martes, julio 29, 2008

El testamento político de Lenin

Camaradas:

Las creaciones de los grandes hombres -y uno de los más grandes fue nuestro difunto maestro y jefe- constituyen el maravilloso tesoro de las ideas. Es necesario escoger entre la admirable diversidad de este tesoro. Se debe limitar el tema, ya que las riquezas del testamento ideológico son inagotables e inabarcables. Por lo tanto, limito el tema de mi intervención al testamento político de Lenin, vale decir al conjunto de pensamientos que Vladimir Ilich dejó como su última palabra, la más sabia, la más ponderada, como sus últimas y más meditadas instrucciones. Me referiré al plan de trabajo trascendente y genial, reservado al partido que Lenin creara y condujera, al que llevó a la victoria, al que dirigió en los heroicos días de hierro de la guerra civil, al que reestructuró y condujo nuevamente al combate en la época de las enormes labores económicas ya iniciadas.

Lo más importante que nos legó el camarada Lenin se encuentra en cinco de sus artículos extraordinarios y profundísimos por su contenido: Páginas de un diario, Nuestra revolución, Cómo debemos reorganizar la Inspección Obrera y Campesina, Mejor poco, pero mejor y Sobre el cooperativismo'. Si los leemos con atención todos estos artículos no son trozos aislados y dispersos, sino partes orgánicas de un gran todo, de un solo gran plan de la estrategia y la táctica leninistas, de un plan desarrollado en base a una perspectiva perfectamente definida, prevista por la mirada genial y aguda del jefe de las fuerzas revolucionarias mundiales.

Sé muy bien que todos estos artículos han sido citados de manera reiterada y que prácticamente cada frase de los mismos fue objeto de estudio. Pero existe hasta hoy un blanco que deseo llenar en esta reunión solemne y recordatorio. Este blanco consiste en que aún no se ha intentado -hasta donde conozco- desentrañar estos artículos en su mutua vinculación, entenderlos precisamente como parte de un gran plan de largo alcance de toda nuestra labor comunista.

Al iniciarse el sexto aniversario del penoso fallecimiento de nuestro maestro es posible que surja un temor: ¿no estaremos filosofando más de la cuenta, no estaremos vinculando con retraso, y además de manera artificioso, lo que para Lenin fueran sólo observaciones aisladas, aunque geniales? En realidad, ¿qué tienen en común la evaluación de toda nuestra revolución y las indicaciones sobre cómo reorganizar la Inspección Obrera y Campesina? No obstante, el propio autor de los artículos los veía como la expresión de cierto plan único.

Precisamente en el artículo sobre la Inspección Obrera y Campesina -al parecer, ¡aquí hay 'sólo' una cuestión "parcial"!- Lenin escribe: "Así es como vinculo en mi pensamiento el plan general de nuestro trabajo, de nuestra política, de nuestra táctica, de nuestra estrategia, con las tareas de la Inspección Obrera y Campesina reorganizada."

Si miramos atentamente los últimos artículos de Lenin, veremos que en ellos hay tanto una evaluación general de nuestra revolución desde el ángulo de la posibilidad de construir el socialismo en nuestro país, como líneas generales nítidamente trazadas de nuestro desarrollo, un análisis muy profundo -aunque muy breve- de la situación internacional, fundamentos de nuestra estrategia y táctica, y también cuestiones sobre nuestra edificación económica y problemas de la revolución cultural, cuestiones sobre las correlaciones fundamentales de clase, sobre el aparato estatal y sobre la organización de las masas y, por último, sobre la organización de nuestro partido y su dirección. De hecho, no existe ningún tema de cierta importancia en cuanto a nuestra política, cuyo análisis no haya ocupado un lugar en este plan general desarrollado por el camarada Lenin en sus últimas instrucciones. Lenin no desarrolló estos problemas fundamentales de la política desde el punto de vista de una coyuntura momentánea y pasajera, sino que los planteó desde el ángulo de la 'gran política", de las más vastas perspectivas, de los caminos generales, de la vía magna de nuestro desarrollo. Su análisis no es el análisis mezquino de un pequeño sector, sino un enorme cuadro donde está representada con inusual fuerza y la simpleza y expresividad más convincentes la difícil marcha del proceso histórico. De dicho análisis Lenin extrae conclusiones cardinales, pero subordina a ese mismo análisis el detalle organizativo relativamente secundario. La tarea que me planteo hoy es describir todo el plan de Lenin como una unidad.

I. La evaluación general de nuestra revolución desde el ángulo de la posibilidad de la edificación socialista

Comenzaré por el problema de la evaluación general de nuestra revolución desde el ángulo de la posibilidad de la edificación socialista en nuestro país. Esto es lo que aborda el artículo que así se llama: Nuestra revolución. A primera vista (superficial) se puede considerar este artículo como algo casual, casi una nota a modo de reseña. Sin embargo es totalmente equivocado. Por sus ideas, la nota Nuestra revolución es una de las creaciones más originales y audaces de Vladimir Ilich.

Desde luego, no es causal que haya elegido el tema "nuestra revolución", o sea una evaluación de esta revolución y de sus posibilidades en conjunto. Previó que podrían surgir diversas dudas con respecto a la edificación del socialismo en nuestro país; sabía que, probablemente, nuestra clase obrera debería soportar más de una ola de diferentes "ataques", tanto desde los partidos que alguna vez actuaron como enemigos políticos activos dentro de nuestro país como de parte de sus continuadores y de los renegados de nuestro propio partido. Comprendía perfectamente que las diversas dificultades de la edificación podrían plantear una y otra vez a los intelectuales vacilantes el problema de la posibilidad del socialismo en nuestro país: que aparecerían admiradores encubiertos de las relaciones "normales", capitalistas; que de tanto en tanto renacería la verborrea de los emigrados rusos blancos sobre la enorme utilidad de la Revolución de Octubre desde el ángulo de la eliminación de los viejos escudos nobiliarios, de las caballerizas feudales y del medioevo zarista, pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista de la prosperidad y de la futura victoria del nepman. Sabemos muy bien que esas dudas existieron, que en algunos lugares existen y, con toda probabilidad, existirán durante cierto tiempo.

Es por ese motivo que Lenin planteó una vez más la cuestión cardinal de "nuestra revolución", del carácter de nuestra revolución, de su evaluación en conjunto.

El camarada Lenin plantea un problema fundamental: se afirma que no teníamos suficientes premisas económicas y culturales objetivas para el paso al socialismo.

Está bien. Pero esto aún no resuelve el asunto. ¿Qué es lo que no entienden los pedantes kautskystas? No entienden lo principal: que si bien desde el ángulo de la historia mundial deben llevar a cabo la revolución proletaria los países desarrollados, los países con una base económica extraordinariamente desarrollada, más que "suficiente" para el paso al socialismo (aunque nadie puede decir desde qué peldaño del desarrollo comienza esta suficiencia), pueden haber excepciones especiales, determinadas por la peculiaridad de la situación externa e interna. Esa peculiaridad de la situación es precisamente la que tuvo lugar aquí, ya que la revolución estuvo vinculada, primero, con la guerra mundial; segundo, con el inicio de la gigantesca efervescencia revolucionaria entre los cientos de millones de los pueblos orientales, y tercero, con la combinación especialmente favorable de las fuerzas de clase dentro del país, la combinación que ya Marx en los años 50 del siglo pasado, consideró la más ventajosa: la combinación de la guerra campesina con la revolución proletaria. Y fueron precisamente esas circunstancias, esa situación totalmente peculiar y original, la que sirvió de base a todo el desarrollo de nuestra revolución. Se tornó posible una situación tan original, en la que primero conquistamos el "poder obrero y campesino' y sólo después debemos, 'con ayuda del poder obrero y campesino y del sistema soviético pasar a alcanzar a las demás naciones". Además, Vladimir Ilich necesita estos razonamientos excepcionalmente audaces para tender desde allí un hilo hacia lo ulterior. Si en nuestro país la revolución socialista se sostiene en buena medida sobre esa combinación especial de las fuerzas de clase que ya fuera tomada en cuenta por Marx, esta "combinación de la revolución proletaria y la guerra campesina" (vale decir, la alianza de la clase obrera con el campesinado, bajo la dirección de la clase obrera), debe ser prolongada y sostenida a cualquier precio; puesto que si nos vemos privados de esta combinación particularmente favorable de las fuerzas de clase, se desmorona toda la base del desenvolvimiento de la revolución socialista en nuestro país.

Al evaluar nuevamente "nuestra revolución" como socialista, después de rechazar los argumentos principales de quienes coqueteaban con el regreso al "sano capitalismo", a la restauración burguesa, y de caracterizar "nuestra revolución" en todo su alcance, Lenin plantea con inusual preocupación el problema más general del carácter del desarrollo de "nuestra revolución" y, por consiguiente, de los fundamentos, de las orientaciones de nuestra táctica. Lenin prevé el peligro de que los hombres, ocultándose tras la frase revolucionaria, no comprendan todo el cambio enorme, decisivo, esencial, que se está operando en todo el desarrollo de la sociedad después de la conquista del poder por el proletariado.

II. La orientación general de nuestro desarrollo y la dirección general de la política

De aquí parte otra vez una formulación desusadamente audaz, brillante y precisa y excepcionalmente enérgica de este problema. Vladimir Ilich la expresó en su excelente artículo Sobre el cooperativismo. En dicho artículo, el camarada Lenin manifiesta:"...Nos vemos obligados a reconocer que se ha producido un cambio radical en toda nuestra visión del socialismo".¿Cuándo y dónde se formuló con tal agudeza esta tesis? Yo afirmo que, de entre todas las obras, esta tesis está formulada de la manera más nítida y con toda la cruda y apasionada energía política precisamente en el artículo Sobre el cooperativismo.

"... Nos vemos obligados a reconocer que se ha producido un cambio radical en toda nuestra visión del socialismo'-"', escribe el camarada Lenin.

"Este cambio radical consiste en que antes poníamos el acento fundamental, y así debía ser, en la lucha política, en la revolución, en la conquista del poder, etc. Ahora el acento cambia y se desplaza hacia el trabajo pacífico, organizativo, «cultural». Diría que el acento se desplaza hacia el trabajo educativo, si no fuera por nuestras relaciones internacionales, si no fuera porque tenemos que luchar en escala mundial por nuestra posición. Pero si dejamos esto a un lado y nos limitamos a las relaciones económicas internas, en realidad el acento de nuestro trabajo se desplaza hacia la educación".

Esto no significa, de ningún modo, que Lenin niegue aquí la lucha de clases, ya que el trabajo "organizativo, pacífico, cultural" es también una forma especial de la lucha de clases. Esto significa que el proletariado conduce tras de sí a todo el pueblo trabajador, que responde por el desarrollo de toda la sociedad en su conjunto, que se convierte en el gran organizador colectivo de toda la "economía nacional", que la orientación del desarrollo no sigue la línea de abrir un abismo entre las clases fundamentales (la clase obrera y el campesinado), que no se trata en absoluto de una "tercera revolución", etcétera.

Sin duda, la marcha real de la vida va de acuerdo con la sentencia de Mefistófeles: "La teoría, amigo mío, es gris, pero el árbol eterno de la vida ha reverdecido"; en realidad es más compleja: pueden resultar más complejas las condiciones objetivas y puede resultar no tan ideal nuestra táctica. Por lo tanto, realmente puede haber períodos de agudización de la lucha de clases y de sus formas, ligadas al reagrupamiento de las clases sociales. Estamos atravesando ahora uno de esos períodos de agudización de la lucha de clases, en que no podemos decir que nuestro trabajo "se reduce" a lo "cultural". Desde luego, sería absolutamente incorrecto que no consideráramos los rasgos particulares de cada etapa de nuestra lucha. Pero, al mismo tiempo, las tesis fundamentales del camarada Lenin sobre el carácter de nuestro desarrollo siguen siendo profundamente acertadas. Y esto debe convertirse en el fundamento teórico al definir nuestro gran cambio táctico.

III. La situación internacional y su evaluación

En su testamento político, Lenin no se limita en absoluto a estas cuestiones generales: de lo general va a lo particular, cada vez más a lo concreto, y con mano maestra pinta cada vez los colores más vivos y brillantes, planteando problemas cada vez más y más palpitantes. Vladimir Ilich fue un revolucionario internacional, un teórico marxista de primer orden, y se sobrentiende que comprendía que las mayores dificultades, así como las amenazas y peligros más pérfidos, están vinculados con nuestra situación internacional. A veces olvidamos qué escribió Vladimir Ilich en su testamento político con respecto a nuestra situación internacional, en tanto que allí se brinda un análisis que, salvo unas pocas excepciones, ha sido confirmado por toda la marcha posterior de los acontecimientos mundiales. En el punto que citaré en primer lugar la vida introdujo una importante corrección. El camarada Lenin describió así la situación internacional: l) En Europa occidental, la escisión de los Estados imperialistas: Alemania ha tocado fondo, la picotean los países vencedores y no le permiten levantarse. Este punto ha sido "superado" en cierta medida: como es sabido, Alemania se ha levantado bajo la vivificante lluvia del oro norteamericano, aún cuando tropieza con enormes dificultades. 2) Por otra parte-analiza Lenin la situación- los vencedores, o sea Francia, Inglaterra, EE.UU. y Japón, basándose en sus victorias, pueden consolidar su poder, pueden hacer concesiones a la clase obrera. "Concesiones que retardan el movimiento revolucionario en esos países y crean una apariencia de «paz social»s. Esta formulación es exacta, correcta y, en cierta medida, cautelosa. 3) Al mismo tiempo, madura el movimiento revolucionario en los países de oriente (la India, China, etc.). Se incorpora al torbellino revolucionario la mayoría de la humanidad. 4) Maduran los conflictos externos, como escribe Vladimir Ilich, entre "los Estados imperialistas prósperos de occidente y los Estados imperialistas prósperos de oriente"'. 5) Maduran las contradicciones y los conflictos entre los imperialistas contrarrevolucionarios y el movimiento nacional-revolucionario en oriente, cuyas fuerzas materiales aún son pocas. 6) Madura el conflicto entre el imperialismo y el País de los Soviets.

En ese momento, cuando Vladimir Ilich escribió esas líneas, no planteábamos el problema de la estabilización del capitalismo, ya que no estaba caracterizada esa estabilización. Pero, en esencia, Vladimir Ilich hizo ese análisis en lo fundamental, al que hemos llegado con gran esfuerzo sólo en el curso de toda una serie de años subsiguientes. Vladimir Ilich no temía ni un ápice sospechar de oportunismo ni cometer algún otro pecado mortal parecido, y escribió que los Estados imperialistas vencedores "prosperarán" y, por otra parte, señaló las contradicciones que genera la estabilización capitalista. Y, esto encierra particular interés, Lenin vinculaba directamente el siguiente estallido revolucionario con la guerra futura.

En lo concerniente a los grandes movimientos populares, los buscó primeramente en oriente, veía allí una situación revolucionaria y la posibilidad de estallidos revolucionarios inmediatos de las grandes masas populares. ¿Acaso la historia no confirmó plenamente este pronóstico?

IV. Fundamentos de nuestra estrategia y táctica desde el punto de vista de la situación internacional

A la luz de este análisis de la situación internacional, Vladimir Ilich definió también los fundamentos de nuestra estrategia y nuestra táctica.

El camarada Lenin veía nuestra posición internacional, en primer término, desde el ángulo del peligro bélico. Lo consideraba indudablemente fundamental.

En realidad, ¿cómo planteó el tema? ¿De qué modo lo formuló? ,¿Cuál es la táctica que esta situación impone a nuestro país?".

"¿Podremos libramos de un próximo conflicto con estos Estados imperialistas?"
¿A qué táctica debemos atenernos para "impedir que los Estados contrarrevolucionarios de Europa occidental nos aplasten?"

Quien conozca la precisión de Vladimir Ilich para expresarse, quien conozca qué pudoroso era con respecto a las "grandes" palabras y quien recuerde que se trata de su testamento político no puede dejar de leer, en esta forma de plantear la cuestión, una profundísima alarma (la alarma de un serio pensador y de un sabio estratega) por el destino de toda la edificación socialista, por la suerte de toda la revolución. Lenin no fue un "falso patriota" superficial, sino que tomó seriamente en cuenta las poderosas fuerzas de los enemigos. También habló abiertamente de nuestras debilidades y exhortó a las masas a superarlas. Ante todo, señaló la baja productividad del trabajo del pueblo. Subrayó que los imperialistas no lograron aniquilar el Estado soviético, pero lograron arruinarlo, dificultar su desarrollo y lentificar este desarrollo, o sea que pudieron realizar su tarea a medias ("semisolución del problema").

Hay que reconocer que, aun cuando hemos dado un gran salto en el ámbito del desarrollo económico y cultural, a la vez vivimos en una situación de semibloqueo. Y en lo tocante a la "baja productividad del trabajo del pueblo", aunque también en esto hemos dado un enorme salto hacia adelante, en comparación con Europa occidental y Norteamérica aún nos hallamos en un nivel de desarrollo extraordinariamente bajo, semibárbaro.

Pero, ¿cómo respondía el propio Vladimir Ilich a esas cuestiones? Respondía con suma cautela. Decía que la solución del problema general en cuanto al desenlace de la gigantesca lucha depende de "muchas circunstancias" que no se pueden considerar de antemano. En definitiva, empero, nuestra victoria se basa en la fuerza de la gigantesca masa. La masa fundamental de la humanidad (la U.R.S.S., la India, China, etc.) decidirá el desenlace de la lucha. Pero este desenlace presupone determinada táctica.

De modo que: "¿Cuál es la táctica que esta situación impone a nuestro país? Sin lugar a dudas, la siguiente: debemos manifestar extrema prudencia para poder conservar nuestro poder obrero, para mantener bajo su autoridad y dirección a nuestro campesinado pequeño y muy pequeño".

De manera que, cuando Lenin planteó el interrogante sobre cuál es la garantía interna fundamental en la lucha contra la agresión de los imperialistas, cuál es la regla táctica fundamental, indispensable para que la revolución del proletariado triunfe en la lucha contra los gobiernos euro occidentales contrarrevolucionarios, respondió: extrema prudencia en aquellos puntos de la política que se refieren a las relaciones entre el poder obrero y el campesinado. En otro lugar de ese mismo artículo brindó una formulación clara, precisa y con suma parquedad en las palabras, que son tanto más expresivas, cuanto más concisas:

"Debemos adoptar la siguiente táctica, o seguir la siguiente política para salvamos."

"Debemos tratar de construir un Estado en el cual los obreros sigan dirigiendo a los campesinos, conserven la confianza de los campesinos, y en el que, por medio de la mayor economía, se elimine de sus relaciones sociales toda huella de lo que sea superfluo."

"Debemos lograr el máximo de economía en nuestro aparato estatal".

A primera vista esto parece un poco escaso para "salvarnos" ante la agresión de las potencias capitalistas euro occidentales. Pero a continuación, y a partir de estas directivas aparentemente "pobres", despliega en todas direcciones una riquísima cadena de indicaciones cada vez más concretas, en la que un eslabón se enlaza con otro y se va convirtiendo en toda una práctica viva y compleja de la lucha y la edificación revolucionarias. El pensamiento que Lenin subrayó con tanta fuerza, lanzándolo como un pesado bloque, parece pobre: dirigir al campesinado, manifestar "extrema prudencia", tener la confianza del campesinado, reducir el aparato al mínimo; esto parece muy poco, esto parece demasiado simple.

Pero la simplicidad suele ser de dos tipos: la "simplicidad" que es "peor que el robo" y la simplicidad genial, aquella que es producto de la más profunda compenetración con el tema y del más profundo conocimiento del mismo. En la esfera de la creación artística, solemos encontrar esa simplicidad genial en León Tolstói.

En cuanto a la política, era Lenin quien poseía esa simplicidad genial.

De lo que he dicho se deriva que Vladimir Ilich consideraba inevitable, tarde o temprano, el enfrentamiento militar, y afirmaba que nuestra revolución podría salir triunfante de él sólo cuando los campesinos confiaran en el poder obrero. Según el testamento de Lenin, esta es una premisa decisiva, sin la cual no puede existir ninguna revolución. A su vez, esto presupone el mayor ahorro en nuestra economía. ¿Porqué? Aquí el camarada Lenin muestra toda la riqueza interna de estas consignas: el sentido del "máximo de economía' resulta mucho más profundo de lo que parece a simple vista.

V. Fundamentos de la política económica

En el conocido artículo Mejor poco, pero mejor, Lenin desarrolla su plan en dos direcciones que están ligadas a la directiva de la alianza de los obreros y campesinos y a la directiva de la economía. Es el plan de industrialización y el plan de cooperativización de la población. Luego de plantear que necesitamos conservar la confianza de los campesinos, eliminar todo lo superfluo de nuestras relaciones sociales, reducir al mínimo el aparato estatal y acumular paulatinamente, el camarada Lenin pregunta: "¿No será esto el reinado de las limitaciones campesinas?"

Vladimir Ilich conocía bien a nuestra gente, sabía perfectamente que habría acusaciones de que estaría predicando el "reinado de las limitaciones campesinas", de que estaría hablando demasiado del campesinado, etc. En respuesta a ello, dice:
"No. Si logramos que la clase obrera siga dirigiendo al campesinado, podremos, mediante estrictas economías en la vida de nuestro Estado, utilizar todo ahorro para el desarrollo de nuestra gran industria maquinizada, para el desarrollo de la electrificación, de la extracción hidráulica de la turba, para terminar la construcción de la central hidroeléctrica de Vóljov, etc.

"En esto y sólo en esto residen nuestras esperanzas".

Entonces nos mantendremos sin duda, y además "no al nivel de un país pequeño campesino [... ] sino a un nivel que se elevará incesantemente hacia la gran industria maquinizada".

¿Dónde está la "clave"? ¿En qué consiste el pensamiento político particularmente profundo? ¿Dónde está lo especial, que distingue la orientación leninista de cualquier otra? Primero, que todo el plan se basa en la alianza de los obreros y campesinos y en la "extrema prudencia" en este punto, prudencia que separa tan tajantemente la "tierra" leninista de los "cielos" trotskistas; segundo, el hecho de que aquí se da una respuesta perfectamente definida a lo siguiente: sobre qué debernos edificar la industrialización del país v dónde están las fuentes de recursos complementarios que debemos invertir cada vez más en industrializar el país. Estas fuentes pueden ser diversas. Pueden consistir en gastar las reservas que teníamos (incremento del balance pasivo), pueden consistir en emitir papel moneda con riesgo de inflación y escasez de mercancías; pueden residir en aumentar los impuestos al campesinado. Pero todo ello no constituye una base sana para la industrialización. Nada de esto es sólido ni firme; todo esto puede encerrar una amenaza de ruptura con el campesinado. El camarada Lenin señala otras fuentes.

Consiste, ante todo, en reducir al máximo todos los gastos improductivos, que son enormes en nuestro país, y elevar los índices cualitativos, en primer término elevar la productividad del trabajo del pueblo. No es la emisión, el consumo de las reservas (en oro, en mercancías, en divisas) ni el aumento de los impuestos al campesinado, sino el aumento cualitativo de la productividad del trabajo de todo el pueblo y la lucha decidida contra los gastos improductivos, he aquí las principales fuentes de acumulación. Esta es una directiva definida, una línea política definida, y su sabiduría reside en que es la única línea con la cual la edificación económica, la acumulación socialista, etc., tendrán una verdadera base, fuerte y sana, tanto en la faz económica como social de clases. El rumbo hacia la industrialización, la respuesta al interrogante sobre las fuentes de acumulación, la directiva de que la política de industrialización no sólo no provoque una ruptura con el campesinado, sino que, por el contrario, fortalezca la alianza con el campesinado y la evaluación general de la industrialización como cuestión decisiva ("en esto v sólo en esto residen nuestras esperanzas" escribió Lenin sobre la gran industria maquinizada), estas son las orientaciones que en Lenin derivan de toda la situación económico-social y del análisis de la situación internacional.

Al concretar el tema de sobre qué base organizativa debe obtenerse el empalme entre la creciente industrialización y las haciendas campesinas pequeñas y muy pequeñas, Lenin desarrolla su "plan de cooperativización", el plan de empalme a través del "comercio cooperativo"". ¿Por qué ese empalme debe producirse a través del cooperativismo? ¿Por qué se propone el cooperativismo como método decisivo? Porque este es un paso, corno lo expresa con mucha prudencia Vladimir Ilich, "al nuevo sistema por el camino más sencillo, más fácil y más aceptable para el campesino", cuando la población marcha hacia el socialismo a través del cooperativismo, guiándose por su propio beneficio.

El tema del empalme entre la clase obrera y el campesinado (desde el punto de vista económico y social de clases) se puede plantear, por supuesto, de diversas maneras. Se lo puede plantear de modo que la clase obrera construirá el socialismo, el campesinado en cambio no construye ningún socialismo, igual que la pequeña burguesía (los propietarios) que en ningún caso es capaz de nada en este sentido. No fue de este modo como planteó la cuestión Vladimir Ilich. Al señalar que el cooperativismo es el método más simple y fácil para incorporar al campesinado, prosigue:

"Y esto, una vez más, es de importancia fundamental. Una cosa es trazar planes fantásticos para construir el socialismo mediante todo tipo de asociaciones obreras, y otra aprender en la práctica a construir el socialismo de modo tal que cada pequeño campesino participe en ella. Esa es la etapa que hemos alcanzado ahora, y es indudable que, después de haberla alcanzado, la aprovechamos muy poco".

Esto último es acertado aun hoy.

Es sabido cómo evaluaba en general el cooperativismo el camarada Lenin; decía que el cooperativismo general de la población en nuestras condiciones es socialismo y que necesitamos "sólo" eso.

"Ninguna otra sabiduría se necesita ahora para avanzar hacia el socialismo. Mas para realizar ese «sólo» es preciso una verdadera revolución, un período de desarrollo cultural de todo el pueblo. Por lo tanto, nuestra norma debe ser: la menor cantidad posible de lucubraciones y vueltas. En este sentido, la NEP es un progreso, pues se adapta al nivel del campesino más corriente y no le exige nada superior".

Ahora, cuando atravesamos toda una serie de nuevas dificultades con el campesinado, no nos resultaría nada nocivo recordar esta regla muy simple y a la vez muy sabia. Necesitamos atraer al campesino por sus intereses, sin filosofar, sin ninguna extravagancia, necesitamos buscar la forma más sencilla de abordarlo. Para llevar a cabo el plan de cooperativización es necesaria la revolución cultural, ya que para realizar la cooperativización general hace falta, en primer lugar, que los cooperativistas comercien civilizadamente. Nuestro cooperativista, escribió literalmente el camarada Lenin, comercia "ahora al estilo asiático, pero para convertirse en un buen comerciante es necesario comerciar al estilo europeo".

En efecto, se toma como base la teoría de que es necesario partir de métodos sencillos y accesibles al campesino: ligar "nuestra causa" con los intereses particulares del campesino. En otro punto de ese mismo artículo Vladimir Ilich plantea esta cuestión en forma excepcionalmente aguda: la NEP -escribe- es "el grado de conjugación del interés privado, del interés comercial privado, con la verificación y control de este interés por el Estado, el grado de su subordinación a los intereses generales, lo que antes constituyó un escollo para muchos socialistas"'. Lenin enseñaba: atraer al campesino por su propio beneficio y, sobre esta base, mediante el comercio cooperativo, mediante la cooperativización, conducirlo al socialismo. Pero para que el cooperativismo conduzca al socialismo es necesario un cooperativismo civilizado, para lo cual se debe comerciar no al estilo asiático, sino al estilo europeo.

VI. Problemas de las relaciones de clase fundamentales

Vladimir Ilich abordaba todas las cuestiones económicas no desde el punto de vista de cierta economía extraclasista: unía cualquier tema importante, por un lado, con la situación internacional, y por el otro, con la lucha de clases en nuestro país. Para él, la economía se desarrolla junto con los desplazamientos y entrelazamientos constantes en el terreno de la estructura de clases de nuestra sociedad. A la vez, la principal garantía de la edificación SOCIALISTA en nuestro país es la preocupación por la conjugación más favorable de las fuerzas de clase, que nos garantizaría la posibilidad de la edificación ulterior del socialismo... la preocupación por la combinación de la 'revolución proletaria" con la "guerra campesina" en una forma nueva, "constructiva" en este caso. Esto es lo PRINCIPAL.

Esto es lo que señalaba Marx, lo que, pese a las tradiciones lassalleanas y pese a cualquier kautskyano, menchevique, etc., es la continuación de las ideas marxistas. La necesidad de la más estrecha alianza de los obreros y campesinos es señalada especialmente por la penosa y difícil situación internacional. En relación con esta tesis central de Lenin se encuentra ese extraordinario pasaje que ninguno de nosotros debe perder ni por un minuto. Este pasaje es por todos conocido, pero considero mi deber recordarlo aquí una vez más:

"Como es natural, el orden social de nuestra República Soviética se basa en la colaboración de dos clases: los obreros y los campesinos, colaboración en la que ahora se admiten también, con ciertas condiciones, los «nepman», es decir, la burguesía. Si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisión sería inevitable. Pero en nuestro régimen social las causas de esa escisión no son inevitables; y la tarea principal de nuestro CC y de la Comisión Central de Control, así corro de todo nuestro partido, es la de vigilar muy atentamente las circunstancias que pudieran originar una escisión y prevenirlas, ya que al fin de cuentas los destinos de nuestra República dependerán de que las masas campesinas marchen unidas con la clase obrera, manteniéndose fieles a la alianza con ésta, o que permitan que los «nepman», es decir, la nueva burguesía, los desunan, los separen. Cuanto mayor sea la claridad con que veamos esta alternativa cuanto mayor sea la claridad con que la comprendan todos nuestros obreros y campesinos, tanto mayores serán las posibilidades de que evitemos una escisión, que sería funesta para la República Soviética".

Parecería que yo presto atención a ciertas cosas, "monstruosas" para un marxista. Todos saben que la clase obrera no es lo mismo que el campesinado. El campesinado, aun refiriéndose al campesino medio y pobre, es la pequeña burguesía rural (en esos artículos, Vladimir Ilich ni siquiera menciona a los kulaks). Cualquiera entiende que si existen dos clases, existen diferencias de clase entre ambas, y Vladimir Ilich lo formula diciendo que si surgieran serias divergencias de clase entre estas clases, la escisión sería inevitable y la República Soviética sucumbiría ineludiblemente. Pero, ¿cómo es el problema? ¿Lenin se apartó del marxismo o dejó de considerar al campesinado una clase especial? No hay modo de entender este "asunto" si uno adopta una postura trivial, vulgar, antileninista, si no se entiende toda la dialéctica real del original desarrollo 'soviético'. Ahora se plantea ante la clase obrera la tarea de cambiar al campesinado en forma constante, de cambiarlo 'a su imagen y semejanza', sin separarse de él sino fundiéndose con su masa, de conducirlo. Es totalmente distinta la correlación que existe entre el proletariado y el campesinado en la sociedad capitalista. Nuestro Ejército Rojo, que en buena medida está constituido por campesinos, es la máquina cultural más grande para cambiar al campesino, que saldrá de ella con una nueva sicología.

Vladimir Ilich está absolutamente en lo cierto: la escisión entre estas dos clases, vale decir, la aparición de serias divergencias de clase entre ellas, que este mecanismo de reorganización de una clase por otra eliminaría, significa la desaparición de la República Soviética. Por lo tanto, es plenamente comprensible que Vladimir Ilich enfocara cualquiera de sus tesis desde el punto de vista de la correlación entre la clase obrera y el campesinado. Y precisamente de aquí se deriva su directiva general: la tarea PRINCIPAL de todo nuestro partido, de todos sus organismos, consiste en observar de dónde puede provenir la escisión y, notando a tiempo el peligro, liquidarlo.

VII. Los problemas de la edificación cultural

De modo que tenemos industrialización más cooperativismo. Pero la cooperativización presupone una revolución cultural. Aquí, Lenin, al presentar la consigna de la revolución cultural, no se limita con ello a la consigna en sí ni mucho menos.

También aquí muestra su contenido concreto, dice qué hay que hacer, a qué hay que prestar la principal atención, dónde está aquí el "eslabón'. A ello está especialmente dedicado su artículo Páginas de un diario. Desde luego, Lenin plantea también esta cuestión desde el ángulo de la correlación entre la clase obrera y el campesinado: 'Aquí tenemos una cuestión política fundamental: las relaciones entre la ciudad y el campo, que tiene una importancia decisiva para toda nuestra revolución". La orientación general está clara. No estamos haciendo 'lo principal": no hemos colocado al maestro de escuela a la altura debida. Esta es una directiva. Y Lenin prosigue de inmediato; al encarar la confección de nuestro presupuesto estatal, dice: si quieren realizar la revolución cultural, la indicación que les doy es que es indispensable trasladar todo nuestro presupuesto estatal a la educación primaria. O sea que Lenin no sólo proclamó la consigna de la revolución cultural, sino que enseguida extrajo de esto las indicaciones prácticas y, por añadidura, indicaciones de muy largo alcance. Nadie podrá decir que esto se puede llevar a cabo de inmediato y ni siquiera durante el corriente año, pero la directiva es audaz, revolucionaria, profundamente correcta. Vean qué significa en realidad: eliminar todo lo superfluo de nuestras relaciones sociales, todas las nimiedades de señores, todo lo innecesario; desplazar el presupuesto estatal hacia la educación popular primaria, elevar a nuestro maestro de escuela a la altura debida. Esto, desde luego, es todo una "revolución". Esta revolución se debe realizar, pero se oponen a ella las fuerzas espontáneas de las costumbres, del modo de vida, de los prejuicios, de la rutina burocrática, de la imitación a los señores. Vladimir Ilich no se avergonzaba de decir: "Al margen del presupuesto oficial o de los cauces oficiales es poco o nada lo que hacemos por los distritos rurales". Y partiendo de las tareas de la revolución cultural, plantea la idea de las organizaciones obreras de masas, que penetrarían en el campo, plantea el tema de las sociedades patrocinadoras y expresa que los obreros de vanguardia deben llevar el comunismo al campo. Pero, al mismo tiempo, descifra el contenido del concepto, sabiendo una vez rnás cómo agrada entre nosotros la frase y el tambor batiente en lugar de los hechos. Explica su pensamiento:

No se pueden difundir inmediatamente en el campo ideas pura y exclusivamente comunistas. Hasta que no dispongamos en el campo de una base material para el comunismo, hasta entonces esto resultará, diría, perjudicial, esto resultará, diría, funesto para el comunismo.

"No. Debemos comenzar por establecer relaciones entre la ciudad y el campo sin el objetivo preconcebido de implantar el comunismo en los distritos rurales. Es un objetivo que no puede ser alcanzado ahora. Es inoportuno, y plantearse ahora un objetivo semejante reportaría daño a la causa en lugar de beneficio".

Esta es la sabiduría del organizador, que organiza no simplemente una célula de jóvenes entre los empleados soviéticos, sino que organiza a decenas y centenares de millones,'y sabe cómo abordar a esas decenas de millones. Al discutir el tema de las formas de vínculo entre el campo y la ciudad (patrocinio, etc.), insiste: no lo hagan en forma burocrática, y plantea la consigna de todas las asociaciones posibles de obreros, evitando a toda costa su burocratización.

Lenin plantea de este modo el tema de la revolución cultural y especialmente en lo que se refiere al campo, al tiempo que es característico cuánto valoraba Vladimir Ilich esta labor. En el artículo Sobre el cooperativismo dice: se nos plantean dos tareas principales: l) reorganizar el aparato estatal y 2) trabajar en la esfera cultural entre los campesinos. En otro punto evalúa esta labor cultural entre el campesinado como una tarea cultural histórico-mundial.

De este modo, vemos qué plan vasto expresa Vladimir Ilich con respecto a la labor cultural y cómo está estrechamente vinculada, cómo -podríamos decir- está "acomodado" a otras de sus tesis: sobre la organización cooperativa, sobre la industrialización del país, sobre la lucha contra el capitalismo internacional, etcétera.

VIII. Las cuestiones del aparato estatal y de la dirección del partido y del Estado

Aquí Vladimir Ilich manifiesta que una de las cosas más importantes que integran los momentos de la revolución cultural, una de las palancas principales de la acumulación socialista y de la incorporación de las masas a la construcción -¡y todo pequeño campesino debe construir el socialismo!- es el estado del aparato estatal y las cualidades de la dirección.

Este tema se desarrolla en dos artículos: Cómo reorganizar la Inspección Obrera y Campesina y Mejor poco, pero mejor. Es interesante el propio enfoque de Vladimir Ilich:

"Es el momento de que corrijamos esto. Debemos mostrar una saludable desconfianza hacia el avance demasiado rápido, hacia cualquier jactancia, etc. Debemos proponernos comprobar cada uno de los pasos hacia adelante que proclamamos cada hora, que damos cada minuto, y que luego, cada minuto, demostramos que son frágiles, inseguros y confusos. Lo más perjudicial en este caso sería apresuramos".

Partiendo de esta orientación, que presupone "solidez', 'estabilidad', 'claridad' -cosas sumamente sencillas-, Vladimir Ilich encara el tema de nuestro aparato.
Ustedes recuerdan qué premisas tenía Vladimir Ilich en el problema del aparato estatal: hay que economizar, porque sólo entonces se puede llevar a cabo la industrialización. Hay que simplificar porque solo entonces podremos incorporar a las masas. Hay que alcanzar una elevación general de la productividad del trabajo. De esta manera, el problema del aparato estatal, desde el punto de vista de la incorporación de las masas, de la economía y de la productividad del trabajo, se vincula con todos los problemas. En el tema del aparato estatal se enlazan, como en un foco, todos los temas, desde los económicos hasta los culturales.

Y esto es, comprensible. Al fin de cuentas el aparato estatal es esa palanca, esa máquina, mediante la cual nuestro partido, dirigente victorioso del proletariado, orienta toda su política; al fin y al cabo, si miramos desde cierta perspectiva, nuestro aparato estatal es esa organización que, abarcando a millones, abarcando a todos los trabajadores en general, después debe constituirse en una etapa en el paso al Estado-comuna, del que -lamentablemente todavía estamos muy, pero muy lejos. De este modo, camaradas, Vladimir Ilich pregunta: si se plantea así el tema del aparato estatal, ¿cómo repararlo, adónde debemos dirigimos, a qué palancas debemos aferramos? Y brinda una formulación extraordinaria. Dice: debemos apelar a la fuente más profunda de la dictadura; y esta fuente más profunda la constituyen los 'obreros de avanzada".

Entonces, primero, hay que recurrir a los obreros de avanzada y, segundo, a 'los elementos realmente esclarecidos" en nuestro país. Es menester preocuparse por concentrar en la Inspección Obrera y Campesina a 'lo mejor que tenemos en nuestro sistema social"", "un material humano de características realmente modernas, es decir, que no sea inferior a los mejores modelos de Europa occidental".

A partir de este extremo hay que depurar el aparato estatal. Los elementos 'realmente esclarecidos" deben tener las siguientes características: primero, no creer ni una palabra al pie de la letra; segundo, no decir ni una palabra en contra de su conciencia (en política, la conciencia no se anula, como algunos piensan); tercero, no temer decir la verdad ante ninguna dificultad, y cuarto, no temer a ninguna lucha para lograr el objetivo que uno se ha planteado seriamente.

Estas son las exigencias que Vladimir Ilich presentaba a esas personas.

Pero esto es poco. Para renovar el aparato estatal y comenzar por la Inspección Obrera y Campesina unida a la Comisión Central de Control, el camarada Lenin proponía introducir pruebas o exámenes" especiales (un examen para candidato a empleado de la Inspección Obrera y Campesina y un examen para candidato a miembro de la Comisión Central de Control). Estos exámenes deben consistir en la comprobación de conocimientos sobre la estructura de nuestro aparato estatal, sobre la teoría de la organización en la esfera de trabajo en la que desean trabajar, etcétera.

Después de convertir la Inspección Obrera y Campesina en ese acumulador de primera clase de energía racionalizadora, es indispensable hacer de ella una palanca que defina por sí sola todos los demás comisariatos del pueblo, que cambie todo el sistema de trabajo y -eleve la productividad del trabajo. Pero, ¿por qué Vladimir Ilich proponía la unión con la Comisión Central de Control, cómo se vincula esto con todo el plan? Esto, camaradas, es muy sencillo y comprensible si estudiamos atentamente todo el plan de Lenin en su conjunto. Tiene dos ejes principales del plan: primero, mejor trabajo, economía, industrialización, elevación de la productividad del trabajo, aumento de los índices de calidad y, segundo, correlaciones acertadas entre la clase obrera y el campesinado y la preocupación para que no se inicie una escisión entre estas dos clases a través de nuestro partido, a través de la escisión de nuestro partido. De aquí la unificación de la Inspección Obrera y Campesina con la Comisión Central de Control, la organización de esta díada que debe responder por las dos tareas principales, que consta de los mejores elementos del país. De este modo, ese proyecto organizativo está vinculado por entero con todo lo anterior comenzando desde la política internacional. Y por último, en ese mismo plan también están desarrolladas las correspondientes exigencias con respecto a las masas.. Vladimir Ilich reunió estas exigencias en una fórmula extraordinariamente breve, pero expresiva: 'la verdadera participación de las verdaderas masas'. Porque se puede reunir un montón de gente, pero no será la verdadera masa; se la puede reunir como si 'participara", pero en realidad no participa. De ahí la fórmula: 'la verdadera participación de las verdaderas masas".

Así pues, si ahora reunirnos todo el plan en uno solo, veremos que además de la evaluación general de nuestra revolución se da una evaluación de la situación internacional; de esa situación internacional se deduce el problema de la consolidación del poder, de su fortalecimiento, y la directiva principal a la clase obrera de conservar el poder sobre el campesinado pequeño y muy pequeño. De aquí, a su vez, se desarrolla el rumbo hacia la industrialización del país en base a ahorros, en base a la elevación de la calidad del trabajo mediante la cooperativización del campesinado, es decir, la incorporación, del campesinado a la edificación socialista del modo más fácil, más sencillo y sin ningún tipo de violencia. Una vez más, de aquí derivan las consignas de la revolución cultural, de la transformación del aparato eficaz, que trabaje bien e incorpore a las masas; de la preocupación en cuanto a una correcta correlación de las clases se deriva la preocupación por la línea partidaria, por la unidad de nuestro partido; a partir de aquí es que se confecciona también el plan de la díada (Inspección Obrera y Campesina más Comisión Central de Control) que observa, por un lado, la calidad del trabajo, reúne en sí el control, las tareas prácticas y las tareas teórico científicas en el terreno de la organización del trabajo y, por el otro, vela por la unidad del partido y-a través de éste- por la concreción en común de la alianza obrero-campesina.

Todo el plan es grandioso, todo el plan está calculado para muchos años. Todo el plan parte de la más amplia perspectiva. Todo el plan descansa sobre el sólido fundamento de las tesis leninistas básicas. Y, al mismo tiempo, el plan es concreto, vale decir que da toda una serie de indicaciones de carácter realmente práctico.

Camaradas, he intentado no omitir aquí ningún pensamiento importante de Lenin y no agregué absolutamente nada propio, excepto algunos comentarios que se derivan de los respectivos artículos de Vladimir Ilich. He tratado de presentarlos como un todo único, como el testamento político de Vladimir Ilich. Se sobrentiende que esa gran franja histórica que hemos atravesado desde su fallecimiento introdujo cambios significativos en las condiciones objetivas del desarrollo: en el terreno de las correlaciones de clase internacionales, en el terreno de las relaciones entre los Estados imperialistas y la Unión Soviética, en el terreno de-nuestra construcción en economía, en el terreno de las correlaciones entre las clases (esto concierne también a la creciente actividad de los kulaks), en el terreno del reagrupamiento dentro de nuestro partido, etc., etc. Quizá pueda decir, sin temor a equivocarme, que difícilmente alguien de nosotros esperara que pudiéramos colocar toda una serie de enormes cifras record, por ejemplo, en cuanto a la construcción de la industria.

Pero en realidad hemos inscrito toda una serie de cifras record, tenemos muchos logros tanto en la racionalización de la industria, como en la fecundación científica de la economía, en la reorganización técnica inmediata, en el incremento de la producción, etc., etc. En la esfera económica hemos hecho un enorme avance.

En cierta medida nos hemos afianzado también en la escena internacional, aunque las contradicciones del desarrollo se muestran aquí en la forma más aguda. Pero nuestro crecimiento se dio en forma extremadamente despareja, lo que provocó toda una serie de dificultades, de las cuales hablamos tanto ahora. En el último tiempo se planteó ante nuestro partido toda una serie de nuevas tareas que no están escritas en los textos del testamento de Vladimir Ilich.

Hemos planteado los problemas de la edificación koljosiana (lo que está vinculado con el cooperativismo y en lo cual hacemos hincapié ahora), de la edificación en los sovjoses, las tareas de la reconstrucción técnica, problemas y tareas que Vladimir Ilich sólo planteó en líneas generales. Muchos de nuestros problemas han resultado algo diferentes. Pero el esbozo básico de nuestra política, de nuestra estrategia y de nuestra táctica fue genialmente anticipado y predeterminado por Vladimir Ilich. Y las dificultades, por las que ahora atraviesan nuestro país y nuestro partido, nos obligan a recurrir una y otra vez a una de las fuentes inagotables de sabiduría política, al testamento de Lenin, y a examinar atentamente una y otra vez el problema fundamental: la relación de la clase obrera con el campesinado. Porque los problemas de la industrialización, de los cereales, de la escasez de mercancías, de la defensa, son todos problemas sobre el obrero y el campesino. No en vano nuestro partido incluye este tema en la orden del día de su próxima conferencia.

Camaradas, hace cinco años, un apacible día de invierno, nos abandonó el genio de la revolución proletaria. Muchos tuvimos la suerte de trabajar junto a este hombre, ese 'Viejo" de hierro, como lo llamábamos, el jefe, el revolucionario, el científico.

A cinco años de su fallecimiento, después de comprobar sus legados con la dura experiencia de la vida, levantamos nuestras banderas rojas con más pasión, más tenacidad y más conocimiento de la realidad que nunca antes, ¡para avanzar cada vez más!

No hay comentarios.: