EFE - El Cairo - 10/09/2007
Han pasado 1.375 años desde la muerte de Mahoma, pero su estirpe parece más viva que nunca con los más de cinco millones de egipcios que se consideran descendientes del Profeta. Para ello, el "Sindicato de Descendientes del Profeta" tiene como tarea mantener puro el linaje de Mahoma y descartar posibles impostores.
Situado en un lujoso edificio de estilo neomorisco, cerca del barrio islámico de El Cairo, el sindicato se encarga de certificar si una persona es familiar del Profeta a través de una serie de pruebas. "Egipto es el país que más descendientes del Profeta acoge, con 60.000 familias registradas en nuestros archivos", dice orgulloso el presidente del sindicato, Ahmed Kamel Yasín.
El proceso para ser reconocido oficialmente como familiar del Profeta comienza cuando una persona que cree que puede ser descendiente de Mahoma acude al Sindicato. "En algunos lugares, sobre todo, en el Alto Egipto, la tradición oral es muy importante y se transmite de padres a hijos el origen de la familia", explica Yasín.
El candidato debe aportar algún documento que demuestre su pertenencia al clan para que sea examinado por un comité de expertos que elaborarán su árbol genealógico. Si el árbol llega hasta uno de los doce imanes descendientes de Mahoma, entonces el aspirante tendrá derecho a diploma y carné, ambos expedidos por el Sindicato.
Ser reconocido como descendiente del Profeta no tiene granjeada ninguna ventaja material -asegura Yasín-, pero sí una obligación: "Ser un ejemplo para los demás y no creerse mejor que el resto de los musulmanes", dice.
La obligación de ser ejemplo para los demás la tiene Ahmed Yehi, de 53 años, documentado como descendiente del Profeta, quien asegura que "reza mejor" desde que el comité de expertos del Sindicato comprobó en 1996 que estaba vinculado con el imán Husein. Una herencia que ha transmitido a su hijo de ocho años, la nueva generación que mantendrá viva la estirpe del Profeta.
Mahoma nunca estuvo en Egipto
Bien es cierto que Mahoma nunca pisó el país del Nilo, pero, según Yasín, su nieta Zeinab se refugió en Egipto tras la muerte de su hermano Husein en Kerbala (Irak) en donde permaneció hasta su muerte en torno al año 682 d.C. Zeinab se convirtió en un personaje tan popular entre los egipcios por sus buenas obras y su caridad con los más pobres que se construyó una mezquita sobre sus restos, que ha dado nombre a un barrio de El Cairo.
En la actualidad, Sayida Zeinab (Nuestra Señora Zeinab), tal y como es conocida, es muy adorada en Egipto, pese a que el credo musulmán del país, que es suní, no admite la veneración a los santos.
Hasta aquí todo tendría su lógica si no fuera por el detalle de que los sirios también reclaman ser depositarios de los restos de Zeinab: de hecho, existe una mezquita en Damasco que lleva su nombre, mientras que los saudíes dicen que falleció en la ciudad de Medina. Sin embargo, Yasín lo tiene claro: "¡Por supuesto que murió en Egipto!", dice, y afirma que desconoce la existencia de un santuario dedicado a Zeinab en la capital siria.
Si se excavara la mezquita de Sayida Zeinab y aparecieran sus restos, los análisis de ADN podrían ser los auténticos certificados de autenticidad, pero el "Sindicato de Descendientes" prefiere inclinarse por el método del árbol genealógico, que "es mejor".
Han pasado 1.375 años desde la muerte de Mahoma, pero su estirpe parece más viva que nunca con los más de cinco millones de egipcios que se consideran descendientes del Profeta. Para ello, el "Sindicato de Descendientes del Profeta" tiene como tarea mantener puro el linaje de Mahoma y descartar posibles impostores.
Situado en un lujoso edificio de estilo neomorisco, cerca del barrio islámico de El Cairo, el sindicato se encarga de certificar si una persona es familiar del Profeta a través de una serie de pruebas. "Egipto es el país que más descendientes del Profeta acoge, con 60.000 familias registradas en nuestros archivos", dice orgulloso el presidente del sindicato, Ahmed Kamel Yasín.
El proceso para ser reconocido oficialmente como familiar del Profeta comienza cuando una persona que cree que puede ser descendiente de Mahoma acude al Sindicato. "En algunos lugares, sobre todo, en el Alto Egipto, la tradición oral es muy importante y se transmite de padres a hijos el origen de la familia", explica Yasín.
El candidato debe aportar algún documento que demuestre su pertenencia al clan para que sea examinado por un comité de expertos que elaborarán su árbol genealógico. Si el árbol llega hasta uno de los doce imanes descendientes de Mahoma, entonces el aspirante tendrá derecho a diploma y carné, ambos expedidos por el Sindicato.
Ser reconocido como descendiente del Profeta no tiene granjeada ninguna ventaja material -asegura Yasín-, pero sí una obligación: "Ser un ejemplo para los demás y no creerse mejor que el resto de los musulmanes", dice.
La obligación de ser ejemplo para los demás la tiene Ahmed Yehi, de 53 años, documentado como descendiente del Profeta, quien asegura que "reza mejor" desde que el comité de expertos del Sindicato comprobó en 1996 que estaba vinculado con el imán Husein. Una herencia que ha transmitido a su hijo de ocho años, la nueva generación que mantendrá viva la estirpe del Profeta.
Mahoma nunca estuvo en Egipto
Bien es cierto que Mahoma nunca pisó el país del Nilo, pero, según Yasín, su nieta Zeinab se refugió en Egipto tras la muerte de su hermano Husein en Kerbala (Irak) en donde permaneció hasta su muerte en torno al año 682 d.C. Zeinab se convirtió en un personaje tan popular entre los egipcios por sus buenas obras y su caridad con los más pobres que se construyó una mezquita sobre sus restos, que ha dado nombre a un barrio de El Cairo.
En la actualidad, Sayida Zeinab (Nuestra Señora Zeinab), tal y como es conocida, es muy adorada en Egipto, pese a que el credo musulmán del país, que es suní, no admite la veneración a los santos.
Hasta aquí todo tendría su lógica si no fuera por el detalle de que los sirios también reclaman ser depositarios de los restos de Zeinab: de hecho, existe una mezquita en Damasco que lleva su nombre, mientras que los saudíes dicen que falleció en la ciudad de Medina. Sin embargo, Yasín lo tiene claro: "¡Por supuesto que murió en Egipto!", dice, y afirma que desconoce la existencia de un santuario dedicado a Zeinab en la capital siria.
Si se excavara la mezquita de Sayida Zeinab y aparecieran sus restos, los análisis de ADN podrían ser los auténticos certificados de autenticidad, pero el "Sindicato de Descendientes" prefiere inclinarse por el método del árbol genealógico, que "es mejor".
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