Por Andrea Noferini, Università degli Studi di Firenze (LA VANGUARDIA, 27/01/08):
Mama África - parafraseando una canción del controvertido músico jamaicano Peter Tosh- se encuentra hoy bajo las atentas miradas de unos ávidos e interesados pretendientes que ven sus mil millones de habitantes y sus inmensos recursos naturales como una más que atractiva prebenda nupcial. Recientemente, Estados Unidos ha incrementado su presencia en el continente, ya que en la actualidad el 15% de sus importaciones de petróleo procede de países africanos. Al mismo tiempo, China está ofreciendo ingentes cantidades de dinero fresco que seducen a las nuevas generaciones de líderes africanos bastante más que la moralizante ayuda financiera europea. Europa. Esta última, por su implicación colonial, comparte todo un pasado con los países africanos y sigue siendo el principal socio comercial y donante de África con un gasto equivalente a 35.000 millones de euros en el 2006. De todas formas, su influencia en lo que consideraba hasta hace poco su coto reservado se encuentra en declive y expuesta a las políticas más arriesgadas de sus competidores. Quizás por eso, la segunda cumbre UE-África celebrada en Lisboa el 8 y 9 de diciembre del 2007 deba leerse como un intento de reforzar las relaciones entre los dos continentes en el futuro próximo. De hecho la cumbre reanuda las relaciones iniciadas en El Cairo en el año 2000, relaciones que durante estos siete años han estado marcadas, entre otros aspectos, por la tensión entre Inglaterra y su ex colonia Zimbabue en materia de derechos humanos.
¿Por qué entonces Mama África despierta hoy las ávidas miradas del primer mundo? ¿Y de qué tipo de atenciones se trata? ¿De un retorno de tipo neocolonialista? ¿De simple hambre de mayor integración económica? ¿O de una cruzada desarrollista para alcanzar los declamados objetivos del milenio?
No es ninguna novedad que Estados Unidos, Europa, China e India, todos necesitan los recursos africanos para alimentar sus sistemas económicos. África sigue siendo un mercado donde abastecerse de materias primas y alimentos, básicamente. En el año 2005, por ejemplo, sólo las ventas de crudo cubrieron la mitad de los 230 billones de dólares de las exportaciones africanas.
África es un continente lleno de contrastes y profundas desigualdades. En un escenario de pobreza extrema, el 10% de los países africanos más ricos presentan niveles de renta per cápita 18 veces superiores al 10% de los países más pobres. De todas maneras, al margen de las muchas áreas que aún representan el cliché de la tragedia africana, Mama África ofrece hoy nuevas armas de seducción que le podrían resultar útiles en el momento de negociar una estrategia de desarrollo con sus numerosos pretendientes. En primer lugar, hemos visto por primera vez a 16 países (35% de la población africana) crecer con tasas superiores al 4% anual durante casi una década, quedando así demostrado que el crecimiento sostenido en África no es ninguna quimera. En segundo lugar, y más allá de que los recientes episodios en Kenia demuestren lo contrario, el germen de la democracia se ha expandido lentamente en toda la región. El número de países que han mantenido elecciones multipartidistas ha pasado de 3 en el 1975 a 40 en el 2005. Actualmente, la búsqueda de un modelo más efectivo de gobernación forma parte de la agenda política regional. En este sentido, por ejemplo, será estimulante seguir la evolución de la cooperación China-África en torno al modelo de desarrollo. Africanos y chinos pueden compartir la percepción común de que las experiencias históricas de Occidente en materia de estrategias de desarrollo han fracasado en muchas regiones del continente e intentar un camino alternativo.
Por su parte, la UE - con la declaración de Lisboa surgida de la cumbre UE-África- ha ofrecido establecer una nueva relación de igualdad con el continente africano, en reemplazo de la tradicional relación paternalista “beneficiario-donante”. El objetivo es una asociación estratégica entre iguales en cuatro pilares clave: paz y seguridad, derechos humanos y gobernanza, comercio e integración regional, y cuestiones de desarrollo. Los países africanos saben que tarde o temprano tendrán que aceptar las reglas del libre comercio e ir sustituyendo el antiguo régimen comercial no recíproco, por acuerdos de libre comercio - bajo la bandera del multilateralismo propugnado por la Organización Mundial del Comercio. De todas formas, en Lisboa el desencuentro en materia comercial y la no firma de los nuevos acuerdos de liberalización económica (EPA, por sus siglas inglesas) entre la UE y algunos países africanos (Senegal, Nigeria y Sudáfrica, entre otros) representa una primera señal de la renovada contundencia de Mama África. Como explicó Amy Barry, portavoz de Oxfam, durante los días de la cumbre: “Es su forma de demostrar con hechos la declaración de que ahora somos socios de igual a igual”.
Mama África - parafraseando una canción del controvertido músico jamaicano Peter Tosh- se encuentra hoy bajo las atentas miradas de unos ávidos e interesados pretendientes que ven sus mil millones de habitantes y sus inmensos recursos naturales como una más que atractiva prebenda nupcial. Recientemente, Estados Unidos ha incrementado su presencia en el continente, ya que en la actualidad el 15% de sus importaciones de petróleo procede de países africanos. Al mismo tiempo, China está ofreciendo ingentes cantidades de dinero fresco que seducen a las nuevas generaciones de líderes africanos bastante más que la moralizante ayuda financiera europea. Europa. Esta última, por su implicación colonial, comparte todo un pasado con los países africanos y sigue siendo el principal socio comercial y donante de África con un gasto equivalente a 35.000 millones de euros en el 2006. De todas formas, su influencia en lo que consideraba hasta hace poco su coto reservado se encuentra en declive y expuesta a las políticas más arriesgadas de sus competidores. Quizás por eso, la segunda cumbre UE-África celebrada en Lisboa el 8 y 9 de diciembre del 2007 deba leerse como un intento de reforzar las relaciones entre los dos continentes en el futuro próximo. De hecho la cumbre reanuda las relaciones iniciadas en El Cairo en el año 2000, relaciones que durante estos siete años han estado marcadas, entre otros aspectos, por la tensión entre Inglaterra y su ex colonia Zimbabue en materia de derechos humanos.
¿Por qué entonces Mama África despierta hoy las ávidas miradas del primer mundo? ¿Y de qué tipo de atenciones se trata? ¿De un retorno de tipo neocolonialista? ¿De simple hambre de mayor integración económica? ¿O de una cruzada desarrollista para alcanzar los declamados objetivos del milenio?
No es ninguna novedad que Estados Unidos, Europa, China e India, todos necesitan los recursos africanos para alimentar sus sistemas económicos. África sigue siendo un mercado donde abastecerse de materias primas y alimentos, básicamente. En el año 2005, por ejemplo, sólo las ventas de crudo cubrieron la mitad de los 230 billones de dólares de las exportaciones africanas.
África es un continente lleno de contrastes y profundas desigualdades. En un escenario de pobreza extrema, el 10% de los países africanos más ricos presentan niveles de renta per cápita 18 veces superiores al 10% de los países más pobres. De todas maneras, al margen de las muchas áreas que aún representan el cliché de la tragedia africana, Mama África ofrece hoy nuevas armas de seducción que le podrían resultar útiles en el momento de negociar una estrategia de desarrollo con sus numerosos pretendientes. En primer lugar, hemos visto por primera vez a 16 países (35% de la población africana) crecer con tasas superiores al 4% anual durante casi una década, quedando así demostrado que el crecimiento sostenido en África no es ninguna quimera. En segundo lugar, y más allá de que los recientes episodios en Kenia demuestren lo contrario, el germen de la democracia se ha expandido lentamente en toda la región. El número de países que han mantenido elecciones multipartidistas ha pasado de 3 en el 1975 a 40 en el 2005. Actualmente, la búsqueda de un modelo más efectivo de gobernación forma parte de la agenda política regional. En este sentido, por ejemplo, será estimulante seguir la evolución de la cooperación China-África en torno al modelo de desarrollo. Africanos y chinos pueden compartir la percepción común de que las experiencias históricas de Occidente en materia de estrategias de desarrollo han fracasado en muchas regiones del continente e intentar un camino alternativo.
Por su parte, la UE - con la declaración de Lisboa surgida de la cumbre UE-África- ha ofrecido establecer una nueva relación de igualdad con el continente africano, en reemplazo de la tradicional relación paternalista “beneficiario-donante”. El objetivo es una asociación estratégica entre iguales en cuatro pilares clave: paz y seguridad, derechos humanos y gobernanza, comercio e integración regional, y cuestiones de desarrollo. Los países africanos saben que tarde o temprano tendrán que aceptar las reglas del libre comercio e ir sustituyendo el antiguo régimen comercial no recíproco, por acuerdos de libre comercio - bajo la bandera del multilateralismo propugnado por la Organización Mundial del Comercio. De todas formas, en Lisboa el desencuentro en materia comercial y la no firma de los nuevos acuerdos de liberalización económica (EPA, por sus siglas inglesas) entre la UE y algunos países africanos (Senegal, Nigeria y Sudáfrica, entre otros) representa una primera señal de la renovada contundencia de Mama África. Como explicó Amy Barry, portavoz de Oxfam, durante los días de la cumbre: “Es su forma de demostrar con hechos la declaración de que ahora somos socios de igual a igual”.
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