PROLETARIADO
José María Laso Prieto UNIVERSIDAD DE OVIEDO, MADRID
Etimológicamente, el término proletariado procede de la terminología que se utilizaba en la República de Roma, en la Antigüedad, para designar a una de las clases sociales que integraba el campo de los plebeyos. Se refería a los ciudadanos libre que no poseían otra propiedad que la de su propia prole. En su sentido moderno , se refiere a una de las clases fundamentales de la sociedad capitalista. Como tal, sus integrantes carecen de propiedad sobre los medios de producción y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para obtener los medios de subsistencia. El proletariado surgió en el seno de la sociedad feudal.
Históricamente, el proletariado moderno fue constituyéndose durante el desarrollo de la economía capitalista entre los siglos XVI y XVIII, cuando la industria manufacturera sustituyó a la producción artesanal individual: en la imposibilidad de dominar la competencia, los artesanos se vieron obligados a separarse de sus propios medios de trabajo y a venderse personalmente como simple fuerza de trabajo; asimismo los propietarios de pequeñas propiedades de terreno se vieron constreñidos a dejar el campo y a vender también su fuerza de trabajo a los propietarios de las manufacturas.
La primera definición del proletariado actual es la de ser, en el sistema de producción capitalista, la clase productora que no posee los instrumentos de producción y que como consecuencia vende su fuerza de trabajo. Con la transformación de la manufactura en gran industria, mediante la introducción de maquinaria, el proletariado sufrió una gran descalificación y atraso: la fábrica es el lugar de la completa sumisión del trabajo al capital; no sólo los medios de producción no pertenecen al obrero, sino que también la organización , los fines y el producto de su trabajo le son desconocidos y, como precisó Marx, le resultan “extraños”. Como se sostiene en el “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels, “el trabajo de los proletarios, al extenderse el uso de la maquinaria y de la división del trabajo ha perdido todo carácter de independencia y, por lo tanto, toda atracción para el obrero. Este se convierte en un simple accesorio al que no se le pide más que una operación extremadamente simple, monótona, muy fácil de aprender.”
El desarrollo del capitalismo resulta acompañado por la descomposición de la pequeña producción mercantil, del empobrecimiento de los campesinos y artesanos, que engrosan las filas del proletariado; su explotación aumenta desproporcionadamente con el aumento de las fuerzas productivas del capitalismo. A su vez, la conciencia de clase del proletariado madura en el proceso de la lucha de clases. Así el proletariado crea sus organizaciones -partidos obreros, sindicatos, etc.-, para luchar contra la burguesía, y en su lucha no sólo defiende y expresa sus intereses, sino, además, los intereses de todos los trabajadores. El proletariado es la única clase verdaderamente revolucionaria de la sociedad capitalista, es el portador de las ideas socialista y comunista y se propone sustituir el régimen burgués por el régimen socialista. Todo ello mediante la revolución socialista y la conquista del poder político. Por lo tanto, su objetivo principal radica en construir la sociedad socialista y comunista. En la sociedad capitalista se produjo, en diversos aspectos, una auténtica degradación del hombre. Sin embargo, ésta condición de máxima degradación humana lleva en sí los signos históricos de su redención: cuanto más la fábrica nivela y reduce a objetos a los obreros, tanto más éstos toman conciencia, ante todo, de su propia fuerza numérica, después, organizándose, de su propia fuerza política, finalmente, de su propio papel histórico. Esto, además, es natural en el proceso productivo: el proletariado de hecho es la única clase de la historia cuya emancipación está ligada al fin de la división en clases de la sociedad; en oras palabras, como precisó Marx: ”De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía sólo el proletariado constituye una clase realmente revolucionaria”.
La historia de los países de alto desarrollo capitalista, parece desmentir esta función del proletariado, cuyas características socioeconómicas han cambiado mucho, pero es necesario tener presente que la época actual es la del imperialismo, y que el enfrentamiento de clases, como decía Lenin, no puede sólo ser observado en el ámbito de las naciones, sino a escala mundial, también como lucha contra un “puñado de países avanzados” que oprimen a la gran mayoría de la población mundial. El gran mérito de Marx y Engels ante el proletariado del mundo, precisaba Lenin, puede resumirse así: enseñaron al proletariado a conocerse a si mismo, a hallar su propia conciencia, a abandonar sus ilusiones para poner en primer lugar la ciencia. En estas pocas palabras está trazada la relación entre el marxismo y el proletariado: el uno es la “conciencia teórica del otro, el saber del que la clase se apodera, el conocimiento científico que guía la acción revolucionaria.”
En las condiciones actuales -no obstante los nuevos factores que parecen desmentirla- la proletarización de la sociedad capitalista continúa. Se intensifica la contradicción entre el proletariado y la burguesía monopolista. Se convierten en aliados del proletariado amplias capas de trabajadores: el campesinado, una parte de la intelectualidad y otras capas de la población. En lucha contra el imperialismo, crece y se cohesiona el proletariado de los países coloniales y dependientes. Con la victoria de las revoluciones socialistas, el proletariado se convertirá de una clase sometida, explotada, carente de propiedad sobre los medios de producción, tal y como es bajo el capitalismo, en una clase obrera dueña del país, que trabaja para sí y para toda la sociedad. Por ser la clase más avanzada y más organizada, unida a la propiedad de todo el pueblo, asume la dirección de las demás capas de la población. En la edificación del socialismo y el comunismo, la clase obrera actuaría en alianza con los campesinos trabajadores, a los que transmite la experiencia de la organización de la producción industrial, que se basa en la iniciativa consciente, en la iniciativa creadora, en la ayuda mutua, sin reservas; será ejemplo de lucha consecuente, en pro de nuevas formas de trabajo socialista y comunista, de nuevas formas de vida.
La reestructuración del sistema capitalista realizada en las últimas décadas -sobre todo, a partir de las consecuencias que para tal sistema tuvo la gran crisis energética iniciada en 1973- han repercutido también en la propia estructura del proletariado , clase obrera o clase trabajadora. Estos dos últimos términos se emplean actualmente con preferencia al de proletariado. Tales cambios estructurales dentro de la clase obrera o, más ampliamente, dentro del conjunto de los asalariados, se agrupan en el seno de tres giros básicos:
1) La ampliación y consolidación de la división del mercado de trabajo con dos segmentos fundamentales. Uno de ellos estable, en donde funciona la normativa del denominado “Estado del Bienestar” (servicios sociales, negociación colectiva, condiciones de trabajo recogidas por ley, etc.) y el otro acogido a contratos precarios de todo tipo (la mayoría de las veces sin Seguridad Social ni condiciones reguladas, en situaciones de marginación, eventualidad, tiempo parcial y otras. Ambos mercados no son cerrados y el segundo actúa como válvula de escape del primero, reforzando así la inestabilidad de todos los asalariados. El funcionamiento del denominada “Ejército de Reserva” se complica, pasándose del esquema empleados-parados a uno triple: empleados fijos, empleados precarios, parados, que incide en forma particularmente aguda en dos colectivos, las mujeres y los jóvenes, incrementando su siempre especial marginación. Como elemento colateral, resurgen formas de trabajo a domicilio y el pseudo artesanado, a menudo bajo formas cooperativas.
2) Se dan profundos cambios dentro de la propia clase obrera tradicional. Cuantitativamente disminuyen sus efectivos, de manera absoluta, debido a los procesos de reconversión en los sectores y ramas típicos (siderurgia, automóvil, construcción naval, electromecánica, etc.)con su correspondiente destrucción masiva de puestos de trabajo, y de manera relativa, con el estancamiento e, incluso reducción de estos trabajadores dentro de las grandes empresas, a la vez que en ellas aumenta sustancialmente la mano de obra de otro tipo (precaria, técnicos, administrativos, etc. ) Cualitativamente porque se produce una completa revolución de las categorías, pautas de trabajo, conocimientos técnicos, organización del trabajo, formas y grados de cooperación, etc. Dentro de la reestructuración capitalista, que conlleva una crisis de industrialización, se está dando la posibilidad de ir prescindiendo progresivamente de este tipo de mano de obra.
3) Paralelamente se produce el aumento de los efectivos de mano de obra no manual, técnica y administrativa, sobre todo de la primera, mientras que se trastocan fundamentalmente las funciones y tareas de todos estos asalariados, dentro de un doble proceso de cualificación de una minoría (descualificación de una mayoría, sobre todo en los bajos tramos administrativos). Las denominadas “nuevas tecnologías” afectan a todos los escalones de la actividad productiva, alterando y trastocando profundamente gran parte de ellos, desarrollando y perfeccionando otros. Afectan a su vez, a todos los sectores productivos (agricultura, industria, servicios, sobre todo el último), y no sólo a la producción sino al consumo y la gestión. Como toda innovación, ni son neutrales ni son unidireccionales, sino que sus consecuencias están en función de la clase que los aplica, y de las condiciones que pueden imponer a los demás (lucha de clases.
De todo ello se deducen importantes consecuencias: su efecto negativo sobre el empleo; la modificación de las condiciones de trabajo, con el doble proceso de cualificación/descualificación ya apuntado y la aproximación de las situaciones de taller y oficina; y la descentralización productiva, con la aparición de la fábrica difusa y la subcontratación a gran escala.
La economía sumergida y el trabajo precario de todo tipo, es la otra cara de esta situación que no aparece como un producto marginal sino como un elemento primordial. La descentralización productiva puede llevarse a cabo en múltiples formas, por la vía de la precarización y de la ampliación de las industrias sumergidas, que es la elegida en España, supone una de las bazas decisivas para la fragmentación de los asalariados Lo que se ha dado, y se sigue dando, es la tendencia a ir sustituyendo el contrato indefinido por el precario o el sumergido, de la misma manera que las políticas de empleo han sido instrumentos no para solucionar los desajustes del mercado de trabajo, sino para gestionar las altas tasas de paro en un contexto en el que se flexibilizan las relaciones laborales, con la consiguiente desestructuración progresiva de la clase obrera.
A pesar de todos estos condicionamientos negativos, la clase obrera actual, como nuevo proletariado, constituye el sujeto central de las futuras transformaciones sociales, ya que es el sujeto social que sufre el conjunto de las contradicciones del sistema capitalista en su grado más agudo. Es, sin duda, el único capaz de movilizar al amplio sector social contrario a tal sistema, de paralizar la producción y la actividad económica de un país y de poner en jaque las políticas neoliberales de sus gobiernos. La clase obrera, actual, por muy modificadas que hayan sido su composición y formas de actuación, expresa y sintetiza los mecanismos que regulan la sociedad capitalista. Representa al trabajo humano convertido en mercancía, la separación entre hombre y trabajo, la alienación. La principal fuerza productiva, aún teniendo en cuenta la revolución científico-técnica en curso, sigue siendo la clase obrera. Clase ampliada y diversificada a un tiempo, dado el moderno crecimiento de la economía industrial y de servicios. Sin embargo, el potencial de cambio social, de nuevos valores, necesidades y aspiraciones que constantemente se generan, aunque sea de forma contradictoria, en la clase obrera, los estudiantes, las mujeres, etc., en las sociedades capitalistas avanzadas, son también constantemente sofocados por las políticas del sistema. De ahí la necesidad de profundizar en el análisis de toda la problemática del mundo del trabajo, para situar debidamente una indispensable estrategia para el logro de una transformación social radical. Considerando como tal, el logro de una democracia integral que abra una ulterior perspectiva socialista en la que se logre la total emancipación de la clase obrera. Es debatible si el nuevo proletariado ha dejado de constituir la clase universal,en el sentido hegeliano del concepto, tal y como la concibieron Marx y Engels. En todo caso conserva algunos de sus rasgos, aunque estos revistan nuevas formas.
José María Laso Prieto UNIVERSIDAD DE OVIEDO, MADRID
Etimológicamente, el término proletariado procede de la terminología que se utilizaba en la República de Roma, en la Antigüedad, para designar a una de las clases sociales que integraba el campo de los plebeyos. Se refería a los ciudadanos libre que no poseían otra propiedad que la de su propia prole. En su sentido moderno , se refiere a una de las clases fundamentales de la sociedad capitalista. Como tal, sus integrantes carecen de propiedad sobre los medios de producción y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para obtener los medios de subsistencia. El proletariado surgió en el seno de la sociedad feudal.
Históricamente, el proletariado moderno fue constituyéndose durante el desarrollo de la economía capitalista entre los siglos XVI y XVIII, cuando la industria manufacturera sustituyó a la producción artesanal individual: en la imposibilidad de dominar la competencia, los artesanos se vieron obligados a separarse de sus propios medios de trabajo y a venderse personalmente como simple fuerza de trabajo; asimismo los propietarios de pequeñas propiedades de terreno se vieron constreñidos a dejar el campo y a vender también su fuerza de trabajo a los propietarios de las manufacturas.
La primera definición del proletariado actual es la de ser, en el sistema de producción capitalista, la clase productora que no posee los instrumentos de producción y que como consecuencia vende su fuerza de trabajo. Con la transformación de la manufactura en gran industria, mediante la introducción de maquinaria, el proletariado sufrió una gran descalificación y atraso: la fábrica es el lugar de la completa sumisión del trabajo al capital; no sólo los medios de producción no pertenecen al obrero, sino que también la organización , los fines y el producto de su trabajo le son desconocidos y, como precisó Marx, le resultan “extraños”. Como se sostiene en el “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels, “el trabajo de los proletarios, al extenderse el uso de la maquinaria y de la división del trabajo ha perdido todo carácter de independencia y, por lo tanto, toda atracción para el obrero. Este se convierte en un simple accesorio al que no se le pide más que una operación extremadamente simple, monótona, muy fácil de aprender.”
El desarrollo del capitalismo resulta acompañado por la descomposición de la pequeña producción mercantil, del empobrecimiento de los campesinos y artesanos, que engrosan las filas del proletariado; su explotación aumenta desproporcionadamente con el aumento de las fuerzas productivas del capitalismo. A su vez, la conciencia de clase del proletariado madura en el proceso de la lucha de clases. Así el proletariado crea sus organizaciones -partidos obreros, sindicatos, etc.-, para luchar contra la burguesía, y en su lucha no sólo defiende y expresa sus intereses, sino, además, los intereses de todos los trabajadores. El proletariado es la única clase verdaderamente revolucionaria de la sociedad capitalista, es el portador de las ideas socialista y comunista y se propone sustituir el régimen burgués por el régimen socialista. Todo ello mediante la revolución socialista y la conquista del poder político. Por lo tanto, su objetivo principal radica en construir la sociedad socialista y comunista. En la sociedad capitalista se produjo, en diversos aspectos, una auténtica degradación del hombre. Sin embargo, ésta condición de máxima degradación humana lleva en sí los signos históricos de su redención: cuanto más la fábrica nivela y reduce a objetos a los obreros, tanto más éstos toman conciencia, ante todo, de su propia fuerza numérica, después, organizándose, de su propia fuerza política, finalmente, de su propio papel histórico. Esto, además, es natural en el proceso productivo: el proletariado de hecho es la única clase de la historia cuya emancipación está ligada al fin de la división en clases de la sociedad; en oras palabras, como precisó Marx: ”De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía sólo el proletariado constituye una clase realmente revolucionaria”.
La historia de los países de alto desarrollo capitalista, parece desmentir esta función del proletariado, cuyas características socioeconómicas han cambiado mucho, pero es necesario tener presente que la época actual es la del imperialismo, y que el enfrentamiento de clases, como decía Lenin, no puede sólo ser observado en el ámbito de las naciones, sino a escala mundial, también como lucha contra un “puñado de países avanzados” que oprimen a la gran mayoría de la población mundial. El gran mérito de Marx y Engels ante el proletariado del mundo, precisaba Lenin, puede resumirse así: enseñaron al proletariado a conocerse a si mismo, a hallar su propia conciencia, a abandonar sus ilusiones para poner en primer lugar la ciencia. En estas pocas palabras está trazada la relación entre el marxismo y el proletariado: el uno es la “conciencia teórica del otro, el saber del que la clase se apodera, el conocimiento científico que guía la acción revolucionaria.”
En las condiciones actuales -no obstante los nuevos factores que parecen desmentirla- la proletarización de la sociedad capitalista continúa. Se intensifica la contradicción entre el proletariado y la burguesía monopolista. Se convierten en aliados del proletariado amplias capas de trabajadores: el campesinado, una parte de la intelectualidad y otras capas de la población. En lucha contra el imperialismo, crece y se cohesiona el proletariado de los países coloniales y dependientes. Con la victoria de las revoluciones socialistas, el proletariado se convertirá de una clase sometida, explotada, carente de propiedad sobre los medios de producción, tal y como es bajo el capitalismo, en una clase obrera dueña del país, que trabaja para sí y para toda la sociedad. Por ser la clase más avanzada y más organizada, unida a la propiedad de todo el pueblo, asume la dirección de las demás capas de la población. En la edificación del socialismo y el comunismo, la clase obrera actuaría en alianza con los campesinos trabajadores, a los que transmite la experiencia de la organización de la producción industrial, que se basa en la iniciativa consciente, en la iniciativa creadora, en la ayuda mutua, sin reservas; será ejemplo de lucha consecuente, en pro de nuevas formas de trabajo socialista y comunista, de nuevas formas de vida.
La reestructuración del sistema capitalista realizada en las últimas décadas -sobre todo, a partir de las consecuencias que para tal sistema tuvo la gran crisis energética iniciada en 1973- han repercutido también en la propia estructura del proletariado , clase obrera o clase trabajadora. Estos dos últimos términos se emplean actualmente con preferencia al de proletariado. Tales cambios estructurales dentro de la clase obrera o, más ampliamente, dentro del conjunto de los asalariados, se agrupan en el seno de tres giros básicos:
1) La ampliación y consolidación de la división del mercado de trabajo con dos segmentos fundamentales. Uno de ellos estable, en donde funciona la normativa del denominado “Estado del Bienestar” (servicios sociales, negociación colectiva, condiciones de trabajo recogidas por ley, etc.) y el otro acogido a contratos precarios de todo tipo (la mayoría de las veces sin Seguridad Social ni condiciones reguladas, en situaciones de marginación, eventualidad, tiempo parcial y otras. Ambos mercados no son cerrados y el segundo actúa como válvula de escape del primero, reforzando así la inestabilidad de todos los asalariados. El funcionamiento del denominada “Ejército de Reserva” se complica, pasándose del esquema empleados-parados a uno triple: empleados fijos, empleados precarios, parados, que incide en forma particularmente aguda en dos colectivos, las mujeres y los jóvenes, incrementando su siempre especial marginación. Como elemento colateral, resurgen formas de trabajo a domicilio y el pseudo artesanado, a menudo bajo formas cooperativas.
2) Se dan profundos cambios dentro de la propia clase obrera tradicional. Cuantitativamente disminuyen sus efectivos, de manera absoluta, debido a los procesos de reconversión en los sectores y ramas típicos (siderurgia, automóvil, construcción naval, electromecánica, etc.)con su correspondiente destrucción masiva de puestos de trabajo, y de manera relativa, con el estancamiento e, incluso reducción de estos trabajadores dentro de las grandes empresas, a la vez que en ellas aumenta sustancialmente la mano de obra de otro tipo (precaria, técnicos, administrativos, etc. ) Cualitativamente porque se produce una completa revolución de las categorías, pautas de trabajo, conocimientos técnicos, organización del trabajo, formas y grados de cooperación, etc. Dentro de la reestructuración capitalista, que conlleva una crisis de industrialización, se está dando la posibilidad de ir prescindiendo progresivamente de este tipo de mano de obra.
3) Paralelamente se produce el aumento de los efectivos de mano de obra no manual, técnica y administrativa, sobre todo de la primera, mientras que se trastocan fundamentalmente las funciones y tareas de todos estos asalariados, dentro de un doble proceso de cualificación de una minoría (descualificación de una mayoría, sobre todo en los bajos tramos administrativos). Las denominadas “nuevas tecnologías” afectan a todos los escalones de la actividad productiva, alterando y trastocando profundamente gran parte de ellos, desarrollando y perfeccionando otros. Afectan a su vez, a todos los sectores productivos (agricultura, industria, servicios, sobre todo el último), y no sólo a la producción sino al consumo y la gestión. Como toda innovación, ni son neutrales ni son unidireccionales, sino que sus consecuencias están en función de la clase que los aplica, y de las condiciones que pueden imponer a los demás (lucha de clases.
De todo ello se deducen importantes consecuencias: su efecto negativo sobre el empleo; la modificación de las condiciones de trabajo, con el doble proceso de cualificación/descualificación ya apuntado y la aproximación de las situaciones de taller y oficina; y la descentralización productiva, con la aparición de la fábrica difusa y la subcontratación a gran escala.
La economía sumergida y el trabajo precario de todo tipo, es la otra cara de esta situación que no aparece como un producto marginal sino como un elemento primordial. La descentralización productiva puede llevarse a cabo en múltiples formas, por la vía de la precarización y de la ampliación de las industrias sumergidas, que es la elegida en España, supone una de las bazas decisivas para la fragmentación de los asalariados Lo que se ha dado, y se sigue dando, es la tendencia a ir sustituyendo el contrato indefinido por el precario o el sumergido, de la misma manera que las políticas de empleo han sido instrumentos no para solucionar los desajustes del mercado de trabajo, sino para gestionar las altas tasas de paro en un contexto en el que se flexibilizan las relaciones laborales, con la consiguiente desestructuración progresiva de la clase obrera.
A pesar de todos estos condicionamientos negativos, la clase obrera actual, como nuevo proletariado, constituye el sujeto central de las futuras transformaciones sociales, ya que es el sujeto social que sufre el conjunto de las contradicciones del sistema capitalista en su grado más agudo. Es, sin duda, el único capaz de movilizar al amplio sector social contrario a tal sistema, de paralizar la producción y la actividad económica de un país y de poner en jaque las políticas neoliberales de sus gobiernos. La clase obrera, actual, por muy modificadas que hayan sido su composición y formas de actuación, expresa y sintetiza los mecanismos que regulan la sociedad capitalista. Representa al trabajo humano convertido en mercancía, la separación entre hombre y trabajo, la alienación. La principal fuerza productiva, aún teniendo en cuenta la revolución científico-técnica en curso, sigue siendo la clase obrera. Clase ampliada y diversificada a un tiempo, dado el moderno crecimiento de la economía industrial y de servicios. Sin embargo, el potencial de cambio social, de nuevos valores, necesidades y aspiraciones que constantemente se generan, aunque sea de forma contradictoria, en la clase obrera, los estudiantes, las mujeres, etc., en las sociedades capitalistas avanzadas, son también constantemente sofocados por las políticas del sistema. De ahí la necesidad de profundizar en el análisis de toda la problemática del mundo del trabajo, para situar debidamente una indispensable estrategia para el logro de una transformación social radical. Considerando como tal, el logro de una democracia integral que abra una ulterior perspectiva socialista en la que se logre la total emancipación de la clase obrera. Es debatible si el nuevo proletariado ha dejado de constituir la clase universal,en el sentido hegeliano del concepto, tal y como la concibieron Marx y Engels. En todo caso conserva algunos de sus rasgos, aunque estos revistan nuevas formas.
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