Por Salvador Alemany, presidente electo del Círculo de Economía (ABC, 29/05/08):
Pocas horas antes de acceder a la presidencia del Círculo de Economía, reflexiono que las personas que lo fundaron, en la década de los 50 del pasado siglo, no podían pensar que de sus inquietudes resultaría la Institución que estos días celebra su cincuentenario. Carlos Ferrer Salat, Carlos Güell o Joan Más Cantí, entre otros, pretendían, simplemente, disponer de un espacio donde encontrar lo que no les ofrecía la España aislada, atrasada y oscura de aquella época. Un espacio de encuentro y debate para personas jóvenes que se negaban a aceptar que su destino fuera vivir al margen de esa Europa, que se recuperaba de manera tan decidida y admirable de los desastres de la Guerra.
Las circunstancias obligaban a soluciones creativas, como lo fue la fundación del Club Comodín, un club de ajedrez, pese a no tener vocación alguna por este deporte. Pero un club deportivo resultaba ser la mejor de las alternativas para facilitar unas actividades que no respondían a la voluntad del régimen de entonces. Un Club que desarrolló así sus actividades a partir de 1951. Fue en 1953 cuando Jordi Pujol facilitó el contacto con Jaume Vicens Vives, cuya influencia resultó fundamental, pues orientó las inquietudes de aquellos jóvenes empresarios, comprometiéndoles a asumir su responsabilidad en la recuperación de una sociedad devastada. En su conferencia de 1958 «El capitán de industria español en los últimos cien años», genuina hoja de ruta de la Institución durante estas décadas, decía Jaume Vicens refiriéndose a la nueva generación de empresarios: «de sus ambiciones y de su interés, de su comprensión de los demás elementos de la sociedad, de su nueva fe en el país, pueden y deben esperarse muchas cosas».
Un compromiso que asumieron las personas que, ese año, transformaron el Club Comodín en el Círculo de Economía, eligiendo a Carlos Ferrer Salat como presidente y a Ernest Lluch como secretario general. En ese contexto, Fabián Estapé asumió un protagonismo destacado, acercando la Entidad a personas como Joan Sardá, Enrique Fuentes Quintana, José Luis Sampedro y, posteriormente, Luis Ángel Rojo. A estos destacados economistas les correspondió diseñar y liderar el Plan de Estabilización de 1959, inicio y símbolo de la modernización, apertura e incorporación a los organismos internacionales de la economía española. Desde entonces, todos ellos han sido para el Círculo personas muy cercanas e influyentes.
El Plan de Estabilización, que prácticamente coincidió con el Tratado de Roma, origen de la Comunidad Económica Europea, parecía favorecer la evolución y apertura del régimen. Y a este fin pretendió contribuir el Círculo, que hizo de la liberalización económica y la aproximación a Europa sus dos ejes básicos de actuación.
La llegada de la democracia y la plena incorporación de España a las Comunidades Europeas en 1986 culminaron el esfuerzo de generaciones de españoles y, a su vez, pudo suponer un fin dulce del Círculo. Sin embargo, se supo encontrar un espacio en una sociedad democrática y abierta. El espacio que corresponde a una Entidad donde confluyen empresarios, directivos, académicos, políticos y representantes del mundo social y cultural. Un espacio plural e independiente desde el que fomentar el debate crítico y constructivo que facilite la formación de opinión sobre cuestiones de interés general.
Este es el Círculo que se prepara para celebrar sus primeros 50 años coincidiendo con una nueva renovación de la Junta Directiva, que se sumará a las quince que nos han precedido. La más reciente, que ha desarrollado una labor especialmente significada, presidida por José Manuel Lara. La limitación a un solo mandato trienal constituye una característica básica y diferencial del Círculo. Una dinámica que favorece la continua renovación de personas al frente de la Entidad, y contribuye a que desde el mundo empresarial se asuman responsabilidades colectivas.
Y si mencionábamos que la evolución del Círculo ha superado la mejor de las previsiones, no es menos notable lo que ha sucedido con nuestra economía y sociedad. De un país atrasado y aislado, a ser uno de los países líderes de la Unión Europea, con una singular proyección hacia diversas regiones del mundo. Además, en el último decenio hemos superado una de las carencias que más nos preocupaban: hoy ya existen multinacionales españolas.
Pero esta brillante trayectoria no permite relajarse. Debe servir, eso sí, como estímulo para afrontar los nuevos retos de este inicio de siglo. Somos hoy una sociedad compleja y diversa, con una economía sometida a la competencia global y con una vida pública con carencias que, de no abordar, pueden suponer un serio freno a nuestro desarrollo. Estas son las cuestiones en cuyo análisis y resolución debemos comprometernos en los próximos años. Y por ello, el Círculo, desde Barcelona, seguirá dirigiéndose al conjunto de España para debatir y elaborar sus opiniones y propuestas.
Nos preocupan determinadas dinámicas de nuestra vida pública. Los ciudadanos entendemos que la democracia se fundamenta en el debate y la discrepancia, y que la articulación de un Estado tan plural y complejo como el nuestro no resulta sencilla. Pero, al mismo tiempo, se hace evidente que el nivel de crispación y enfrentamiento político y territorial de los últimos años ha sido exagerado, innecesario y contraproducente. En los próximos meses, el debate sobre financiación autonómica ofrece una oportunidad de reducir tensiones, sin diferir acuerdos ni compromisos adquiridos. El cumplimiento en tiempo y forma de lo pactado constituye uno de los valores esenciales de la convivencia y protege la necesaria credibilidad de los dirigentes. El debate para la resolución del modelo de financiación territorial parece situarse en Cataluña, pero es evidente que interesa a todas las comunidades, cuyas necesidades propias requieren soluciones diferenciadas para su futuro desarrollo.
Asimismo, nuestros principales partidos deben asumir la ineludible necesidad de alcanzar los acuerdos de mínimos que garanticen el normal funcionamiento de las Instituciones, y la continuidad y coherencia en aquellas políticas prioritarias que requieren de una visión y acción a largo plazo.
Una vida pública, a la que debemos facilitar la incorporación de nuestros mejores jóvenes. El reto es conseguir que las nuevas generaciones se sientan atraídas por el prestigio y reconocimiento que hoy se ha desplazado del sector público a otros ámbitos. Que aspiren a asumir responsabilidades en partidos políticos e instituciones, públicas o privadas.
Porque a la vez que los ciudadanos manifiestan un preocupante distanciamiento respecto a la vida política, también se intuye una mayor disposición para comprometerse en los asuntos colectivos. Seguramente deberemos analizar los nuevos cauces que faciliten este compromiso del ciudadano con la vida colectiva. Una dinámica que podemos aplicar asimismo a todo tipo de entidades y, evidentemente, al Círculo. En los próximos años profundizaremos en esos nuevos mecanismos que favorecen la participación activa de nuestros asociados en la vida de la Entidad. Una sociedad avanzada, que accede mayoritariamente a las tecnologías de la comunicación, no puede asumir un papel pasivo en los asuntos colectivos.
Y sin obviar la importancia de determinadas políticas y actuaciones encaminadas a mejorar la competitividad de nuestras empresas, la gran prioridad de nuestra economía y sociedad no puede ser otra que la educación, especialmente la obligatoria. Así se titula una de las últimas Opiniones del Círculo «Educación: la gran prioridad». Los problemas de desigualdad que evidencia la globalización, con la inmigración como una de sus expresiones más notorias, y las mayores exigencias de una sociedad avanzada, requieren de una educación de calidad a la que accedan todos los jóvenes. Una educación que garantice la igualdad de oportunidades, base indiscutible de una sociedad justa. Porque sin una sociedad justa, el progreso económico no existe. O es efímero.
Pocas horas antes de acceder a la presidencia del Círculo de Economía, reflexiono que las personas que lo fundaron, en la década de los 50 del pasado siglo, no podían pensar que de sus inquietudes resultaría la Institución que estos días celebra su cincuentenario. Carlos Ferrer Salat, Carlos Güell o Joan Más Cantí, entre otros, pretendían, simplemente, disponer de un espacio donde encontrar lo que no les ofrecía la España aislada, atrasada y oscura de aquella época. Un espacio de encuentro y debate para personas jóvenes que se negaban a aceptar que su destino fuera vivir al margen de esa Europa, que se recuperaba de manera tan decidida y admirable de los desastres de la Guerra.
Las circunstancias obligaban a soluciones creativas, como lo fue la fundación del Club Comodín, un club de ajedrez, pese a no tener vocación alguna por este deporte. Pero un club deportivo resultaba ser la mejor de las alternativas para facilitar unas actividades que no respondían a la voluntad del régimen de entonces. Un Club que desarrolló así sus actividades a partir de 1951. Fue en 1953 cuando Jordi Pujol facilitó el contacto con Jaume Vicens Vives, cuya influencia resultó fundamental, pues orientó las inquietudes de aquellos jóvenes empresarios, comprometiéndoles a asumir su responsabilidad en la recuperación de una sociedad devastada. En su conferencia de 1958 «El capitán de industria español en los últimos cien años», genuina hoja de ruta de la Institución durante estas décadas, decía Jaume Vicens refiriéndose a la nueva generación de empresarios: «de sus ambiciones y de su interés, de su comprensión de los demás elementos de la sociedad, de su nueva fe en el país, pueden y deben esperarse muchas cosas».
Un compromiso que asumieron las personas que, ese año, transformaron el Club Comodín en el Círculo de Economía, eligiendo a Carlos Ferrer Salat como presidente y a Ernest Lluch como secretario general. En ese contexto, Fabián Estapé asumió un protagonismo destacado, acercando la Entidad a personas como Joan Sardá, Enrique Fuentes Quintana, José Luis Sampedro y, posteriormente, Luis Ángel Rojo. A estos destacados economistas les correspondió diseñar y liderar el Plan de Estabilización de 1959, inicio y símbolo de la modernización, apertura e incorporación a los organismos internacionales de la economía española. Desde entonces, todos ellos han sido para el Círculo personas muy cercanas e influyentes.
El Plan de Estabilización, que prácticamente coincidió con el Tratado de Roma, origen de la Comunidad Económica Europea, parecía favorecer la evolución y apertura del régimen. Y a este fin pretendió contribuir el Círculo, que hizo de la liberalización económica y la aproximación a Europa sus dos ejes básicos de actuación.
La llegada de la democracia y la plena incorporación de España a las Comunidades Europeas en 1986 culminaron el esfuerzo de generaciones de españoles y, a su vez, pudo suponer un fin dulce del Círculo. Sin embargo, se supo encontrar un espacio en una sociedad democrática y abierta. El espacio que corresponde a una Entidad donde confluyen empresarios, directivos, académicos, políticos y representantes del mundo social y cultural. Un espacio plural e independiente desde el que fomentar el debate crítico y constructivo que facilite la formación de opinión sobre cuestiones de interés general.
Este es el Círculo que se prepara para celebrar sus primeros 50 años coincidiendo con una nueva renovación de la Junta Directiva, que se sumará a las quince que nos han precedido. La más reciente, que ha desarrollado una labor especialmente significada, presidida por José Manuel Lara. La limitación a un solo mandato trienal constituye una característica básica y diferencial del Círculo. Una dinámica que favorece la continua renovación de personas al frente de la Entidad, y contribuye a que desde el mundo empresarial se asuman responsabilidades colectivas.
Y si mencionábamos que la evolución del Círculo ha superado la mejor de las previsiones, no es menos notable lo que ha sucedido con nuestra economía y sociedad. De un país atrasado y aislado, a ser uno de los países líderes de la Unión Europea, con una singular proyección hacia diversas regiones del mundo. Además, en el último decenio hemos superado una de las carencias que más nos preocupaban: hoy ya existen multinacionales españolas.
Pero esta brillante trayectoria no permite relajarse. Debe servir, eso sí, como estímulo para afrontar los nuevos retos de este inicio de siglo. Somos hoy una sociedad compleja y diversa, con una economía sometida a la competencia global y con una vida pública con carencias que, de no abordar, pueden suponer un serio freno a nuestro desarrollo. Estas son las cuestiones en cuyo análisis y resolución debemos comprometernos en los próximos años. Y por ello, el Círculo, desde Barcelona, seguirá dirigiéndose al conjunto de España para debatir y elaborar sus opiniones y propuestas.
Nos preocupan determinadas dinámicas de nuestra vida pública. Los ciudadanos entendemos que la democracia se fundamenta en el debate y la discrepancia, y que la articulación de un Estado tan plural y complejo como el nuestro no resulta sencilla. Pero, al mismo tiempo, se hace evidente que el nivel de crispación y enfrentamiento político y territorial de los últimos años ha sido exagerado, innecesario y contraproducente. En los próximos meses, el debate sobre financiación autonómica ofrece una oportunidad de reducir tensiones, sin diferir acuerdos ni compromisos adquiridos. El cumplimiento en tiempo y forma de lo pactado constituye uno de los valores esenciales de la convivencia y protege la necesaria credibilidad de los dirigentes. El debate para la resolución del modelo de financiación territorial parece situarse en Cataluña, pero es evidente que interesa a todas las comunidades, cuyas necesidades propias requieren soluciones diferenciadas para su futuro desarrollo.
Asimismo, nuestros principales partidos deben asumir la ineludible necesidad de alcanzar los acuerdos de mínimos que garanticen el normal funcionamiento de las Instituciones, y la continuidad y coherencia en aquellas políticas prioritarias que requieren de una visión y acción a largo plazo.
Una vida pública, a la que debemos facilitar la incorporación de nuestros mejores jóvenes. El reto es conseguir que las nuevas generaciones se sientan atraídas por el prestigio y reconocimiento que hoy se ha desplazado del sector público a otros ámbitos. Que aspiren a asumir responsabilidades en partidos políticos e instituciones, públicas o privadas.
Porque a la vez que los ciudadanos manifiestan un preocupante distanciamiento respecto a la vida política, también se intuye una mayor disposición para comprometerse en los asuntos colectivos. Seguramente deberemos analizar los nuevos cauces que faciliten este compromiso del ciudadano con la vida colectiva. Una dinámica que podemos aplicar asimismo a todo tipo de entidades y, evidentemente, al Círculo. En los próximos años profundizaremos en esos nuevos mecanismos que favorecen la participación activa de nuestros asociados en la vida de la Entidad. Una sociedad avanzada, que accede mayoritariamente a las tecnologías de la comunicación, no puede asumir un papel pasivo en los asuntos colectivos.
Y sin obviar la importancia de determinadas políticas y actuaciones encaminadas a mejorar la competitividad de nuestras empresas, la gran prioridad de nuestra economía y sociedad no puede ser otra que la educación, especialmente la obligatoria. Así se titula una de las últimas Opiniones del Círculo «Educación: la gran prioridad». Los problemas de desigualdad que evidencia la globalización, con la inmigración como una de sus expresiones más notorias, y las mayores exigencias de una sociedad avanzada, requieren de una educación de calidad a la que accedan todos los jóvenes. Una educación que garantice la igualdad de oportunidades, base indiscutible de una sociedad justa. Porque sin una sociedad justa, el progreso económico no existe. O es efímero.
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