos como el Diálogo Mediterráneo de la OTAN para mejorar la comprensión mutua entre países ribereños de este Mare Nostrum y trabajar de manera coordinada para hacer frente a los retos comunes de seguridad, teniendo en cuenta también el impacto de la situación en Oriente Próximo para la seguridad de la región mediterránea.
Nos encontramos en un momento de cambio de ciclo histórico. Debemos valorar los importantes logros de la OTAN en los últimos 60 años pero también comprometernos a trabajar por una Alianza renovada y transformada, capaz de superar con la misma fortaleza los retos del siglo XXI. Se hace necesario, por ello, comenzar a trabajar en un nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, que sustituya al aprobado en 1999. Queremos que la cumbre de Estrasburgo/Kehl apruebe este mandato. España ha querido impulsar desde un primer momento este ejercicio y, en estrecha colaboración con otros aliados, está proponiendo en el seno de la OTAN elementos y orientaciones básicas con vistas a este documento fundamental para el futuro de la Alianza.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
Mañana, 4 de abril, conmemoramos el 60 aniversario de la firma del Tratado de Washington, por el que se creó la Alianza Atlántica, y lo hacemos celebrando una cumbre de los jefes de Estado o de Gobierno de la OTAN en las ciudades de Estrasburgo y Kehl. Su organización conjunta por Francia y Alemania, en una región tan ligada a las dos guerras mundiales que asolaron a Europa en la primera mitad del siglo XX, tiene un gran simbolismo.
El simbolismo es aún mayor si consideramos la decisión adoptada por Francia en vísperas de la cumbre de reincorporarse plenamente a la estructura militar de mando aliada. España saluda esa normalización de la presencia francesa, que reforzará no sólo a la OTAN, sino también la dimensión europea de defensa y el papel de Europa en el seno de la Alianza.
Al mismo tiempo, la cumbre ofrecerá una oportunidad única, con la participación por primera vez del presidente de EEUU, Barack Obama, para repasar los cambios ocurridos en la última década en nuestro contexto estratégico y comenzar a definir la Alianza Atlántica renovada y reforzada que queremos para el siglo XXI.
En la Declaración sobre la Seguridad Aliada que se apruebe en la cumbre se busca reafirmar nuestra voluntad de continuar asegurando que la OTAN pueda cumplir eficazmente sus funciones básicas de seguridad, en particular, garantizar nuestra defensa colectiva, promover la paz y la estabilidad en distintas regiones en conflicto de conformidad con las Naciones Unidas, promover los valores democráticos en la región euroatlántica y servir de foro esencial para las consultas transatlánticas de seguridad.
Al analizar el nuevo contexto de seguridad, debemos prestar una atención preferente a las nuevas amenazas, más asimétricas y menos predecibles que antaño. Debemos afrontar riesgos crecientes, como el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales o los estados fallidos en los que anidan grupos terroristas o la piratería. Una cosa está clara: para garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos ya no es suficiente proteger únicamente nuestras fronteras.
Por otra parte, nuestra experiencia en los Balcanes y en Afganistán nos demuestra que los medios militares de la OTAN por sí solos no son suficientes para construir la paz. Es necesario desarrollar un enfoque global que incorpore una combinación de medios políticos y militares y un fuerte compromiso para la reconstrucción de las sociedades locales, en una manera plenamente coordinada con los actores locales y con las demás organizaciones internacionales.Se trata de una condición indispensable para asegurar un éxito alcanzable en el menor tiempo posible y sostenible.
El compromiso de la OTAN en Afganistán es de crucial importancia.No podemos permitirnos un fracaso que deje a este país de nuevo a merced de la red terrorista Al Qaeda. La celebración de elecciones en agosto será una prueba destacada de la estabilidad y seguridad alcanzadas. Pero debemos también proyectar nuestro análisis más allá de esa fecha y no exclusivamente en términos de refuerzo militar, poniendo mayor énfasis en el enfoque global que asegure el fortalecimiento y la sostenibilidad del Gobierno afgano.
Debemos reafirmar, asimismo, la validez y vigencia de los principios y valores sobre los que se fundó la OTAN y el compromiso solemnizado en la Declaración de Washington de 1999 de contribuir a construir una comunidad euro-atlántica de democracias más amplia y más fuerte. Por ello, vamos a dar la bienvenida, coincidiendo con esta cumbre, a la integración en la OTAN de Croacia y Albania.España sigue defendiendo una perspectiva de integración euroatlántica para los países de los Balcanes. Y respaldamos la política de puertas abiertas de la OTAN para todas las democracias europeas dispuestas y capaces de asumir las responsabilidades que implica la adhesión, y cuya incorporación contribuya a la seguridad común.
Las relaciones entre la OTAN y la UE en el ámbito de la defensa ya no se caracterizan por la desconfianza y los malentendidos del pasado. Desde la Alianza se ha acogido favorablemente a una Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) con cada vez mayores capacidades y mayor voluntad de jugar el papel que le corresponde a la UE en el mundo, tomando como base la sinergia y complementariedad entre ambas organizaciones. Es necesario, sin embargo, profundizar en los procedimientos concretos de coordinación para asegurar un rápido despliegue y ejecución de las operaciones. El Tratado de Lisboa, que España espera que entre en vigor lo antes posible, facilitará el desarrollo de la PESD.
El partenariado de la OTAN con Rusia tiene un carácter estratégico que debemos preservar para construir ese espacio común de seguridad y estabilidad en el que se desarrollen los valores democráticos europeos y para hacer frente conjuntamente a las amenazas que se nos presentan más allá de la región euroatlántica. Sólo una discusión abierta y constructiva sobre las respectivas preocupaciones de seguridad, desde el respeto a los principios fundamentales que rigen las relaciones entre los estados en Europa desde el Acta de Helsinki de 1975, y contando con el acervo que aportan las organizaciones de la arquitectura de seguridad europea, nos permitirá construir un futuro de cooperación y seguridad para las futuras generaciones.
España continuará impulsando el Diálogo Mediterráneo de la OTAN, cuyo establecimiento propuso en 1994. En la actualidad, tiene las características de un verdadero partenariado, con una doble faceta de diálogo político y de cooperación efectiva para la búsqueda de mayor estabilidad y seguridad en la región del Mediterráneo.Debemos constatar que sigue siendo imprescindible promover instrumentos como el Diálogo Mediterráneo de la OTAN para mejorar la comprensión mutua entre países ribereños de este Mare Nostrum y trabajar de manera coordinada para hacer frente a los retos comunes de seguridad, teniendo en cuenta también el impacto de la situación en Oriente Próximo para la seguridad de la región mediterránea.
Nos encontramos en un momento de cambio de ciclo histórico. Debemos valorar los importantes logros de la OTAN en los últimos 60 años pero también comprometernos a trabajar por una Alianza renovada y transformada, capaz de superar con la misma fortaleza los retos del siglo XXI. Se hace necesario, por ello, comenzar a trabajar en un nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, que sustituya al aprobado en 1999. Queremos que la cumbre de Estrasburgo/Kehl apruebe este mandato. España ha querido impulsar desde un primer momento este ejercicio y, en estrecha colaboración con otros aliados, está proponiendo en el seno de la OTAN elementos y orientaciones básicas con vistas a este documento fundamental para el futuro de la Alianza.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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