Por Manuel Castells (LA VANGUARDIA, 19/07/08):
Barack Obama puede ser el próximo presidente de Estados Unidos. De momento, las encuestas le otorgan ocho puntos de ventaja sobre McCain. Y le saca veinte puntos a McCain en la opinión de la gente sobre la gestión de la economía, tema decisivo en esta elección, salvo atentado terrorista o fuegos artificiales con Irán. Las finanzas atraviesan ua grave crisis, los ahorradores están al borde del ataque de nervios, el empleo cae, se pierde poder adquisitivo y aumentan los impagos hipotecarios.
En una situación así, los ciudadanos suelen confiar en los demócratas, igual que recurren a los republicanos en las crisis de seguridad. Es pronto para pronosticar un triunfo de Obama, por los imponderables que rodean a su candidatura, pero entre el hastío de la gente con Bush, el apoyo a los demócratas y el carisma mediático de Obama, hoy por hoy es más probable un presidente Obama que un presidente McCain. Serían buenas noticias para Estados Unidos y para el mundo, si bien Obama no se sitúa en la izquierda, sino en la sensatez y en la decencia, una rareza en la política norteamericana de la última década.
Si Obama ha llegado al umbral de una elección histórica es fundamentalmente por los jóvenes. Los negros lo apoyan, pero sólo son un 12% de la población y aunque su voto es decisivo en algunos estados, la clave del apoyo de Obama está en la movilización de los jóvenes que han irrumpido en la vida política a partir de su candidatura. El factor explicativo de la victoria de Obama sobre Hillary Clinton fue la edad. Obama ganó entre los menores de 45 años. Entre los de más de 65 años Clinton arrasó: 59% contra 34%. Pero esto lo compensó Obama en el grupo 18-29 años, donde obtuvo el 58% del voto frente al 38% de Hillary Clinton. Incluso entre las mujeres, si bien Hillary fue más votada (52% para ella contra 43% para él), Obama ganó entre las menores de 30 años, por 56% a 43%. Más importante aún fue la movilización electoral de los jóvenes. El drama de la democracia norteamericana es que millones no están inscritos para votar, por falta de interés o por burocracia. En el 2004 sólo el 58% de los jóvenes estaban inscritos, frente al 79% de los de más de 55 años. Obama, que inició su carrera política en Chicago inscribiendo a negros para Bill Clinton, dio prioridad a la inscripción de jóvenes. En mayo, en el grupo 18-24, el 76% se había inscrito, el 64% pensaba votar en noviembre (sólo el 36% de los jóvenes lo hicieron en el 2000 cuando se eligió a Bush) y el 40% se declaraban políticamente activos (frente al 28% en las dos décadas precedentes).
Los jóvenes fueron esenciales para la utilización de internet en la campaña, lo que permitió a Obama recibir más dinero de la gente que nadie en la historia y construir una base de millones de ciudadanos en internet que luego se movilizaron en el puerta a puerta y en el teléfono. Mientras que el 59% de los jóvenes usa internet con fines políticos, tan sólo el 20% de los mayores de 65 años lo hace. Los jóvenes pro-Obama han utilizado masivamente sus redes, chats y foros en los espacios sociales de internet, como Facebook o MySpace.
En Facebook en julio del 2008 los espacios Obama contaban con un millón y pico de internautas registrados, en contraste con 159.000 de Clinton y 119.000 de McCain. La organización virtual MyBarackObama. com cuenta con 15 millones de personas registradas. Y del millón y medio de donantes de dinero a la campaña de Obama un 60% donaron por internet.
Esto permitió a Obama recabar 286 millones de dólares a fecha 1 de junio, en contraste con los 259 millones que Bush recibió en el 2004 para el conjunto de las campañas de primarias y presidencial. Un 88% de las donaciones de Obama fueron individuales y un 47% de menos de 200 dólares. Ello le ha permitido ser independiente de los grupos de presión, cuyas donaciones rechazó. Es más, la base de datos de sus donantes permite a la campaña de Obama enviar constante información, solicitar opinión y proponer actos de movilización al núcleo de apoyo, que se cuenta en millones de personas.
La movilización de los jóvenes por Obama tiene raíces en el hastío con la política tradicional, en la oposición a la guerra (que sólo Obama mantuvo siempre) y en la conexión cultural con un candidato más joven (46), usuario activo de internet, jugador de baloncesto, amante del hip-hop y sin problema, por ejemplo, para admitir su época juvenil de marihuana y cocaína. Pero no fue casualidad.
La campaña de Obama buscó el apoyo joven con ahínco. Incorporó desde el principio a gente como Chris Hughes, cofundador de Facebook, que coordina las webs pro-Obama; Hans Riemer, que lanzó hace un tiempo la campaña Rock the vote para los jóvenes, con la ayuda de músicos; o Joe Raspars, el creador de Blue State Digital, empresa de diseño web para las campañas demócratas.
Obama utilizó a fondo la cultura pop-política, con difusión de vídeos creados por estrellas del rock, del hiphop y del cine, tales como will. i. am, John Legend, George Clooney, Jennifer Aniston, Will Smith, Nick Cannon, Jessica Biel, Nas, Jay Z y otros muchos. Por ejemplo, el vídeo Yes we can, producido por su cuenta por Jesse Dylan (el hijo de Bob) y will. i. am, se colgó en febrero y en un mes tuvo 17 millones de visitas. Este vídeo ganó además un premio Emmy.
Existe pues una profunda conexión cultural, tecnológica y política entre Obama y la juventud actual de Estados Unidos. La incorporación de una juventud automarginada de la política hasta ahora a la escena pública de un país clave, aportando sus valores y su mirada fresca sobre los dramas de nuestro tiempo, puede ser, a medio plazo, más importante que la propia política de Obama.
La generación Obama, como ha escrito Robert Putnam, puede ser la nueva “gran generación” capaz de regenerar la política en Estados Unidos, con la consiguiente repercusión mundial.
Barack Obama puede ser el próximo presidente de Estados Unidos. De momento, las encuestas le otorgan ocho puntos de ventaja sobre McCain. Y le saca veinte puntos a McCain en la opinión de la gente sobre la gestión de la economía, tema decisivo en esta elección, salvo atentado terrorista o fuegos artificiales con Irán. Las finanzas atraviesan ua grave crisis, los ahorradores están al borde del ataque de nervios, el empleo cae, se pierde poder adquisitivo y aumentan los impagos hipotecarios.
En una situación así, los ciudadanos suelen confiar en los demócratas, igual que recurren a los republicanos en las crisis de seguridad. Es pronto para pronosticar un triunfo de Obama, por los imponderables que rodean a su candidatura, pero entre el hastío de la gente con Bush, el apoyo a los demócratas y el carisma mediático de Obama, hoy por hoy es más probable un presidente Obama que un presidente McCain. Serían buenas noticias para Estados Unidos y para el mundo, si bien Obama no se sitúa en la izquierda, sino en la sensatez y en la decencia, una rareza en la política norteamericana de la última década.
Si Obama ha llegado al umbral de una elección histórica es fundamentalmente por los jóvenes. Los negros lo apoyan, pero sólo son un 12% de la población y aunque su voto es decisivo en algunos estados, la clave del apoyo de Obama está en la movilización de los jóvenes que han irrumpido en la vida política a partir de su candidatura. El factor explicativo de la victoria de Obama sobre Hillary Clinton fue la edad. Obama ganó entre los menores de 45 años. Entre los de más de 65 años Clinton arrasó: 59% contra 34%. Pero esto lo compensó Obama en el grupo 18-29 años, donde obtuvo el 58% del voto frente al 38% de Hillary Clinton. Incluso entre las mujeres, si bien Hillary fue más votada (52% para ella contra 43% para él), Obama ganó entre las menores de 30 años, por 56% a 43%. Más importante aún fue la movilización electoral de los jóvenes. El drama de la democracia norteamericana es que millones no están inscritos para votar, por falta de interés o por burocracia. En el 2004 sólo el 58% de los jóvenes estaban inscritos, frente al 79% de los de más de 55 años. Obama, que inició su carrera política en Chicago inscribiendo a negros para Bill Clinton, dio prioridad a la inscripción de jóvenes. En mayo, en el grupo 18-24, el 76% se había inscrito, el 64% pensaba votar en noviembre (sólo el 36% de los jóvenes lo hicieron en el 2000 cuando se eligió a Bush) y el 40% se declaraban políticamente activos (frente al 28% en las dos décadas precedentes).
Los jóvenes fueron esenciales para la utilización de internet en la campaña, lo que permitió a Obama recibir más dinero de la gente que nadie en la historia y construir una base de millones de ciudadanos en internet que luego se movilizaron en el puerta a puerta y en el teléfono. Mientras que el 59% de los jóvenes usa internet con fines políticos, tan sólo el 20% de los mayores de 65 años lo hace. Los jóvenes pro-Obama han utilizado masivamente sus redes, chats y foros en los espacios sociales de internet, como Facebook o MySpace.
En Facebook en julio del 2008 los espacios Obama contaban con un millón y pico de internautas registrados, en contraste con 159.000 de Clinton y 119.000 de McCain. La organización virtual MyBarackObama. com cuenta con 15 millones de personas registradas. Y del millón y medio de donantes de dinero a la campaña de Obama un 60% donaron por internet.
Esto permitió a Obama recabar 286 millones de dólares a fecha 1 de junio, en contraste con los 259 millones que Bush recibió en el 2004 para el conjunto de las campañas de primarias y presidencial. Un 88% de las donaciones de Obama fueron individuales y un 47% de menos de 200 dólares. Ello le ha permitido ser independiente de los grupos de presión, cuyas donaciones rechazó. Es más, la base de datos de sus donantes permite a la campaña de Obama enviar constante información, solicitar opinión y proponer actos de movilización al núcleo de apoyo, que se cuenta en millones de personas.
La movilización de los jóvenes por Obama tiene raíces en el hastío con la política tradicional, en la oposición a la guerra (que sólo Obama mantuvo siempre) y en la conexión cultural con un candidato más joven (46), usuario activo de internet, jugador de baloncesto, amante del hip-hop y sin problema, por ejemplo, para admitir su época juvenil de marihuana y cocaína. Pero no fue casualidad.
La campaña de Obama buscó el apoyo joven con ahínco. Incorporó desde el principio a gente como Chris Hughes, cofundador de Facebook, que coordina las webs pro-Obama; Hans Riemer, que lanzó hace un tiempo la campaña Rock the vote para los jóvenes, con la ayuda de músicos; o Joe Raspars, el creador de Blue State Digital, empresa de diseño web para las campañas demócratas.
Obama utilizó a fondo la cultura pop-política, con difusión de vídeos creados por estrellas del rock, del hiphop y del cine, tales como will. i. am, John Legend, George Clooney, Jennifer Aniston, Will Smith, Nick Cannon, Jessica Biel, Nas, Jay Z y otros muchos. Por ejemplo, el vídeo Yes we can, producido por su cuenta por Jesse Dylan (el hijo de Bob) y will. i. am, se colgó en febrero y en un mes tuvo 17 millones de visitas. Este vídeo ganó además un premio Emmy.
Existe pues una profunda conexión cultural, tecnológica y política entre Obama y la juventud actual de Estados Unidos. La incorporación de una juventud automarginada de la política hasta ahora a la escena pública de un país clave, aportando sus valores y su mirada fresca sobre los dramas de nuestro tiempo, puede ser, a medio plazo, más importante que la propia política de Obama.
La generación Obama, como ha escrito Robert Putnam, puede ser la nueva “gran generación” capaz de regenerar la política en Estados Unidos, con la consiguiente repercusión mundial.
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