Por IGNACIO CEMBRERO - Doha - (El País.com, 20/04/2008)
Veinte años después de que el ayatollah iraní Jomeini emitiese una fetua condenando a muerte al escritor indio-británico Salman Rushdie por su libro Versículos satánicos, el Golfo Pérsico sigue aficionado a estos edictos islámicos a veces brutales, pero a veces también extravagantes y perturbadoras para el buen funcionamiento de la sociedad.
En las últimas semanas las fetuas han surgido como las setas, pero una de ellas ha desatado una polémica de especial virulencia. La pronunció, a finales del mes pasado, el clérigo saudí Abdul Rahman al Barrak, de 75 años, y en ella exige a dos columnistas de prensa que se arrepientan o, de lo contrario, “deben ser ejecutados como apostatas del islam y no tendrán derecho a los rituales del entierro”.
¿Qué reprocha Barrak a Abdulá bin Bijad y Yusuf Abu al Khayl? Haber sostenido en sendos artículos, publicados en marzo en el diario Al Riad, que los seguidores de otras religiones monoteístas, como el cristianismo o el judaísmo, no deben ser tachados de “infieles” como lo hace el wahabismo, la versión del islam que impera en Arabia Saudí. Para Barrak ambos incitan así a los musulmanes a cambiar de fe.
Numerosos lectores
La fetua de Barrak, el clérigo independiente con más influencia en Arabia Saudí, no ha sido recogida por la prensa del reino, pero sí en varias páginas web islamistas por lo que ha tenido numerosos lectores. Las autoridades religiosas oficiales, empezando por el Gran Mufti, Abdelaziz al Cheikh, guardan silencio ante esa amenaza de muerte.
No así los dos columnistas que, en diversas entrevistas, han replicado a Barrak y a su fatua que emana “de las tinieblas”. “Esto no me va a impedir seguir exponiendo mis pensamientos y convicciones”, declaró Bin Bijad. Al Khayl se plantea, por su parte, denunciar al clérigo por amenazarle de muerte.
Ambos escritores han recibido el apoyo de un centenar de intelectuales árabes que, a principios de mes, redactaron un manifiesto en el que describen a Barrak como “oscurantista” y el acusan de pretender ostentar el “monopolio del islam” y de practicar el “terrorismo intelectual”.
Pero Barrak también ha obtenido respaldos, entre ellos, el de una veintena de clérigos saudíes que le secundan en su condena de los “artículos heréticos”. Barrak es el autor de otras fetuas célebres como la que califica de “heréticos” a los musulmanes shíies y de otra que anima a asesinar a funcionarios daneses y a esclavizar a sus mujeres en respuesta a las viñetas sobre el profeta publicadas en ese país.
Condenas a muerte
Las fetuas con condenas a muerte han sido más de una vez puestas en práctica por radicales espontáneos. Una de ellas le costó la vida, en 1992, al escritor egipcio Farag Foda y dos años después, el premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz, también estuvo a punto de ser asesinado en El Cairo.
Al sureste de Riad, en Dubai, el Departamento de Asuntos Islámicos emitió también, el 7 de abril, una fetua en la que prohíbe a hospitales y laboratorios poner etiquetas en los tubos que recogen las muestras de orina, sangre, heces etcétera con los nombres de los pacientes si estos tienen alguna vinculación con Dios y el profeta.
El departamento entregó al Ministerio de Sanidad una lista con 99 nombres, que incluyen desde Abdalá hasta Abdelraham, que sugiere sustituir en los frascos y tubos por los del número de expediente médico. Así se evitará atentar contra el carácter sagrado de esos nombres, explica, “y se creará un poco de confusión”, añade un residente en Dubai.
Al más conocido de los telepredicadores árabes, el egipcio Yussuf Qaradawi, que arenga a los musulmanes a través de Al Yazira, la televisión vía satélite con sede en Doha (Qatar), le dio, en cambio, hace unos días por emitir una fatua de carácter liberal. Y eso que Qaradawi es un conservador que en 2006 sostuvo que los marroquíes podían contraer créditos hipotecarios porque Marruecos es tan poco musulmán como los países europeos al no permitir un fácil acceso a la financiación islámica (sin intereses).
Qaradawi sorprendió al declarar: para los musulmanes “no es ilícito consumir bebidas que contienen un pequeño porcentaje de alcohol obtenido mediante fermentación natural” del azúcar. Se refería a las “bebidas energizantes” para deportistas cuya graduación no supera el 0,5%.
“Esta fetua abre la vía para los que quieren consumir bebidas con una escasa proporción de alcohol bajo pretexto de que el Corán o la Suna no establecen la graduación”, se lamentó Al Charq, el principal diario del emirato, en un editorial.
“El vino (…) no es sino abominación y obra del Demonio”, reza un versículo del Corán mientras que otro asegura: “el Demonio sólo quiere crear hostilidad y odio entre vosotros valiéndose del vino (…) e impediros que recordéis a Alá”. Los teólogos musulmanes más modernos interpretan que el libro sagrado rechaza la embriaguez, pero no un consumo moderado de alcohol. Su punto de vista es minoritario.
Veinte años después de que el ayatollah iraní Jomeini emitiese una fetua condenando a muerte al escritor indio-británico Salman Rushdie por su libro Versículos satánicos, el Golfo Pérsico sigue aficionado a estos edictos islámicos a veces brutales, pero a veces también extravagantes y perturbadoras para el buen funcionamiento de la sociedad.
En las últimas semanas las fetuas han surgido como las setas, pero una de ellas ha desatado una polémica de especial virulencia. La pronunció, a finales del mes pasado, el clérigo saudí Abdul Rahman al Barrak, de 75 años, y en ella exige a dos columnistas de prensa que se arrepientan o, de lo contrario, “deben ser ejecutados como apostatas del islam y no tendrán derecho a los rituales del entierro”.
¿Qué reprocha Barrak a Abdulá bin Bijad y Yusuf Abu al Khayl? Haber sostenido en sendos artículos, publicados en marzo en el diario Al Riad, que los seguidores de otras religiones monoteístas, como el cristianismo o el judaísmo, no deben ser tachados de “infieles” como lo hace el wahabismo, la versión del islam que impera en Arabia Saudí. Para Barrak ambos incitan así a los musulmanes a cambiar de fe.
Numerosos lectores
La fetua de Barrak, el clérigo independiente con más influencia en Arabia Saudí, no ha sido recogida por la prensa del reino, pero sí en varias páginas web islamistas por lo que ha tenido numerosos lectores. Las autoridades religiosas oficiales, empezando por el Gran Mufti, Abdelaziz al Cheikh, guardan silencio ante esa amenaza de muerte.
No así los dos columnistas que, en diversas entrevistas, han replicado a Barrak y a su fatua que emana “de las tinieblas”. “Esto no me va a impedir seguir exponiendo mis pensamientos y convicciones”, declaró Bin Bijad. Al Khayl se plantea, por su parte, denunciar al clérigo por amenazarle de muerte.
Ambos escritores han recibido el apoyo de un centenar de intelectuales árabes que, a principios de mes, redactaron un manifiesto en el que describen a Barrak como “oscurantista” y el acusan de pretender ostentar el “monopolio del islam” y de practicar el “terrorismo intelectual”.
Pero Barrak también ha obtenido respaldos, entre ellos, el de una veintena de clérigos saudíes que le secundan en su condena de los “artículos heréticos”. Barrak es el autor de otras fetuas célebres como la que califica de “heréticos” a los musulmanes shíies y de otra que anima a asesinar a funcionarios daneses y a esclavizar a sus mujeres en respuesta a las viñetas sobre el profeta publicadas en ese país.
Condenas a muerte
Las fetuas con condenas a muerte han sido más de una vez puestas en práctica por radicales espontáneos. Una de ellas le costó la vida, en 1992, al escritor egipcio Farag Foda y dos años después, el premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz, también estuvo a punto de ser asesinado en El Cairo.
Al sureste de Riad, en Dubai, el Departamento de Asuntos Islámicos emitió también, el 7 de abril, una fetua en la que prohíbe a hospitales y laboratorios poner etiquetas en los tubos que recogen las muestras de orina, sangre, heces etcétera con los nombres de los pacientes si estos tienen alguna vinculación con Dios y el profeta.
El departamento entregó al Ministerio de Sanidad una lista con 99 nombres, que incluyen desde Abdalá hasta Abdelraham, que sugiere sustituir en los frascos y tubos por los del número de expediente médico. Así se evitará atentar contra el carácter sagrado de esos nombres, explica, “y se creará un poco de confusión”, añade un residente en Dubai.
Al más conocido de los telepredicadores árabes, el egipcio Yussuf Qaradawi, que arenga a los musulmanes a través de Al Yazira, la televisión vía satélite con sede en Doha (Qatar), le dio, en cambio, hace unos días por emitir una fatua de carácter liberal. Y eso que Qaradawi es un conservador que en 2006 sostuvo que los marroquíes podían contraer créditos hipotecarios porque Marruecos es tan poco musulmán como los países europeos al no permitir un fácil acceso a la financiación islámica (sin intereses).
Qaradawi sorprendió al declarar: para los musulmanes “no es ilícito consumir bebidas que contienen un pequeño porcentaje de alcohol obtenido mediante fermentación natural” del azúcar. Se refería a las “bebidas energizantes” para deportistas cuya graduación no supera el 0,5%.
“Esta fetua abre la vía para los que quieren consumir bebidas con una escasa proporción de alcohol bajo pretexto de que el Corán o la Suna no establecen la graduación”, se lamentó Al Charq, el principal diario del emirato, en un editorial.
“El vino (…) no es sino abominación y obra del Demonio”, reza un versículo del Corán mientras que otro asegura: “el Demonio sólo quiere crear hostilidad y odio entre vosotros valiéndose del vino (…) e impediros que recordéis a Alá”. Los teólogos musulmanes más modernos interpretan que el libro sagrado rechaza la embriaguez, pero no un consumo moderado de alcohol. Su punto de vista es minoritario.
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