Por Gregorio Morán (LA VANGUARDIA, 09/02/08):
Pocas cosas hay tan viles y vergonzosas como las grandes instituciones cuando reniegan de alguien que las ha dejado en evidencia. Jérôme Kerviel, 31 años, familia media, estudiante medio, cabeza bien asentada, escasas pasiones, colocó en bancarrota al tercer banco de Francia, la Société Générale, durante cinco días. Si el fin de semana del 19 de enero llega a producirse una filtración, el lunes se hubieran agolpado los clientes en las ventanillas para retirar sus fondos y el Estado se hubiera tenido que hacer cargo de la quiebra. Los estados modernos asumen las derrotas, las victorias son siempre del capital privado; es la nueva distribución funcional de la economía.
Cuando la tarde del viernes, Jérôme Kerviel cometió el error de marcharse de fin de semana para visitar a su madre, bretona de Pont-l´Abbé, se desató una auténtica explosión en cadena. El primer inspector dio la alarma, y así sucesivamente, en un secreto guardado a precio de vidas porque se iba al traste el negocio.
Ningún partido político sería capaz de convocar a su comité ejecutivo en un fin de semana sin que se enteraran hasta los quiosqueros, pero el consejo ejecutivo de un banco sí. Se reunieron en domingo tras haber recuperado al chico ese del agujero, que primero se hacía el despistado alegando que carecía de cobertura y luego se limitó a explicar su hazaña como una martingala;palabra sabrosísima que trae a maltraer desde hace muchos años a los filólogos. No se sabe a ciencia cierta si nació española, francesa, italiana o incluso árabe, pero tiene multitud de aplicaciones. Lo único preciso sobre la procedencia de la martingala es que designó un trapo oculto en la coraza que permitía a los caballeros mear sin hacérselo encima. Una martingala, un truco de los caballeros antiguos para mear sin descomponerse.
¿Sabían ustedes que la primera prueba del sospechoso de la banca de productos financieros consiste en mirar su tablilla de vacaciones? Si no ha cogido nunca días libres, está dentro de toda sospecha. Cuando uno juega sobre materiales tan fungibles como contratos a término, derivados de acciones, rogue trading,y así sucesivamente, no es posible dejar tu silla caliente y que la ocupe otro. Los canales de los grandes bancos para hacer decir a los medios de comunicación lo que les dé la real gana tienen un costo relativamente pequeño, como el chocolate del loro. Bonus en especies, por utilizar la terminología del gremio. Por eso me hace gracia leer las boberías e infundios sobre la tortuosa personalidad de Jérôme Kerviel. Como hay que convenir que se trata de un estafador, cosa absolutamente falsa, lo primero es encontrarle alguna pasión oscura. El juego, por ejemplo. Sería ideal que Jérôme fuera ludópata. Pero no, a lo único que juega es al billar. Al billar y a ejercer de trader.¿Qué es un trader?Para no meterse en berenjenales - nada hay más ajeno a la lingüística que el mercado de valores; mine (compro), yours (vendo). Es un operador bancario autorizado para vender y comprar productos financieros. En España se usa más la expresión bróker,que no es lo mismo pero muy parecido, y que antaño se definía muy obviamente como agente de cambio y bolsa.
Probablemente el mayor error de Kerviel fue su escasa sensibilidad política. Los jóvenes tiburones de los productos financieros tienen un desdén absoluto por la política, hacia lo social en general. Es lógico, operan con esencia de papel dibujada en un ordenador. Qué carajo le importa quién fabrica qué y dónde y bajo qué régimen, si él está en otra onda. En la planta 6. ª del edificio de Société Générale en el bulevar parisino de La Defensa - agarren el coche un domingo y sabrán lo que es un tanatorio postindustrial, desolado, vacío, intimidante, y repitan el lunes para encontrarse otra galaxia, donde los enanitos han salido del musgo y de la setas- allí trabajan quinientos magos de los productos financieros, el grupo Delta One, como en las películas. ¿Sabían ustedes que lo más solicitado hoy en la banca de los productos financieros de alta gama son los matemáticos? Son capaces de calcular la última derivada de un ejercicio estadístico o el grado casi cero de un cálculo de probabilidades. A Kerviel le falló la política, la más despreciada de las variables de un trader.
Nadie con un mínimo de sensibilidad política pone en juego 50.000 millones de euros en operaciones financieras cuando la bolsa está en caída libre y la perspectiva política del imperio norteamericano se exhibe amenazada de gangrena.
Para gentes como Kerviel la política es algo tan desdeñable y aleatorio que resulta apenas medible en las variables estadísticas; oficio de gente vulgar y charlatana. Lógico, la conciencia de Jérôme se formó en el 2005, cuando empezó a operar a lo grande en Société Générale y pudo con un sencillo juego de contratos a término, sumado a un rebote de derivados de acciones, conseguir sobre la compañía de seguros Allianz un bonus que se acercaba a los 500.000 euros. Aclarémonos. Kerviel no es un estafador, es un jugador de la casa Société Générale, que nunca gana nada que no multiplique el beneficio de su propia entidad. Es decir, que si en el 2005 consiguió llevarse miles de euros, hagan números de cuánto se llevó la Société. Pero es más, ahora sabemos que el año pasado, en otra operación del mismo estilo, consiguió hacerle ganar a su banco 1.400 millones de euros. ¿Quién le puede toser a un tipo así? Se imaginan al Gran Jefe, el PDG como dicen en Francia, el implacable Daniel Bouton, llamando a capítulo al joven Kerviel para decirle: “Muchacho, no corras tanto, no nos hagas ganar tanto dinero”.
¡Qué impostura! Agarremos la moviola desde el domingo 20 de enero que se reúne el comité ejecutivo para evitar la quiebra. Descubren que Kerviel ha puesto en juego 50.000 millones de euros, cantidad superior al valor del banco. ¿Y qué hacen? Se lo voy a contar. Primero, avisar a la autoridad de la Bolsa de París para hacerla cómplice de lo que ocurra a partir de ese momento. Segundo, conchabarse para que nadie del Gobierno, ni siquiera el presidente Sarkozy, sepa una palabra. Tercero, aprovechar el lunes, 21, para colocar en el mercado todo el riesgo. Cosa fascinante y quizá única en la historia de la bolsa, un sólo trader desembarca en el mercado del lunes 50.000 millones de euros, lo suficiente para conmocionar las bolsas y más si están remisas. Lo que ocurrió en los mercados bursátiles el lunes y el martes habrá alguien que lo explique algún día, pero lo cierto es que el miércoles, el riesgo de 50.000 millones de euros se había reducido a un agujero de 4.900 millones. Y entonces nos enteramos. Si fuera posible hacer una broma diríamos que por eso se llama banca de futuros,porque es la ciencia ficción hecha realidades contables.
Pero fíjense lo que es la vida. Todo el mundo conmocionado por la terrible historia de un bróker de 31 años que se jugó un montón millones en un momento inoportuno. Se equivocó de coyuntura. Le falló el contexto. Pero apenas nadie ha recordado que el presidente del banco, el correoso Daniel Bouton, casi sesentón, casado con banquera, jugador de golf, antiguo político, jactancioso de que en su empresa había un puñado de jóvenes que ganaban más que él - porque se exponían y le hacían ganar más al banco- ha tenido que visitar los juzgados de París, tal que ayer, el pasado lunes 4 de febrero, por un asunto también grave para la ciudadanía y para el Estado. Está acusado de blanquear centenares de millones de procedencia rusa y vía Israel. El caso se denomina Sendero dos y sienta en el banquillo a 151 peces de diferente tamaño. Si aparece es en letra pequeña pequeña, tanto que casi no se ve. Eso sí, cuando le apuntaron con el dedo y le dijeron que era el máximo responsable, imperturbable, con su calva y sus gafas y su sonrisa de medio lado, hizo saber al personal, muy solemnemente, que ante la situación, renunciaba durante seis meses a cobrar su salario ¡y hasta sus bonus! ¿Por qué seis meses y sólo hasta junio? Porque habrá de hacer su declaración de hacienda, y el caballero, antes que bancario, ejerció de recaudador de impuestos. Ahora se entiende la razón del lema publicitario de Société Générale, que tantos clientes le hicieron llegar: “Un banco conocido por su excelencia en el manejo del riesgo”. Voilà.
Pocas cosas hay tan viles y vergonzosas como las grandes instituciones cuando reniegan de alguien que las ha dejado en evidencia. Jérôme Kerviel, 31 años, familia media, estudiante medio, cabeza bien asentada, escasas pasiones, colocó en bancarrota al tercer banco de Francia, la Société Générale, durante cinco días. Si el fin de semana del 19 de enero llega a producirse una filtración, el lunes se hubieran agolpado los clientes en las ventanillas para retirar sus fondos y el Estado se hubiera tenido que hacer cargo de la quiebra. Los estados modernos asumen las derrotas, las victorias son siempre del capital privado; es la nueva distribución funcional de la economía.
Cuando la tarde del viernes, Jérôme Kerviel cometió el error de marcharse de fin de semana para visitar a su madre, bretona de Pont-l´Abbé, se desató una auténtica explosión en cadena. El primer inspector dio la alarma, y así sucesivamente, en un secreto guardado a precio de vidas porque se iba al traste el negocio.
Ningún partido político sería capaz de convocar a su comité ejecutivo en un fin de semana sin que se enteraran hasta los quiosqueros, pero el consejo ejecutivo de un banco sí. Se reunieron en domingo tras haber recuperado al chico ese del agujero, que primero se hacía el despistado alegando que carecía de cobertura y luego se limitó a explicar su hazaña como una martingala;palabra sabrosísima que trae a maltraer desde hace muchos años a los filólogos. No se sabe a ciencia cierta si nació española, francesa, italiana o incluso árabe, pero tiene multitud de aplicaciones. Lo único preciso sobre la procedencia de la martingala es que designó un trapo oculto en la coraza que permitía a los caballeros mear sin hacérselo encima. Una martingala, un truco de los caballeros antiguos para mear sin descomponerse.
¿Sabían ustedes que la primera prueba del sospechoso de la banca de productos financieros consiste en mirar su tablilla de vacaciones? Si no ha cogido nunca días libres, está dentro de toda sospecha. Cuando uno juega sobre materiales tan fungibles como contratos a término, derivados de acciones, rogue trading,y así sucesivamente, no es posible dejar tu silla caliente y que la ocupe otro. Los canales de los grandes bancos para hacer decir a los medios de comunicación lo que les dé la real gana tienen un costo relativamente pequeño, como el chocolate del loro. Bonus en especies, por utilizar la terminología del gremio. Por eso me hace gracia leer las boberías e infundios sobre la tortuosa personalidad de Jérôme Kerviel. Como hay que convenir que se trata de un estafador, cosa absolutamente falsa, lo primero es encontrarle alguna pasión oscura. El juego, por ejemplo. Sería ideal que Jérôme fuera ludópata. Pero no, a lo único que juega es al billar. Al billar y a ejercer de trader.¿Qué es un trader?Para no meterse en berenjenales - nada hay más ajeno a la lingüística que el mercado de valores; mine (compro), yours (vendo). Es un operador bancario autorizado para vender y comprar productos financieros. En España se usa más la expresión bróker,que no es lo mismo pero muy parecido, y que antaño se definía muy obviamente como agente de cambio y bolsa.
Probablemente el mayor error de Kerviel fue su escasa sensibilidad política. Los jóvenes tiburones de los productos financieros tienen un desdén absoluto por la política, hacia lo social en general. Es lógico, operan con esencia de papel dibujada en un ordenador. Qué carajo le importa quién fabrica qué y dónde y bajo qué régimen, si él está en otra onda. En la planta 6. ª del edificio de Société Générale en el bulevar parisino de La Defensa - agarren el coche un domingo y sabrán lo que es un tanatorio postindustrial, desolado, vacío, intimidante, y repitan el lunes para encontrarse otra galaxia, donde los enanitos han salido del musgo y de la setas- allí trabajan quinientos magos de los productos financieros, el grupo Delta One, como en las películas. ¿Sabían ustedes que lo más solicitado hoy en la banca de los productos financieros de alta gama son los matemáticos? Son capaces de calcular la última derivada de un ejercicio estadístico o el grado casi cero de un cálculo de probabilidades. A Kerviel le falló la política, la más despreciada de las variables de un trader.
Nadie con un mínimo de sensibilidad política pone en juego 50.000 millones de euros en operaciones financieras cuando la bolsa está en caída libre y la perspectiva política del imperio norteamericano se exhibe amenazada de gangrena.
Para gentes como Kerviel la política es algo tan desdeñable y aleatorio que resulta apenas medible en las variables estadísticas; oficio de gente vulgar y charlatana. Lógico, la conciencia de Jérôme se formó en el 2005, cuando empezó a operar a lo grande en Société Générale y pudo con un sencillo juego de contratos a término, sumado a un rebote de derivados de acciones, conseguir sobre la compañía de seguros Allianz un bonus que se acercaba a los 500.000 euros. Aclarémonos. Kerviel no es un estafador, es un jugador de la casa Société Générale, que nunca gana nada que no multiplique el beneficio de su propia entidad. Es decir, que si en el 2005 consiguió llevarse miles de euros, hagan números de cuánto se llevó la Société. Pero es más, ahora sabemos que el año pasado, en otra operación del mismo estilo, consiguió hacerle ganar a su banco 1.400 millones de euros. ¿Quién le puede toser a un tipo así? Se imaginan al Gran Jefe, el PDG como dicen en Francia, el implacable Daniel Bouton, llamando a capítulo al joven Kerviel para decirle: “Muchacho, no corras tanto, no nos hagas ganar tanto dinero”.
¡Qué impostura! Agarremos la moviola desde el domingo 20 de enero que se reúne el comité ejecutivo para evitar la quiebra. Descubren que Kerviel ha puesto en juego 50.000 millones de euros, cantidad superior al valor del banco. ¿Y qué hacen? Se lo voy a contar. Primero, avisar a la autoridad de la Bolsa de París para hacerla cómplice de lo que ocurra a partir de ese momento. Segundo, conchabarse para que nadie del Gobierno, ni siquiera el presidente Sarkozy, sepa una palabra. Tercero, aprovechar el lunes, 21, para colocar en el mercado todo el riesgo. Cosa fascinante y quizá única en la historia de la bolsa, un sólo trader desembarca en el mercado del lunes 50.000 millones de euros, lo suficiente para conmocionar las bolsas y más si están remisas. Lo que ocurrió en los mercados bursátiles el lunes y el martes habrá alguien que lo explique algún día, pero lo cierto es que el miércoles, el riesgo de 50.000 millones de euros se había reducido a un agujero de 4.900 millones. Y entonces nos enteramos. Si fuera posible hacer una broma diríamos que por eso se llama banca de futuros,porque es la ciencia ficción hecha realidades contables.
Pero fíjense lo que es la vida. Todo el mundo conmocionado por la terrible historia de un bróker de 31 años que se jugó un montón millones en un momento inoportuno. Se equivocó de coyuntura. Le falló el contexto. Pero apenas nadie ha recordado que el presidente del banco, el correoso Daniel Bouton, casi sesentón, casado con banquera, jugador de golf, antiguo político, jactancioso de que en su empresa había un puñado de jóvenes que ganaban más que él - porque se exponían y le hacían ganar más al banco- ha tenido que visitar los juzgados de París, tal que ayer, el pasado lunes 4 de febrero, por un asunto también grave para la ciudadanía y para el Estado. Está acusado de blanquear centenares de millones de procedencia rusa y vía Israel. El caso se denomina Sendero dos y sienta en el banquillo a 151 peces de diferente tamaño. Si aparece es en letra pequeña pequeña, tanto que casi no se ve. Eso sí, cuando le apuntaron con el dedo y le dijeron que era el máximo responsable, imperturbable, con su calva y sus gafas y su sonrisa de medio lado, hizo saber al personal, muy solemnemente, que ante la situación, renunciaba durante seis meses a cobrar su salario ¡y hasta sus bonus! ¿Por qué seis meses y sólo hasta junio? Porque habrá de hacer su declaración de hacienda, y el caballero, antes que bancario, ejerció de recaudador de impuestos. Ahora se entiende la razón del lema publicitario de Société Générale, que tantos clientes le hicieron llegar: “Un banco conocido por su excelencia en el manejo del riesgo”. Voilà.
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