Por Yuriko Koike, ex ministra de Defensa y ex consejera de Seguridad Nacional de Japón © Project Syndicate, 2010. Traducción: Kena Nequiz (LA VANGUARDIA, 18/04/10):
Los presidentes estadounidense, Barack Obama, y ruso, Dimitri Medvedev, acaban de firmar un importante tratado de control de armas nucleares en Praga. Las grandes potencias nucleares del mundo se han reunido en Washington y en mayo lo harán en la ONU para discutir recortes adicionales. Son buenas noticias para todo el mundo. Pero ni el acuerdo Estados Unidos-Rusia ni las próximas negociaciones sobre armas nucleares tendrán mucho impacto sobre la amenaza actual más peligrosa: la luna de miel nuclear entre un Irán decidido a adquirir la capacidad para fabricar armas nucleares y una Corea del Norte dispuesta a venderle los medios para adquirirla a cambio de divisas duras.
Más de 6.000 norcoreanos trabajan en Irán y en zonas vecinas de Oriente Medio. Muchos lo hacen en la construcción y la industria del vestido como mano de obra barata. Pero en Irán y Siria también hay un número creciente de trabajadores especializados. Cuando Israel atacó una instalación nuclear en Siria en septiembre del 2007, se descubrió que los norcoreanos estaban participando en su desarrollo en cooperación con el Centro Nacional de Investigación Técnica de Siria.
De los muchos norcoreanos que viven en Irán, la mayoría participa en actividades a nombre del Partido de los Trabajadores Coreano. Su misión es hacer propaganda a favor de la ideología del partido en la República Islámica. Algunos de ellos reciben sus instrucciones de la embajada de Corea del Norte en Teherán, que se ocupa principalmente de actuar como el vigilante del partido de los ciudadanos destinados en Irán. Se exige que los agregados diplomáticos norcoreanos lleven a cabo sesiones semanales y mensuales de autocrítica. No obstante, hay otros norcoreanos en Irán que no reciben órdenes de la embajada; son de tres tipos. Los de la Oficina 99 dependen del Departamento de la Industria de Municiones en Pyongyang.
Los de la Oficina 39, del Departamento de Finanzas y Contabilidad. Un último grupo depende directamente de la Oficina de la Secretaría del Querido Líder de Corea del Norte, Kim Jong Il.
En el 2002 se calculaba que había más de 120 norcoreanos trabajando en más de diez lugares relacionados con la investigación nuclear o sobre misiles en todo Irán. Las actividades nucleares y las relacionadas con los misiles de los norcoreanos en Irán son una mina de oro que da al régimen de Kim Jong Il divisas duras y crea una alianza virtual antiestadounidense. Al fomentar la proliferación nuclear y la transferencia de tecnologías nucleares esenciales al régimen más radical de Oriente Medio, Kim Jong Il espera que el fundamentalismo islámico se convierta en un bastión de sentimiento procoreano.
Hasta el 2009, el Departamento de Finanzas y Contabilidad y la Oficina de la Secretaría de Corea del Norte se han encargado de las exportaciones de misiles y de la tecnología relacionada con ellos a Irán mediante las compañías falsas que administra la Oficina 99. Todas esas transacciones se han llevado a cabo bajo las órdenes directas de Kim Jong Il. La cosa funciona así: el Segundo Comité Económico, bajo el mando del liderazgo central del partido, fabrica los misiles con la ayuda de la Segunda Academia de Ciencias Naturales de Corea del Norte. Las empresas de la Oficina 99 exportan los misiles a Irán. Las divisas obtenidas con esa exportación van directamente al bolsillo de Kim Jong Il o se utilizan para financiar más investigaciones nucleares.
Tras el ensayo nuclear que hizo Corea del Norte en el 2009, la ONU impuso sanciones al régimen de Kim mediante la resolución 1874 del Consejo de Seguridad, que interrumpió el flujo de divisas a Corea del Norte. Debido a las sanciones, Irán se ha convertido en un socio aún más importante para Corea del Norte de lo que ya era. Así pues, las sanciones han fortalecido, en lugar de debilitar, la relación nuclear. De acuerdo con documentos internos de alto nivel del Partido de los Trabajadores que llegaron a Japón mediante informantes norcoreanos, en el 2010 se creó una nueva empresa ficticia, la Lyongaksan General Trading Corporation. Aparentemente, la intención es que esta organización desempeñe ahora el papel central de la administración de las exportaciones de misiles y tecnología nuclear a Irán. Corea del Norte ha usado regularmente compañías ficticias para exportar misiles. Los nombres, direcciones y números telefónicos de esas compañías no existen, como demostraron los documentos que se encontraron cuando la ONU confiscó armas que se habían exportado ilegalmente.
La situación financiera de Corea del Norte es tan desesperada que en diciembre el Ministerio de Seguridad Popular suspendió el uso interno de divisas extranjeras. Las infracciones se castigan con la pena de muerte. Kim Jong Il buscará mantener la relación con Irán a cualquier costo. Para detener este comercio, China –a través de cuyo territorio pasa la mayoría de los envíos desde y hacia Corea del Norte- tendrá que desempeñar un papel más responsable. Dada la amplitud de la relación nuclear entre Irán y Corea del Norte, las democracias de Asia deben empezar a pensar seriamente en cooperar en materia de defensa regional de misiles. Cuando hay tanto en juego, la respuesta debe ser creativa y audaz.
Fuente: Bitácora Almendrón. Tribuna Libre © Miguel Moliné Escalona
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