Por ARTURO HERRERA, economista por la Universidad de Nueva York, trabaja en la banca privada en México y fue secretario de Finanzas en el gobierno de la Ciudad de México durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador (El País.com, 28/02/2009).
Dice un adagio popular que es un mal síntoma cuando la población de un país incorpora de manera cotidiana a su léxico términos económicos relativamente técnicos. De tal forma que no podemos menos que ser un tanto pesimistas cuando vocablos como inflación, tipo de cambio, devaluación, subprime, recesión o riesgo país se empiezan a escuchar en los cafés, el metro y en los medios no especializados.
Pero si bien todos estos términos suelen invocarse con una connotación negativa, ninguno es tan temido como el "desempleo" (el paro). La recesión nos afecta cuando disminuye la actividad económica, cuando nuestro poder adquisitivo cae, cuando las ventas se reducen, pero nunca se manifiesta con mayor rigor y de una manera tan personal como cuando se pierde el empleo.
Esto está pasando en Estados Unidos de manera muy dramática, la tasa de desempleo para enero alcanzó el 7.6 por ciento, una cifra no vista desde 1992 (y entonces le costó la reelección a Bush padre, recordemos la frase que el equipo de campaña de Clinton repetía sin cesar, "is the economy, stupid"); ¿pero como traducimos un número como 7,6 por ciento a términos más humanos?
Hace un año la tasa de desempleo en Estado Unidos era del 4,9 por ciento, esto quiere decir que en el último año poco más de ¡4 millones de personas perdieron su empleo! Tan solo en enero se perdieron más de medio millón de plazas laborales.
Las cifras en Estados Unidos presentan el patrón característico del desempleo en una recesión. Abril fue el último mes en que el desempleo disminuyó, desde entonces mes a mes se pierden puestos de trabajo.
Las malas noticias en Estados Unidos, suelen ser malas noticias para México; esto es natural, entre otras razones porque el ochenta por ciento de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos. Por ello, no es sorprendente que el desempleo en México esté siguiendo una trayectoria similar a la de su vecino del norte.
Al igual que en Estados Unidos la tasa de desempleo en México tocó su punto más bajo en mayo cuando llegó al 3,24 por ciento, desde entonces prácticamente ha venido subiendo todos los meses llegando en enero al 5 por ciento; este es el nivel más alto desde el año 2000 cuando se empezó a aplicar la nueva encuesta Ocupación y empleo. Es decir, de mayo a enero la tasa de desempleo creció en un 1,76 por ciento adicional.
¿Qué significa esto? La población económicamente activa en México es cercana a los 45 millones de personas, lo cual implica que de mayo para acá 792 mil mexicanos ingresaron a las filas del desempleo. Más aún, México tiene una población de 106 millones de habitantes y cerca de 21 millones de hogares, es decir, el hogar promedio en México está formado por cinco personas; así pues, el desempleo adicional de los últimos nueve meses afecta a cerca de cuatro millones de mexicanos.
A pesar de ello, ¿estamos mejor en México que en Estados Unidos dado que aquí la tasa es del 5 por ciento y allá del 7,6? No, y existen dos razones para ello.
En primer lugar la metodología internacional señala que desempleado es el que no trabajó cuando menos una hora la semana anterior; ¿una hora? Sí, una hora. En México es mucho más común que en Estados Unidos o Europa que los trabajadores estén en el sector informal o en sectores donde solo encuentran trabajo de vez en cuando, de una hora a la semana por ejemplo, y sin embargo, estos trabajadores no se contabilizan como "desempleados".
La otra, igualmente importante es que en México a diferencia de Estados Unidos y Europa occidental no existe el seguro de desempleo, no contamos con una red de protección social formal, organizada por el Estado para proteger a sus ciudadanos en los momentos más difíciles. Quienes pierden su empleo, no solamente dejan de percibir sus ingresos, tienen además que enfrentar un horizonte muy incierto, en el que no esta claro cuando podrán encontrar un nuevo trabajo y en el que su única red de protección esta formada por su familia y sus ahorros.
Por ello, si la crisis en México no es el leve "catarrito" del que el Gobierno hablaba hace meses, si no una crisis seria y preocupante como la que se está viendo en el resto de las economías. Se necesita pensar en construir una red social de protección; cuando menos necesitamos empezar a debatir la pertinencia o no del seguro de desempleo u otras medidas similares.
Urge este debate, pues aunque los signos de la recesión hace rato que aparecieron en México, su cara más cruel, la que afecta a las familias directamente, la del desempleo, apenas se está mostrando.
Dice un adagio popular que es un mal síntoma cuando la población de un país incorpora de manera cotidiana a su léxico términos económicos relativamente técnicos. De tal forma que no podemos menos que ser un tanto pesimistas cuando vocablos como inflación, tipo de cambio, devaluación, subprime, recesión o riesgo país se empiezan a escuchar en los cafés, el metro y en los medios no especializados.
Pero si bien todos estos términos suelen invocarse con una connotación negativa, ninguno es tan temido como el "desempleo" (el paro). La recesión nos afecta cuando disminuye la actividad económica, cuando nuestro poder adquisitivo cae, cuando las ventas se reducen, pero nunca se manifiesta con mayor rigor y de una manera tan personal como cuando se pierde el empleo.
Esto está pasando en Estados Unidos de manera muy dramática, la tasa de desempleo para enero alcanzó el 7.6 por ciento, una cifra no vista desde 1992 (y entonces le costó la reelección a Bush padre, recordemos la frase que el equipo de campaña de Clinton repetía sin cesar, "is the economy, stupid"); ¿pero como traducimos un número como 7,6 por ciento a términos más humanos?
Hace un año la tasa de desempleo en Estado Unidos era del 4,9 por ciento, esto quiere decir que en el último año poco más de ¡4 millones de personas perdieron su empleo! Tan solo en enero se perdieron más de medio millón de plazas laborales.
Las cifras en Estados Unidos presentan el patrón característico del desempleo en una recesión. Abril fue el último mes en que el desempleo disminuyó, desde entonces mes a mes se pierden puestos de trabajo.
Las malas noticias en Estados Unidos, suelen ser malas noticias para México; esto es natural, entre otras razones porque el ochenta por ciento de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos. Por ello, no es sorprendente que el desempleo en México esté siguiendo una trayectoria similar a la de su vecino del norte.
Al igual que en Estados Unidos la tasa de desempleo en México tocó su punto más bajo en mayo cuando llegó al 3,24 por ciento, desde entonces prácticamente ha venido subiendo todos los meses llegando en enero al 5 por ciento; este es el nivel más alto desde el año 2000 cuando se empezó a aplicar la nueva encuesta Ocupación y empleo. Es decir, de mayo a enero la tasa de desempleo creció en un 1,76 por ciento adicional.
¿Qué significa esto? La población económicamente activa en México es cercana a los 45 millones de personas, lo cual implica que de mayo para acá 792 mil mexicanos ingresaron a las filas del desempleo. Más aún, México tiene una población de 106 millones de habitantes y cerca de 21 millones de hogares, es decir, el hogar promedio en México está formado por cinco personas; así pues, el desempleo adicional de los últimos nueve meses afecta a cerca de cuatro millones de mexicanos.
A pesar de ello, ¿estamos mejor en México que en Estados Unidos dado que aquí la tasa es del 5 por ciento y allá del 7,6? No, y existen dos razones para ello.
En primer lugar la metodología internacional señala que desempleado es el que no trabajó cuando menos una hora la semana anterior; ¿una hora? Sí, una hora. En México es mucho más común que en Estados Unidos o Europa que los trabajadores estén en el sector informal o en sectores donde solo encuentran trabajo de vez en cuando, de una hora a la semana por ejemplo, y sin embargo, estos trabajadores no se contabilizan como "desempleados".
La otra, igualmente importante es que en México a diferencia de Estados Unidos y Europa occidental no existe el seguro de desempleo, no contamos con una red de protección social formal, organizada por el Estado para proteger a sus ciudadanos en los momentos más difíciles. Quienes pierden su empleo, no solamente dejan de percibir sus ingresos, tienen además que enfrentar un horizonte muy incierto, en el que no esta claro cuando podrán encontrar un nuevo trabajo y en el que su única red de protección esta formada por su familia y sus ahorros.
Por ello, si la crisis en México no es el leve "catarrito" del que el Gobierno hablaba hace meses, si no una crisis seria y preocupante como la que se está viendo en el resto de las economías. Se necesita pensar en construir una red social de protección; cuando menos necesitamos empezar a debatir la pertinencia o no del seguro de desempleo u otras medidas similares.
Urge este debate, pues aunque los signos de la recesión hace rato que aparecieron en México, su cara más cruel, la que afecta a las familias directamente, la del desempleo, apenas se está mostrando.
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