Por Walter Laqueur, director del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington (LA VANGUARDIA, 19/04/10):
En una emboscada en la mañana del 6 de abril, 75 policías indios murieron a manos de los guerrilleros maoístas. Fue el mayor ataque, aunque en absoluto el primero, de estas características; pocos días antes, otros once policías habían corrido la misma suerte. En los últimos años han sido asesinados unos 6.000 agentes de las fuerzas de seguridad y civiles, un número notablemente superior al de otras operaciones terroristas, con las únicas excepciones de Afganistán e Iraq.
Tales hechos apenas han obtenido difusión ni en India ni en el mundo, lo que obedece a diversas razones. La emboscada tuvo lugar en el estado de Chattisgarh y cabe dudar de que fuera de India una persona entre diez millares haya oído hablar alguna vez de él. Los maoístas indios (también llamados naxalitas) tienen básicamente su asiento en zonas boscosas remotas y de difícil acceso, en el llamado cinturón tribal que se extiende desde la zona central del país al nordeste (Bengala occidental). En el marco de la Constitución india, lo cierto es que las tribus – con decenas de millones de miembros-no han resultado bien paradas durante mucho tiempo y, a semejanza de los dalits (intocables), deberían ser objeto de trato preferencial en el ámbito social. Pero mientras los dalits han prosperado relativamente en las últimas décadas en el plano social y político (uno de ellos fue presidente de India, otro primer ministro y otro ministro de Justicia), la prosperidad de los últimos años no ha redundado en una mejora de la situación de las tribus.
Los maoístas indios constituyen una realidad singular. Se consideran comunistas, pero el Partido Comunista indio (que tiene representación en algunos gobiernos locales) los combate duramente. Es dudoso que hayan oído hablar siquiera de Marx o de Lenin y sólo poseen una vaga idea de Mao. Han estado activos más de cuarenta años. Primero operaron en el sur (Kerala), pero últimamente han trasladado sus actividades al norte, a zonas más atrasadas del país. No es un partido de la clase trabajadora sino que cuenta más bien con el apoyo del campesinado y también de figuras del mundo artístico y literario como la famosa escritora Arundhati Roy y el músico Kabir Suman (que es, asimismo, miembro del Parlamento).
En los últimos años han logrado infiltrarse en varias regiones de India y, pese a que se calcula que sus combatientes no superan los diez mil, parecen contar con el apoyo de parte de la población rural que (según palabras de Mao) aporta el agua sin la que los peces no pueden sobrevivir.
Los gobiernos indios, en general, no han hecho caso del auge del movimiento maoísta. Aunque el presidente ha dicho que los maoístas eran la mayor amenaza planteada a India en materia de seguridad en el plano interno, apenas se ha hecho nada para contrarrestar su influencia. El ministro del Interior, Chidambaram, lanzó una importante ofensiva conocida como operación Caza Verde contra los maoístas que cosechó cierto éxito con el apresamiento de varios líderes guerrilleros; la emboscada mencionada parece ser una respuesta a la ofensiva del Gobierno.
Los maoístas, según algunas fuentes, cuentan a veces con mejor armamento que las propias fuerzas gubernamentales y poseen además un mejor conocimiento del terreno. Las fuerzas gubernamentales no han desplegado gran pericia en esas condiciones y el Gobierno no ha empleado tropas de élite en las áreas afectadas.
¿Qué posibilidades de éxito tiene el movimiento maoísta? India no es China ni Nepal, donde los maoístas se han convertido en una fuerza de notable influencia en el país. India es un país que ha experimentado un vigoroso proceso de urbanización y, a diferencia de la China de hace setenta años, el campo no podrá “rodear a la ciudad” (estrategia de Mao). Pero, a menos que el Gobierno mejore su estrategia, India y su economía pueden resultar muy perjudicadas ya que la acción guerrillera puede amenazar notablemente el impulso al desarrollo en el medio rural.
Los líderes maoístas parecen ser plenamente conscientes de su debilidad a largo plazo, por lo que han dado señales de aspirar a una tregua. Quizá confían en lograr una mayor cuota de poder si participan en el proceso político y optan por concurrir a las elecciones en lugar de llevar a cabo ataques guerrilleros.
Sin embargo, esta disposición no puede aún darse por descontada. El Gobierno indio no debe únicamente ser más eficaz en su acción antiterrorista, sino que ha de mejorar las condiciones de vida en el medio rural. El producto nacional bruto de India creció un 8% incluso en el último año de crisis, y su producción industrial aumentó un 17%. Pero tal fenómeno apenas se ha notado en el medio rural. Lo propio puede decirse prácticamente de todos los países asiáticos (y occidentales), por lo que cabría preguntarse, por ejemplo, por qué no hay actualmente rebeldes maoístas en China. La respuesta es patente: porque China posee un Gobierno mucho más poderoso y enérgico, aunque incluso China habrá de abordar este problema si quiere evitar tensiones internas. Con mayor razón, pues, resulta pertinente subrayar el problema en el caso de India.
Adoptar la iniciativa de reducir los niveles de pobreza en el medio rural no bastará para aplastar a la guerrilla y al terrorismo en India, pero es una parte esencial de la solución.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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