viernes, septiembre 21, 2007

¿Prepararse para la guerra?

Por Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 21/09/07):

¡Así que hay que prepararse para la guerra! El empleo de esta expresión de Churchill no puede ser inocente. También hay que tomar en serio al ministro de Exteriores francés Bernard Kouchner -a pesar de las últimas matizaciones diplomáticas- cuando afirma que, en el momento actual, no existe ninguna crisis más grave que la del programa nuclear iraní. No obstante, convendría saber por qué ha decidido decirlo ahora y en un tono tan alarmado y tan alarmista. Ha precisado, eso sí, que no cree que haya peligro de un bombardeo inmediato de Irán por parte de Estados Unidos. Pero es evidente que pretende generalizar la idea de que existen planes muy elaborados para llevar esta amenaza a la práctica cualquiera de estos días, y es evidente asimismo que está decidido a que los iraníes tengan miedo a dicha posibilidad. Es decir, Bernard Kouchner ha decidido hacer de Casandra, ante todo para alertar a Europa, pero también para hacer una advertencia a Ahmadineyad.

¿No es suficiente la amenaza estadounidense? ¿Necesitaba George Bush que los europeos fueran más allá? El problema es que, en Estados Unidos, el movimiento partidario de mantenerse firmes con Irán sólo está prosperando en los círculos que, en su día, preconizaron la intervención en Irak. Y es innegable que estamos viendo reaparecer los argumentos en favor de la guerra preventiva, en especial la idea de que no hay que perder tiempo ni dar demasiadas oportunidades al enemigo, para evitar el caos. También se oye a los famosos ideólogos neoconservadores convertidos en estrategas improvisados afirmar que, dado el grave conflicto que enfrenta a chiíes y suníes, en el caso de que se realizara una intervención en Irán, todos los Estados árabes suníes serían unos aliados muy útiles.

Pero resulta que estas explicaciones, ofrecidas por los mismos que defendieron la intervención en Irak, no logran convencer al Congreso ni generar la adhesión de la opinión pública. Al fin y al cabo, todo lo que dijeron en su momento sobre la conveniencia de emprender la guerra contra Bagdad terminó siendo falso en los fundamentos y desastroso en los resultados. Por otra parte, un sector importante de la Administración estadounidense prefiere creer que, llegado el momento, será posible obtener de los iraníes lo que ya se ha obtenido de los libios y los coreanos: la renuncia al arma atómica. Pero la respuesta de los partidarios de la firmeza es que libios y coreanos sí se habían creído las amenazas de Estados Unidos. Cosa que, según ellos, no ocurre en el caso de los iraníes.

Desde luego, la situación actual no es la misma, ni mucho menos, que la que precedió a la guerra de Irak. Las armas de destrucción masiva que no existían en Irak están cerca de ser una realidad en Irán. Las actitudes agresivas y antioccidentales de los dirigentes iraníes son mucho más creíbles que las sospechas que podía haber sobre las intenciones ocultas de Sadam Husein. Es esencial subrayar todo esto cuando se especula sobre la posibilidad de un conflicto con Teherán. Precisamente para sentirse más libre en su reflexión, un autor como François Heisbourg deja claro desde las primeras páginas de su último libro que el hecho mismo de haber condenado sin reparos la intervención en Irak es lo que le autoriza a no menospreciar la crisis que podría producirse en el caso de que Irán poseyera armamento nuclear.

La inquietud que vuelve a palparse en algunos artículos de The New York Times y en las últimas declaraciones de Bernard Kouchner parece nacer de un hecho en el que está de acuerdo la mayor parte de los interesados: todas las propuestas de negociación presentadas a las autoridades iraníes se han encontrado con el rechazo, a veces astuto y a veces provocador. Sin embargo, ésa no es la opinión de Mohamed el Baradei, director del OIEA, muy molesto por las palabras de Bernard Kouchner, que, según él, ponen en peligro su misión de buscar un compromiso. En realidad, el premio Nobel egipcio coincide bastante con la solución que propone como último recurso James Baker, ex secretario de Estado de George Bush padre: entablar una negociación general con Irán, sobre todos los temas y en todos los terrenos, salvo el nuclear, y ver de qué forma las ventajas ofrecidas a los iraníes podrían suscitar en algunos de sus dirigentes la tentación de recobrar la prudencia. En opinión de Bernard Kouchner, no hay que dejar de esforzarse para lograr compromisos con Irán, pero ninguno de ellos garantizará la paz si no va acompañado de una amenaza creíble.

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