Por Rubén Herrero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense (EL PERIÓDICO, 09/07/08):
Asistimos a un aumento del precio del petróleo. Hasta fechas recientes, el sistema internacional lo ha ido asimilando, pero una vez el barril superó la barrera de los 120 dólares, puede hablarse de consecuencias geopolíticas globales. Al aumentar la demanda de biocombustible, las existencias de cereales en el mercado han descendido y los precios han subido. La consecuencia es que los países en vías de desarrollo ven amenazadas sus necesidades alimentarias.
En una economía global de mercado, el poder económico crea poder político. Al ser el petróleo un elemento clave, tiene la capacidad de afectar las relaciones entre estados. Las decisiones referentes a la producción del petróleo, además del grado de dependencia energética de los actores internacionales y la habilidad con la que las decisiones son tomadas, son aspectos que se tornan fundamentales para configurar el mapa geopolítico internacional.
LOS PAÍSES exportadores que no sepan aprovechar de forma eficaz los beneficios del petróleo mantendrán o empeorarán su posición en el entorno. Por ejemplo, Venezuela no está aprovechando el dinero para mejorar las infraestructuras del país ni la calidad de vida de sus ciudadanos. Dentro de este grupo también podríamos incluir a Indonesia, Nigeria, Guinea Ecuatorial y, sobre todo, a Sudán y a Irán. Es peculiar el caso de este último, quinto productor mundial de petróleo a la vez que segundo importador global de gasolina. Es este un claro ejemplo de un Estado que, por sus características religioso-políticas, no puede sacar partido de una situación que, afrontada de otro modo, le reportaría grandes ventajas políticas y económicas.
Asistimos a un aumento del precio del petróleo. Hasta fechas recientes, el sistema internacional lo ha ido asimilando, pero una vez el barril superó la barrera de los 120 dólares, puede hablarse de consecuencias geopolíticas globales. Al aumentar la demanda de biocombustible, las existencias de cereales en el mercado han descendido y los precios han subido. La consecuencia es que los países en vías de desarrollo ven amenazadas sus necesidades alimentarias.
En una economía global de mercado, el poder económico crea poder político. Al ser el petróleo un elemento clave, tiene la capacidad de afectar las relaciones entre estados. Las decisiones referentes a la producción del petróleo, además del grado de dependencia energética de los actores internacionales y la habilidad con la que las decisiones son tomadas, son aspectos que se tornan fundamentales para configurar el mapa geopolítico internacional.
LOS PAÍSES exportadores que no sepan aprovechar de forma eficaz los beneficios del petróleo mantendrán o empeorarán su posición en el entorno. Por ejemplo, Venezuela no está aprovechando el dinero para mejorar las infraestructuras del país ni la calidad de vida de sus ciudadanos. Dentro de este grupo también podríamos incluir a Indonesia, Nigeria, Guinea Ecuatorial y, sobre todo, a Sudán y a Irán. Es peculiar el caso de este último, quinto productor mundial de petróleo a la vez que segundo importador global de gasolina. Es este un claro ejemplo de un Estado que, por sus características religioso-políticas, no puede sacar partido de una situación que, afrontada de otro modo, le reportaría grandes ventajas políticas y económicas.
Frente a estos, pueden ver mejorada su situación aquellos países que sean capaces de invertir eficazmente y redistribuir la riqueza que obtienen del petróleo. En este grupo están incluidos buena parte de los países de Oriente Próximo y Rusia. Los saudís saben que esta puede ser una oportunidad irrepetible y están llevando a cabo acciones tales como incrementar la producción de petróleo para recuperar las relaciones con EEUU. Está haciendo partícipes de los beneficios económicos a la minoría chií de Arabia. Promueve acercamientos entre Israel y Siria y entre israelís y palestinos para rebajar la tensión regional. Estas medidas tienen el objetivo general de evitar el posible conflicto contra Irán o, al menos, si se produce, de lograr que afecte lo menos posible.
En Irak, la situación ha mejorado, pero no lo suficiente. Los iraquís se han dado cuenta de que deben duplicar su producción actual, si quieren prosperar de forma efectiva. Y esta percepción vinculada al petró- leo ha producido la consecuencia geopolítica y económica más llamativa hasta la fecha: Irak ha tomado la decisión de abrir a concurso la explotación de sus seis principales yacimientos petrolíferos. Ello significa que empresas extranjeras, después de décadas, volverán al sector del petróleo en un país de la OPEP. Rusia es el gran beneficiado europeo, pues es exportador de energía (petróleo y gas) y de cereales. Es una gran ocasión para afianzar su hegemonía regional y dar los pasos en la dirección correcta para ganar de nuevo relevancia global.
En Europa, todos los países tienen un alto nivel de dependencia energética, lo que ha llevado a reintroducir el debate de la energía nuclear. Si los países europeos, y especialmente la Unión Europea, quieren ser competitivos, no les queda otra alternativa que generar energía nuclear de forma segura y combinarla con otros recursos energéticos. Esta sería otra consecuencia geopolítica destacable del proceso que estamos viviendo.
De entre los actores principales, afrontan también problemas derivados del precio del crudo China y Estados Unidos. Los altos precios del sector energético se han convertido en la peor pesadilla del gigante asiático, que es un país muy vulnerable en el contexto energético actual. Debido a que otras economías se ven afectadas también, China no puede jugar con los precios de sus exportaciones y sus márgenes de beneficio se resienten. Esto se traduce en una merma de su poder externo de influencia. Como consecuencia, China se ha lanzado a un tour de force por todo el mundo para adquirir recursos. Víctima de esa ansiedad y de la naturaleza de su régimen político, ha producido casos como el de Sudán, donde lo de menos era Darfur. No obstante, las acciones del Gobierno chino siguen sin ser suficientes. Es ahora cuando sus pies de barro se muestran incapaces de seguir el paso de Estados Unidos.
EEUU APRENDIÓ bien la lección de la crisis de 1973 y viene desarrollando desde entonces políticas relacionadas con las reservas estratégicas y de reducción de la dependencia energética, que, sumadas a su primacía normativa, tecnológica y militar, le permiten resistir. Y todo lo que está aconteciendo le llevará a reforzar su acción exterior de reordenamiento geoestratégico de Oriente Próximo, de tal manera que los recursos petrolíferos estén siempre en manos de democracias o regímenes pro-occidentales.
Estamos a las puertas de una nueva situación. Más que nunca, los principales actores internacionales deberán jugar sus cartas con mucha inteligencia o pueden perder una partida decisiva.
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