Por Xavier Ortega, catedrático y profesor emérito de la UPC (EL PERIÓDICO, 02/03/09):
El crecimiento de grandes consumos energéticos en países como China y la India están teniendo una repercusión mundial en los precios energéticos, en el medio ambiente y en la seguridad de suministro. En este contexto, ambas potencias asiáticas han anunciado, entre otras medidas, la incorporación de la energía nuclear a los nuevos sistemas de generación eléctrica.
Ante esa perspectiva, ¿cuál es la situación energética en Europa? La estructura energética de los 27 estados es muy diversa. Así, la producción eléctrica europea en el 2006, según la Comisión Europea, fue la siguiente: nuclear, 29%; combustibles fósiles, 54%; renovables con hidráulica, 15%, y otras, 2%. En el caso de España, esas cifras fueron: nuclear, 20%; combustibles fósiles, 60%; renovables con hidráulica, 17%, y otras, 3%. La generación nuclear en Europa es importante, aunque muy heterogénea, ya que 15 países tienen centrales nucleares, mientras que 12 no utilizan dicha energía. La participación de la generación nuclear en esos 15 países es muy variada: desde el 79% en Francia hasta el 4% en Holanda. España, con cerca del 20%, ocupaba la franja inferior. La vida media de las centrales nucleares europeas es de 25 años, similar a la de las centrales españolas, mientras que la vida prevista para la mayor parte de ellas es de 40 años.
EN CUANTO a las nuevas instalaciones nucleares en Europa, está en periodo avanzado de construcción una central de 1.600 Mw en Finlandia, otra central similar en Francia y han sido aprobadas una nueva central en cada uno de dichos países (todas ellas del tipo EPR francés). En Bulgaria están en construcción dos unidades de tecnología rusa. Europa tiene, por tanto, una fuerte dependencia de la energía nuclear, y aún mayor del carbón y del gas. Su parque nuclear ha adquirido una madurez y unos índices de disponibilidad elevados y tiene altos niveles de know how tecnológico. Es previsible que siga subiendo el consumo eléctrico en Europa en los próximos años a causa de una mayor diversidad de usos, como la desalación, la producción de hidrógeno y el transporte por ferrocarril. La disminución del potencial nuclear, por obsolescencia del parque actual, necesitará generación eléctrica de sustitución que sea gestionable de no alcanzarse niveles crecientes de eficiencia energética o de ahorro. Así, para asegurar la producción del parque nuclear actual se necesitará alargar la vida de algunas centrales o construir nuevas unidades de la generación 3.
Este es el reto que está originando cambios de gran alcance en el marco europeo. A los movimientos de participación empresarial (Enel, Endesa e Iberdrola) se han sumado recientemente las políticas de reactivación de las construcciones nucleares en el Reino Unido, el retorno a las nuevas centrales nucleares en Suecia y los acuerdos de Italia con Francia para el desarrollo de un programa nuclear en aquel país. Este hecho es relevante por ser Italia el único gran país europeo que había decidido no utilizar dicha energía, A este gran movimiento en los países europeos hay que añadir las posiciones del Gobierno de Polonia y las de varios países de Europa oriental. Las posiciones de Bélgica y Alemania también pueden experimentar cambios significativos próximamente.
¿Puede España permanecer aislada de este panorama europeo? Mi convicción es que difícilmente será así indefinidamente. La política energética española está basada en el apoyo a las energías renovables y a la generación de centrales de ciclo combinado, con el gas como combustible. Como el desarrollo de una nueva generación nuclear está excluido en dicha política, la opción nuclear podría llegar a desaparecer de perpetuarse dicha tendencia. Mientras la población española sea en Europa la más reticente al uso de la energía nuclear, será difícil modificar esa situación.
NO OBSTANTE, los niveles de oposición a dicha energía están cambiando con el tiempo, la información y las circunstancias socioeconómicas. Así lo manifiesta el último eurobarómetro de opinión. Mientras dicha coyuntura no cambie, es deseable que las decisiones en el terreno de la planificación energética no sean irreversibles. Sería imperdonable la desaparición de las empresas e instituciones que acumulan conocimientos y experiencia en el campo de la tecnología nuclear y que son clave, no sólo en el mantenimiento de activos nucleares, sino que exportan tecnología y servicios a un entorno con oportunidades crecientes.
También se ha de reclamar la atención y el apoyo a las tareas de formación de técnicos y especialistas que no sólo han de contribuir al relevo generacional, sino al desarrollo nacional e internacional de los nuevos sistemas de fisión y de las generaciones 3 y 4, y al desarrollo de la energía de fusión. Hay un gran déficit de estudiantes de ingeniería nuclear debido, en gran medida, a las pocas expectativas que se les ofrecen. Muchas veces, los alumnos más brillantes optan por desarrollar su carrera en el exterior. En un entorno globalizado es necesario observar y actuar desde esa realidad multinacional.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
El crecimiento de grandes consumos energéticos en países como China y la India están teniendo una repercusión mundial en los precios energéticos, en el medio ambiente y en la seguridad de suministro. En este contexto, ambas potencias asiáticas han anunciado, entre otras medidas, la incorporación de la energía nuclear a los nuevos sistemas de generación eléctrica.
Ante esa perspectiva, ¿cuál es la situación energética en Europa? La estructura energética de los 27 estados es muy diversa. Así, la producción eléctrica europea en el 2006, según la Comisión Europea, fue la siguiente: nuclear, 29%; combustibles fósiles, 54%; renovables con hidráulica, 15%, y otras, 2%. En el caso de España, esas cifras fueron: nuclear, 20%; combustibles fósiles, 60%; renovables con hidráulica, 17%, y otras, 3%. La generación nuclear en Europa es importante, aunque muy heterogénea, ya que 15 países tienen centrales nucleares, mientras que 12 no utilizan dicha energía. La participación de la generación nuclear en esos 15 países es muy variada: desde el 79% en Francia hasta el 4% en Holanda. España, con cerca del 20%, ocupaba la franja inferior. La vida media de las centrales nucleares europeas es de 25 años, similar a la de las centrales españolas, mientras que la vida prevista para la mayor parte de ellas es de 40 años.
EN CUANTO a las nuevas instalaciones nucleares en Europa, está en periodo avanzado de construcción una central de 1.600 Mw en Finlandia, otra central similar en Francia y han sido aprobadas una nueva central en cada uno de dichos países (todas ellas del tipo EPR francés). En Bulgaria están en construcción dos unidades de tecnología rusa. Europa tiene, por tanto, una fuerte dependencia de la energía nuclear, y aún mayor del carbón y del gas. Su parque nuclear ha adquirido una madurez y unos índices de disponibilidad elevados y tiene altos niveles de know how tecnológico. Es previsible que siga subiendo el consumo eléctrico en Europa en los próximos años a causa de una mayor diversidad de usos, como la desalación, la producción de hidrógeno y el transporte por ferrocarril. La disminución del potencial nuclear, por obsolescencia del parque actual, necesitará generación eléctrica de sustitución que sea gestionable de no alcanzarse niveles crecientes de eficiencia energética o de ahorro. Así, para asegurar la producción del parque nuclear actual se necesitará alargar la vida de algunas centrales o construir nuevas unidades de la generación 3.
Este es el reto que está originando cambios de gran alcance en el marco europeo. A los movimientos de participación empresarial (Enel, Endesa e Iberdrola) se han sumado recientemente las políticas de reactivación de las construcciones nucleares en el Reino Unido, el retorno a las nuevas centrales nucleares en Suecia y los acuerdos de Italia con Francia para el desarrollo de un programa nuclear en aquel país. Este hecho es relevante por ser Italia el único gran país europeo que había decidido no utilizar dicha energía, A este gran movimiento en los países europeos hay que añadir las posiciones del Gobierno de Polonia y las de varios países de Europa oriental. Las posiciones de Bélgica y Alemania también pueden experimentar cambios significativos próximamente.
¿Puede España permanecer aislada de este panorama europeo? Mi convicción es que difícilmente será así indefinidamente. La política energética española está basada en el apoyo a las energías renovables y a la generación de centrales de ciclo combinado, con el gas como combustible. Como el desarrollo de una nueva generación nuclear está excluido en dicha política, la opción nuclear podría llegar a desaparecer de perpetuarse dicha tendencia. Mientras la población española sea en Europa la más reticente al uso de la energía nuclear, será difícil modificar esa situación.
NO OBSTANTE, los niveles de oposición a dicha energía están cambiando con el tiempo, la información y las circunstancias socioeconómicas. Así lo manifiesta el último eurobarómetro de opinión. Mientras dicha coyuntura no cambie, es deseable que las decisiones en el terreno de la planificación energética no sean irreversibles. Sería imperdonable la desaparición de las empresas e instituciones que acumulan conocimientos y experiencia en el campo de la tecnología nuclear y que son clave, no sólo en el mantenimiento de activos nucleares, sino que exportan tecnología y servicios a un entorno con oportunidades crecientes.
También se ha de reclamar la atención y el apoyo a las tareas de formación de técnicos y especialistas que no sólo han de contribuir al relevo generacional, sino al desarrollo nacional e internacional de los nuevos sistemas de fisión y de las generaciones 3 y 4, y al desarrollo de la energía de fusión. Hay un gran déficit de estudiantes de ingeniería nuclear debido, en gran medida, a las pocas expectativas que se les ofrecen. Muchas veces, los alumnos más brillantes optan por desarrollar su carrera en el exterior. En un entorno globalizado es necesario observar y actuar desde esa realidad multinacional.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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